R. Pattinson es el anti-cowboy en el Western «Damsel» en la 68° Berlinale
Martha Escalona Zerpa
Especial desde Berlín para Analítica.com
En el segundo día de la 68° Berlinale, después de la proyección de «Las Herederas» de Marcelo Martinessi le siguió la proyección de la película «Damsel» escrita y dirigida por los hermanos cineastas David y Nathan Zellner con los protagonistas Robert Pattinson como Samuel Alabaster, Mia Wasikowska como Penélope y el el propio director David Zellner como el cura Parson Henry.
Robert Pattinson, no es más aquí en éste rol un vampiro ni su sombra, sino el cowboy Samuel Alabaster, que se va a buscar el amor de su vida, la bella y delicada Penélope, quién ha sido (supuestamente) secuestrada por un vil hombre.
Samuel Alabaster va a por ella pero requiere de la compañía de un cura, que haga la ceremonia de boda. Con guitarra, un caballito enano llamado Butterscotch y el anillo matrimonial se van cabalgando a su rescate.
Al llegar a la cabaña donde el hombre la tiene supuestamente presa, al cura Parson Henry se le dispara un tiro de la escopeta y mata al supuesto secuestrador. No es así. Ella está feliz con él y todos los deseos de Samuel Alabaster de casarse con ella son producto de su fantasía. Nada de ello es cierto.
Penélope, quién no espera por Ulises y mucho menos por un Samuel Alabaster, desmonta el autoengaño del amor platónico que ha fantasiado, más bien alucinado, con ella a su lado. Y a la par llora la muerte súbita de su hombre asesinado. Después de enterrar el cuerpo de su hombre amado, hacer explotar la cabaña con dinamita.
Penélope se va cabalgando junto con el cura, su rehén que porta un cinturón de explosivos, el cual Penélope puede detonar en cualquier momento, a comenzar la vida en algún otro sitio del lejano oeste a descubrir.
No una vida juntos. Por supuesto que no. Sino cada quién por su lado. Al final, Parson Henry no es ningún cura, sino un pobre hombre sin rumbo, ni destino, perdido en una crisis existencial. Ni siquiera el Apache quiere hacerse cargo de él. Termina sentado en un bar, tomando el whisky improvisado en un bar igualmente improvisado al estilo del western.
En «Damsel» Robert Pattinson no es John Wayne, ni James Stewart, tampoco Charles Bronson o Gary Cooper. Sino uno que se mofa del género y de si mismo, y que termina muriendo en una letrina con un tiro de su propia mano.
Mientras que Mia Wasikowska se parece más a una Joan Crawford, Barbara Staynwick o Myrna Loy, que no necesita de la protección de ningún hombre, ni de su incomoda compañía.
«Damsel» es un irónico desmontaje del género del Western en todos sus elementos característicos: la masculinalidad y brutalidad del hombre blanco, la lucha contra los indios nativos del territorio norteamericano, la débil y sometida representación de la mujer, el rol evangelizador del cura protestante, el Whiskey como bebida de hombres fuertes, etc.
En «Damsel» todos estos elementos constituyentes del western están trastocados y puestos a la inversa en forma de parodia.
Es un experimento cómico y ridiculizador del género que la mayoría de las veces en sus 113 minutos está bien logrado. Tan solo que, al final de cuentas, es la mujer Penélope aún más fuerte, más desalmada y más cruel que todos los hombres que se le cruzan por el camino. Y nos preguntamos: ¿Es esa la adecuada reinvidicación que necesita el personaje femenino en los western? ¿Es ese el empoderamiento que necesita la figura mitológica de Penélope? ¿Aquella que está eternamente a la espera? No. Pensamos que no.
