Vicente Nebrada: la magia de la creación
(%=Image(3513030,»R»)%) Aquel hombre no me quería dejar entrar. Tuve que insistir. Y eso que se trataba del Teatro Teresa Carreño. Yo sólo quería llegar a tiempo a la cita con Nebrada, algo repentina, algo confusa… Un juego de quid procuo se anunciaba desde el principio, porque todo parecía tomar el rostro de un juego de niños, de algo quizá perdido/encontrado en los movimientos de un hombre que ya parece leyenda.
La hora de la cita me la dieron equivocada y tuve que ir dos veces. Todo parecía condenado a la confusión: cuando al fin pude llegar a donde se encontraba el Maestro Nebrada, esperaban a una médico y yo, con mi traje blanco, fui tomada por tal: me hablaron de recetas y todo… Yo no entendía nada. Así que me dispuse a prepararme para la entrevista. Saqué mi grabador y anuncié que esperaría a que la hora de almuerzo terminara para continuar. Y ¡sorpresa! Ante los ojos de los presentes, de médico pasé a ser nuevamente periodista. Al fin entendí… Sencillamente, algo mágico se anunciaba…
Era una entrevista descentrada, como la idea del movimiento en Vicente Nebrada: la del movimiento que se expande, se articula, se desequilibra para crear una nueva imagen:
“Mi técnica viene de la danza clásica tradicional, donde el cuerpo es como tieso, y no hay el uso de movimientos fuera del eje. Aquí, el torso está fuera, mucho más libre, no exactamente sobre las caderas. Los brazos también. La cabeza tampoco es tiesa, es más bien libre. No es danza moderna propiamente… Esto es danza neoclásica.”
Era la hora del lenguaje, de la expresión. Hablar de danza no es fácil cuando la imagen corporal no está en juego. Crear es, para Nebrada, “inventar movimientos, desplazar el cuerpo en un espacio, formar diferentes diseños con los cuerpos. Los diseños míos son asimétricos, mientras que los clásicos son simétricos.” Ese es su lenguaje, difícil de atisbar entre la palabra.
Maestro –pregunté- ¿qué piensa usted sobre las danza contemporánea?
“Me gusta mucho la danza contemporánea, el problema es que hay muy pocas compañías buenas… En el posmodernismo hay lo que es bueno y lo que es malo. No porque sea posmodernista es bueno… La danza contemporánea tiene bastante auge, lo único es que es muy difícil presentarla en un teatro como éste, porque es muy grande. No hay el público para llenar la sala. Por eso los grupos de danza contemporánea trabajan en espacios más pequeños. Cuesta mucho dinero abrir las puertas del teatro para eso. El teatro tiene un subsidio que no es suficiente ni para pagar la nómina, por eso se busca dinero extra por vía de los cantantes populares.”
¿Y qué pasa con el ballet, con la danza clásica? ¿Por qué el Cascanueces ha tenido tanto éxito?
“Es un cuento de Navidad que la gente quiere. Este cascanueces es una superproducción. Es una fortuna. Nada más los juegos artificiales cuestan un millón de bolívares diarios. Las horas extras… La participación del Ballet Nacional de Caracas, el Ballet Juvenil de Venezuela, la escuela … y además se contratan otros especiales… Mi meta es recoger 125 millones, porque el teatro anda tan mal de dinero… Muchos proyectos no se iban a dar, pero como ya el cascanueces tiene vendido 65 millones, creo que vamos a alcanzar la meta.”
¿Y el movimiento cultural del país cómo lo ve?
“Yo creo que lo que más auge tiene es la música. Hay cinco orquestas y un proyecto infantil en manos de José Antonio Abreu. El ballet infantil tiene muchas facilidades, aunque no tanto como la música, gracias a la intervención de J. A. Abreu.”
Sí, la música siempre ha sido el sector más “apoyado”. Pero ¿qué pasa con la danza?
“Siempre hay un tabú en la danza con los varones, por ejemplo –porque hay miedo de que se conviertan en homosexuales o sean tomados por ello-. Esto es tercermundista. Estamos en pañales.”
¿Insertar esto en la educación permite superar estas cosas?
Sí. El ballet será como otra actividad cultural.
¿No cree que también que el sector de la danza se ha replegado mucho en algunos circuitos culturales?
“Cuando yo vine en los años 70 hacíamos muestras en la Plaza Caracas y la gente venía. Pero hoy la gente se ha puesto agresiva. Es diferente.”
Estaba por finalizar la entrevista, y de una caja escondida comenzamos a ver algunas fotos de Nebrada. Fotos elegantes, de figura estilizada y de gran belleza. No pudo ser diferente: de inmediato al Maestro le embargó la necesidad de hablar sobre sí, de recordar aquellos años enérgicos y gallardos… Un halo de nostalgia se vislumbraba en su mirada y en sus palabras:
“Cuando yo me levantaba, lo primero que hacía era medirme la cintura, y si tenía un centímetro de más no salía hasta volver a mi medida original. Siempre fui muy vanidoso desde niño. Después es que me he dejado estropear.”
Maestro, ¿usted cree en la magia?
“Claro que sí, porque el teatro es magia. Cuando tú vas a ver el gran espectáculo, tu espíritu se enaltece y tú sientes que no estás pisando la tierra… Pasa un acto mágico. Es un acto de magia. El teatro lo es.”