“No hay Emmy que premie el trabajo que mis colegas hacen en las calles de Venezuela”
Por Sergio Niño
@sergiojosenr
En la industria de la televisión americana ganarse un Emmy resulta el mayor de los reconocimientos. Implica el aplauso de miles de televidentes pero también el visto bueno de todo un jurado que escudriña desde guiones, planos, contenido y narración. El pasado sábado 10 de junio, en Atlanta (Estados Unidos), Carlos More sumó dos premios Emmy Southeast a su carrera.
Compitiendo en tres nominaciones, el joven zuliano, egresado como Comunicador Social de la Universidad Rafael Belloso Chacín en Maracaibo, logró llevarse las estatuillas por Cobertura o Reportaje Especial y Trabajo Periodístico en Equipo. La tercera nominación la obtuvo en la categoría Periodismo Audiovisual.
Pero no es la primera vez que Moreno gana un premio Emmy en la región suroeste de los Estados Unidos. En el 2016 lo recibió por el reportaje “Navidad inolvidable para niños necesitados”.
Trabajó paro Telemundo Atlanta y desde hace unos meses lo hace para Mundo Hispano. El venezolano conversó en exclusiva para Analitica.com y contó lo trascendental que significa para su carrera estas nuevas estatuillas. “Voy por el Emmy Nacional”, es quizás la frase esperanzadora de la conversación.
«Las vidas negras importan”
El 2016 estuvo marcado en varias ciudades de los Estados Unidos por protestas de la comunidad afro-descendiente, un sector de la población que reclama mejores tratos y exigía a los cuerpos policiales el cese de la discriminación racial. Justamente Atlanta, donde reside Carlos Moreno desde hace tres años, las protestas se volvieron masivas y constantes.
“Black lives matter” (La vidas negras importan) resultó de varias semanas de documentación sobre el sentir de la comunidad afroamericana. Moreno retrató cada día de protesta y le dio vida al reportaje especial que hoy le hace merecedor de un premio Emmy.
“Siempre he creído que las minorías deben ser escuchadas. Cuando comenzaron las manifestaciones salí con mi equipo a reportar lo que ocurría. Allí mostramos al mundo que esta parte de la población tenía derechos y no estaban siendo reconocidos”, dice el joven periodista venezolano.
“No importa el color que tengamos, realmente todos somos importantes. Aunque vivo en un país con libertades establecidas hay escenarios donde comunidades como la hispana, la LGBT y la afro-descendiente son maltratadas”, agrega Moreno. “Estoy obligado a contar esas historias”.
El segundo Emmy de la noche lo consiguió por el trabajo en equipo que realiza con sus compañeros de Mundo Hispánico, un medio americano para la comunidad latina en los Estados Unidos dirigido por el experiodista de CNN en Español, Daniel Viotto.
El primer Emmy sigue presente
Carlos admite que las dos nuevas estatuillas no le emocionaron “tanto” como la primera. “Estos resultan un impulso, un motivo para seguir. Recuerdo el primer premio y me emociono como aquel día. Es increíble y gratificante que lejos de tu país la comunidad te reconozca y celebre tu trabajo”, cuenta.
Mi meta es ganar un Emmy Nacional, voy justamente por él”. Ya se fijó el reto. Desde Atlanta, Moreno ha recorrido varios kilómetros de Estados Unidos contando historias de minorías y comunidades en dificultades. “Lo que hago se lo debo a mi formación en Venezuela y eso lo tienen muy claro quienes hacen periodismo conmigo acá. Mi país ha dado la generación más grande de periodistas de los últimos años.
Define a su país como “maravilloso”. Acepta que los ojos del mundo están sobre Venezuela y ha tenido que responder recurrentemente sobre la situación que atraviesa la nación en estos tiempos. “Pero sé que todos los venezolanos, donde quiera que estemos, estamos trabajando por ello”, cuenta Moreno entusiasmado.
Las dos nuevas estatuillas se las dedica a su madre y a sus abuelos que viven en Venezuela. “Por ellos estoy aquí”, afirma. Pero hubo un nombre que llegó a la conversación con el orgullo impreso: Carlos Bonilla, el esposo del galardonado. El joven venezolano también acuñó la nueva victoria a su compañero de vida, con quien reside en los Estados Unidos.
“Tengo el titular listo para cuando caiga el dictador”
La conversación con Moreno fue vía telefónica. Ésa es quizás la vía más cercana que tiene para hablar con el país. Sabe todo lo que ocurre en Venezuela y relata que todas las mañana repasa medios venezolanos para “ver cómo amanecen los míos”.
Siempre pendiente de sus colegas en el país, critica que cuerpos de seguridad del Estado repriman a quienes solo informan.
“Se me eriza la piel de solo pensar en mi país. Cada imagen, cada video, cada cosa que ocurre en Venezuela me preocupa. Sólo espero que éste premio sea un respiro entre tantas malas noticias”, agrega a la conversación. “Es la manera que consigo para devolverle a Venezuela todo lo que me ha dado”.
A los miles de jóvenes que suman más de dos meses de protestas antigubernamentales, Moreno también envió un mensaje: “No se rindan. El país espera mucho de ustedes”.
“Muchos de ellos nacieron bajo el gobierno de Chávez y no conocen una forma distinta. Hoy están batallando, valientemente, por conquistar la libertad”, añade.
Con la voz quebrada, Moreno narra la Venezuela en la que creció. Aunque lo hizo durante el mandato del fallecido Hugo Chávez, el periodista destaca que contó con recursos que hoy no existen. “Éramos el país de la abundancia pero nos destruyeron” sentencia.
En un ejercicio de imaginación Carlos dejó colgando el titular que dijo tener preparado desde que salió de Venezuela para –la primera página de mañana-. “La juventud venezolana triunfa y derrota al dictador”. “Sé que lo vamos a escribir”.
Antes de colgar, quiso felicitar y honrar el trabajo de cientos de periodistas que hoy reportan al mundo lo que ocurre en Venezuela.
Son mi mayor orgullo e inspiración. No hay Emmy que premie el trabajo que mis colegas hacen en las calles de Venezuela. Ustedes están escribiendo los momentos más importantes de la historia venezolana y el país que tendremos mañana se los agradecerá.
Analítico y contestatario. Así es Carlos Moreno. El joven periodista venezolano que en los últimos días resultó ser un poco de oxigeno entre tanto gas lacrimógeno.