«Neutralidad en la red» de Estados Unidos
La Comisión Federal de Comunicaciones (FCC, por sus siglas en inglés) de Estados Unidos adoptó este jueves la ley de «neutralidad en la red», basada en una nueva definición de la banda ancha que le permitirá al gobierno regular la infraestructura de Internet.
La nueva ley prohíbe a las proveedoras de banda ancha bloquear o desacelerar el tráfico en las redes por cables e inalámbricas. También prohíbe a los proveedores de servicio de Internet ofrecer servicios de prioridad por pago que les permitiría cobrarle a las proveedoras de contenido, como Netflix, tarifas para acceder las «vías rápidas» de Internet para llegar a los consumidores más rápidamente cuando las redes están congestionadas.
El punto crucial de la nueva ley es la reclasificación por parte de la FCC de la banda ancha como un servicio de telecomunicaciones Título II bajo el Acta de Comunicaciones de 1934. Al clasificar la banda ancha como Título II resguarda el potencial de cambiar radicalmente cómo se regula Internet y le concede a la FCC una autoridad sin precedentes sobre la red. La provisión originalmente le concedió a la agencia la potestad de establecer las tarifas y de hacer cumplir el principio de la «operadora en común», o en otras palabras, que el consumidor obtenga igual acceso a la red. Ahora, esta idea se aplicará a las redes de banda ancha para prevenir que las proveedoras de Internet favorezcan unos datos de otros.
El director de la FCC, Tom Wheeler, aseguró que la controvertida reclasificación de la banda ancha fue necesaria para asegurarse de que la ley pueda mantenerse en pie en futuras recusaciones en los tribunales. La FCC ha perdido dos recusaciones en la corte en su intento por defender la ley de neutralidad en la red.
Posibles consecuencias devastadoras
La aplicación del Título II a la banda ancha tiene críticos en las operadoras de cable, las proveedoras inalámbricas y las compañías inalámbricas, que califican la movida como una «opción nuclear» con consecuencias potencialmente devastadoras.
Estas compañías sostienen que el aplicar una regulación anticuada a la industria de la banda ancha sofocará la innovación al impactar las oportunidades de inversión en las redes. También le permitiría al gobierno imponer nuevos impuestos y tarifas, que podrían aumentar las facturas de los consumidores. Afirman que también permitiría al gobierno obligar a las operadoras de las redes a compartir su infraestructura con sus rivales.
Wheeler dijo que estos miedos son exagerados. La agencia ignorará los puntos del Título II que aplicarían los requisitos más onerosos.
Dijo que los críticos han tachado su propuesta como «un plan secreto para regular el Internet», a lo que responde: «Son sandeces. Este es un plan para regular Internet tanto como la Primera Enmienda es un plan para regular la libre expresión. Ambas leyes representan el mismo concepto: la transparencia».
Las reacciones a la aprobación de la ley de neutralidad en la red y la reclasificación de la banda ancha no se hicieron esperar. Michael Powell, antiguo director de la FCC y ahora jefe de la organización que defiende los intereses de la industria del cable en el Congreso de Estados Unidos, dijo que la FCC fue demasiado lejos en su intento por asegurar un Internet abierto para todos los consumidores al reclasificar la banda ancha,
«La FCC ha tomado el gran apoyo por un Internet abierto y ha abierto las puertas para la regulación excesiva del gobierno dentro de un espacio que se celebra por nutrir la libre iniciativa», dijo en un comunicado.
Un ejecutivo de AT&T, Jim Cicconi, hizo eco de estos comentarios en un blog.
«En AT&T, hemos apoyado los principios del Internet abierto desde que se enunciaron, y seguimos ateniéndonos a ellos de forma estricta y voluntaria hasta el día de hoy. Lo que no tiene sentido, y nunca lo ha tenido, es crear un marco regulatorio que fue desarrollado por Ma Bell en la década de 1930 y hacer que sus bisnietos, que tienen tecnologías y opciones que ni siquiera se concibieron o soñaron hace ochenta años, se atengan a él».