Tecnología

Drones destacan en Salón de la Foto de París

Cámaras grandes, pequeñas, subacuáticas o envolventes. Palos de «selfie» enloquecidos, lentes incrustadas en gorros y máquinas fotográficas vintage. Todos están invitados, pero los que más alto vuelan en la VIII edición del Salón de la Foto de París son los drones.

Esas aeronaves no tripuladas que fueron concebidas para fines bélicos se han abierto hueco en los últimos años en la gestión forestal, la agricultura o la vigilancia de las fronteras.

Y cada vez más también en la fotografía, convertidos ahora en el gran reclamo de un salón profesional que se espera visiten unas 75.000 personas hasta el próximo domingo.

«Hay drones para los expertos, para los aficionados, avanzados y para los neófitos. Todos los días salen productos nuevos. Va muy, muy rápido», comenta a Efe el presidente de la compañía PNJ CAM, Pierre Nove Jossebrand, mientras sujeta un cuadricóptero.

El auge y lo llamativo de esa tecnología ha hecho florecer en el Salón de la Foto de París una «jaula» de 66 metros cuadrados en la que los visitantes pueden familiarizarse con los drones y presenciar demostraciones de pilotos y fotógrafos expertos.

Los precios dependen en gran parte la calidad de la cámara embarcada en el artilugio. Los expertos recomiendan iniciarse con uno de gama media o baja antes de pasar a los grandes robots aéreos. Algunos requieren hasta dos personas para operarlos, uno para el vuelo y otro para las instantáneas.

De las marcas que exhiben sus aparatos en la «jaula» de París, un espacio cubierto con una red blanca que evita que un dron descontrolado cause estragos entre los visitantes, las firmas 3DR o Yuneec presentan modelos de alta gama que rondan los 1.000 euros (1.070 dólares), mientras que los aparatos de PNJ arrancan en torno a los 70 (75).

Aprender a volar un dron tiene muchos niveles. En una hora se puede controlar básicamente el vuelo, tras estrellarlo unas cuantas veces. No hay que tener excesivo miedo por los golpes porque fueron creados para la guerra y tienden a ser bastante resistentes.

Con un fin de semana de práctica se puede empezar a disfrutar jugando con la cámara y, a partir de ahí, el grado de complejidad llega hasta donde cada uno quiera.

En Estados Unidos hay centros universitarios de Arizona, Nevada, Florida o Kansas que ofrecen hasta títulos de doctor en drones, mientras que en Europa están floreciendo en Southampton (Reino Unido), Odense (Dinamarca) o Cádiz (España).

Se trata de una industria emergente y suculenta en la que participan ingenieros, informáticos, físicos, diseñadores o pilotos y que desemboca en aplicaciones para la mensajería, la exploración arqueológica, el control de incendios o la gestión del tráfico marítimo.

En el campo de la fotografía ya se emplean para identificar matrículas, evaluar desastres meteorológicos o capturar festejos de boda.

«También los medios de comunicación piden cada vez más drones y más formación», comenta Charlotte Moer en nombre de Eyes in Air, empresa que comercializa aparatos y ofrece adiestramientos de vuelo y captura de imágenes de una semana por 1.400 euros (1.500 dólares).

Esas pequeñas aeronaves permitieron filmar desde el cielo los disturbios en Kiev, manifestaciones en Turquía o inundaciones en Tailandia. National Geographic ya los emplea en sus documentales y la cadena de información CNN planea utilizarlo para elaborar reportajes en espacios urbanos.

«La mayor parte son fotos de ocio, tomadas por aficionados en el campo, la playa o la montaña. Luego hay fotógrafos profesionales, que se centran más en los reportajes y van, por ejemplo, al Amazonas, con un ángulo más periodístico», explica a Efe Guillaume Jarret, socio de la red social de fotografía aérea Dronestagram, donde se comparten 35.000 fotos y vídeos tomados desde el cielo.

Uno de los grandes retos de las instantáneas desde el aire es la ausencia de leyes en algunos países o el desconocimiento de los códigos en otros, por lo que Jarret recomienda informarse sobre las reglas del juego antes de despegar.

También conviene poner atención a las normas de protección de la privacidad y, especialmente, a la seguridad física de terceros porque absolutamente todos los drones del mundo están sujetos a la ley de la gravedad.

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