Ricardo Gutiérrez, jefe de Ocean Drive y subalterno en el hogar
“En el trabajo mando yo, ¿pero en la casa? No, mi hermano. Ahí la jefa es mi esposa”. Así lo dice, tajante, entre risas, pero tajante al fin. Es que Ricardo Gutiérrez, director general de la revista Ocean Drive Venezuela, no tiene problema en darle a Julieta Dubuc de Gutiérrez –su esposa– la administración del hogar. “Es más, en las cuatro paredes de nuestra morada yo hago lo que ella dice”.
Fue en sus veinte cuando Gutiérrez conoció a Dubuc. En esa época, ambos estudiaban Comunicación Social en la Universidad Católica Andrés Bello. “Yo era bien rumbero, y ella se encargó de traerme por el camino correcto”. Hoy por hoy, los esposos son padres de dos varones: Ricardo Andrés y Juan Ignacio.
El primero de ellos siguió con el legado familiar y decidió estudiar la misma carrera en la Universidad Monteávila. Actualmente vive en Panamá y es el digital brand manager del medio, que pertenece al Grupo Editorial Shop in 98. El menor se está formando como administrador en la misma casa de estudios que su hermano.
“Voy a serte franco. La mayoría de los créditos en la familia se los lleva Julieta. Ella es quien siempre ha estado al cuidado de cada detalle. Ahora bien, yo soy el que interviene en los momentos más difíciles, y lo hago a través de un consejo, pero también ayudando en materia económica, pues yo me encargo del 80% de los gastos, aproximadamente”.
Ese sentido de responsabilidad, en cuanto a provisión patriarcal se refiere, lo heredó de su padre. “De él aprendí que el hombre del hogar debe ser alguien de profundos valores morales”.
Comunicador “por no dejar”
El calendario marcaba finales de los años setenta y el –para ese entonces– adolescente Ricardo soñaba con ser urbanista, “pero como no quedé, me inscribí en Arquitectura y Comunicación Social, y en esta última lo hice por no dejar”, confiesa. Quedó seleccionado para estudiar ambas profesiones, pero se decantó por la última opción.
Sin duda, fue una buena decisión, pues no tenía mucho tiempo de graduado cuando lo llamaron a ser el director de ventas de El Nacional. “Yo me preguntaba: ‘¿por qué me llaman para ejercer en la parte comercial, si yo no tengo experiencia?’ Sin embargo, acepté el reto y me encantó”.
Luego de esa experiencia llegó a la Cadena Capriles, donde comenzó como director de Ventas y escaló hasta el puesto de vicepresidente de Comercialización.
Mientras trabajaba en El Nacional, su amiga Beverly Epelbaum de Cohen le habló sobre la fundación de un nuevo centro comercial –El Sambil– y la necesidad que había de crear una revista de estilo de vida para publicitar las tiendas del complejo.
“Me fascinó la idea. Le dije que sí, tomamos las maletas y nos fuimos a Miami a buscar contenido de esa fuente, porque acá no se hacía. Nos reunimos con varios grupos editoriales y al final llegamos a Ocean Drive. Entramos por una puerta buscando corresponsales y salimos por otra con la representación del medio en Venezuela”.
Desde hace un año se dedica únicamente a esta revista, a la que le pone «alma, vida y corazón». Eso en materia laboral, porque en lo personal, su esposa e hijos ocupan un lugar importante. “Para mí, la familia es el estatus quo de una sociedad, y uno como hombre debe velar porque prevalezca. Aunque suene anticuado, para mí un hogar bien constituido debe estar integrado por papá, mamá e hijos”.
Por eso es que colabora con todo lo que puede en el hogar. Eso sí, respetando la autoridad de su mujer, porque –como él mismo dice– “en el trabajo mando yo, ¿pero en la casa? No, mi hermano. Ahí la jefa es mi esposa”.
