Rodríguez, música para teletransportarse
Mientras estoy sentada en un cafecito en Hong Kong, un viernes por la tarde el fin de semana de Halloween tratando de forzarme a escribir un ensayo y trabajar más de lo que he hecho en un semestre de viajar y conocer Asia, decido irme a «Classied», un cafecito en el que ya hasta las mesoneras se conocen mi nombre, con mesitas de madera y la comida escrita en pizarrón con tiza que te dan esa sensación de estar en lugar cómodo y sano.
Aquí me siento, es un poco ruidoso para escribir un ensayo sobre China, pero me pongo los audífonos y le doy al seleccionador de mi lista de spotify y la canción que se pone es «Inner city Blues» de Rodríguez. No me pudo haber tocado una mejor canción, en pocos minutos mi ansiedad y mal humor despareció.
Los instrumentos y el tono de voz que pone Rodríguez me teletransportó a un cafecito clásico en donde todos toman café relajados se leen un libro y no hay estrés. No estaba escuchando las liricas directas, ya que mi concentración estaba en el ensayo, pero habiendo visto el documental ya estaba familiarizada con sus letras, que irónicamente son todo menos felices.
A quienes no hayan visto el documental «Sugar man», lo recomiendo. Rodríguez era un músico histórico; no llegó a tener la fama que le correspondía. Un hombre, que como dice en su documental, no tenía pena ni miedo de escribir sobre temas que era inapropiado pública o socialmente.
Las canciones de Rodríguez tienen un guitarra de fondo y un ritmo que las vuelve un tipo de meoldía que puedes escuchar tanto como para estudiar como para estar sentada en tráfico o dormir una siesta. Recomiendo escuchar: «This is not a song its an outburst: Or The establishment Blue».