Uruguay 2: una clase magistral sobre la vida y el arte
(%=Image(7994550,»R»)%) Alma, pasión, fuerza, sentimiento, expresión, dolor, intensidad, placer…. El canto se eleva desde las mismas entrañas que recogen nuestro profundo mundo interior. En este viaje introspectivo a través del canto nos llevó la punzante puesta en escena de Uruguay II, Master Class, un fascinante recorrido por la particular vida y sensibilidad de la diva del canto María Callas. Una excelente recreación cargada de humor, melancolía, vigor, pasión y un profundo sentido de oblación por la música.
En esta clase magistral todos nos encontramos envueltos en la obra: es el público el alumno, que luego se particulariza en tres jóvenes que persiguen el sueño que un día fue de María Callas, o mejor dicho, que soñaban con alcanzar los logros de Callas, mas con un corazón y una sensibilidad, sino ausente, cuanto menos aún por descubrir, pero en la que reposaba no el éxito del cantante, sino el nacimiento de un verdadero artista. Cantar con el alma, cantarle a Dios, fueron las enseñanzas de esta voz imperecedera. No había fórmula más que una profunda pasión por la música y el canto como una expresión del alma, un canto visceral, un canto desde adentro, en donde escuchar es tan sólo el primer paso. Escuchar… Escuchar en lugar de oír… ¡Ah! Oímos tantas cosas que en realidad no nos apercibimos de nada. Escuchar es la diferencia: escuchar los sonidos, contemplarlos en ese viaje introspectivo, percibirlos, vivirlos y comprender que el canto comienza desde que el silencio se transforma en música, que el canto es uno con la música entera, que desde que escuchamos empezamos a cantar y desde entonces empezamos a sentir, sabia reflexión a la que nos somete un guión perfectamente hilvanado, profundamente sensitivo y enamorado de su objeto y sujeto amoroso: el canto (la música) y María Callas.
Un aire de melancolía invadió los ojos de aquella diosa del canto. Soledad, quizás. Lo cierto es que este personaje tuvo que manejarse entre un público que la más de las veces se contentaba con ver en lugar de escuchar, en un mundo repleto de mezquindades que la sumergió en una profunda nostalgia. Pero al final, Callas, en este montaje de Uruguay, nos recuerda una vez más que “el arte nos hace la vida más tolerable”, so pena de que muy pocos sean capaces de “escuchar” la música que subyace en los pliegues de la vida.