Berlín, la capital más joven de Europa
Berlín, a pesar de su larga historia como capital del Reino de Prusia, después de Alemania y del Tercer Reich, es hoy, después de su casi total destrucción en la segunda Guerra Mundial, una ciudad renovada, hermosísima y pletórica de gente joven y, además, y sin que me quepa la menor duda, la menos costosa de las grandes ciudades europeas.
En Berlín hay mucho que ver y visitar, pero para darnos un sentido claro de lo que fue y de nuevo es la ciudad, deberíamos iniciar el recorrido a partir de la muy famosa puerta de Brandemburgo, que fue históricamente el acceso a la ciudad y es el final de la avenida Unter den Linden, que significa “Bajo los tilos”. Esta avenida viene a ser el equivalente berlinés a los Campos Elíseos de Paris y es el centro principal de la metrópoli.
Si se camina, como debe hacerse, a partir de la Puerta de Brandemburgo, nos toparemos con el famoso Hotel Aldon, construido en 1907. Fue uno de los más famosos hoteles de Europa que inspiró la película Gran Hotel (1932), con Greta Garbo, Joan Crawford y John Barrymore. Fue demolido en 1984 por las autoridades de la entonces Alemania Oriental y reconstruido por la Alemania unificada en 1997; hoy es de nuevo un sitio en el que vale la pena estar.
Se ubica en un lugar muy cercano a dos visitas esenciales: Checkpoint Charlie, el más famoso de los pasos fronterizos del Muro de Berlín, escenario de huidas espectaculares de Berlín del Este; y el monumento a los judíos asesinados en Europa durante la Segunda Guerra Mundial.
Continuando el recorrido por la avenida a la que le volvieron a sembrar los tilos, podremos ver monumentos históricos como el State Opera, teatro de la opera de Berlín, uno de los más importantes de Alemania; luego es importante visitar el Edificio de la Nueva Guardia, construido en 1818 como cuartel de las tropas del príncipe de Prusia y hoy es un monumento recordatorio de las víctimas de guerra y dictadura.
A más o menos un kilómetro de distancia se llega a la Bebelplatz, donde se ubica la estatua ecuestre de Federico II de Prusia y también famosa por ser el lugar en el que los nazi realizaron en 1933 la gran quema de libros, principalmente de autores judíos. Esta plaza está flanqueada por la universidad Humboldt y por el Museo Histórico Alemán, ubicado en el Zeghaus, antiguo arsenal de Berlín y la más antigua edificación de Unter den Linden y que termina en el puente del castillo Schlossbrücke.
Esto nos conduce a una maravilla cultural: la isla de los museos, uno de los más importantes conjuntos museísticos del mundo, formado por cinco prestigiosos museos, como lo son el Museo de Pérgamo, el Museo Nuevo, la Antigua Galería, el Museo Bode y el Museo Antiguo. Sería imposible reseñar en esta visita panorámica a la ciudad todas las joyas de la cultura que se pueden ver en ellos y solo para darles una muestra mostraré algunas imágenes icónicas de lo que allí pueden ver, como la preciosa escultura de la reina egipcia Nefertitis y la puerta de Babilonia.
Pero en Berlín hay muchos más sitios indispensables de visitar, como el zoológico Tierpark, uno de los mejores del mundo y que tiene –entre otros– el gran atractivo de osos panda. Otro sitio que no se puede dejar de ver es Sans Souci, un conjunto de edificios y jardines que incluyen el palacio de Verano de Federico II el grande, rey de Prusia, ubicado en Potsdam.
Para concluir una buena visita se debe ir, si posible, a algún concierto de la Filarmónica de Berlín, considerada –junto con la de Viena– como unas de las más prestigiosas orquestas sinfónicas del mundo. Por otro lado, en un género muy distinto, pero igual característico de Berlín, se debe disfrutar de uno de los cabarets.
En lo que se refiere a gastronomía, la capital alemana no es la más interesante de Europa, sin embargo, se puede comer bien en muchos lugares por un precio razonable y siempre podrá encontrar lugares donde degustar buenas wienerschnielte. Un buen ejemplo es el restaurante Lutter & Wegner, donde proclaman que son tan buenas como las que se hacen en Viena.