Breve historia del origen del piano
El piano, tal como lo conocemos, es relativamente reciente. Fue en 1709 cuando un italiano, Bartolomeo Cristofori, creó lo que él denominó «Gravicembalo col piano e forte», que permitió al intérprete sutiles graduaciones de volumen y tono, lo que no podía lograrse con el clavicémbalo.
Los primeros pianos, llamados fortepiano, tenían menos notas que los actuales y su timbre era menos poderoso. Pero como tenían muchas notas permitían interpretar en casi todas las melodías imaginables y, por ser relativamente fácil de tocar, se impuso como un símbolo de estatus social.
Ya en el siglo XIX hubo una verdadera explosión en la difusión del piano, al lograrse la verticalidad del instrumento, lo que permitía ubicarse en cualquier espacio por reducido que fuese.
Otro aspecto fundamental fue la progresiva transición de la madera al metal y la fortaleza de las cuerdas que sujetan las 88 notas de un típico piano de concierto, que pueden soportar tensiones equivalentes a 20 toneladas.
Franz Liszt, que fue un gran virtuoso del piano, le dio a ese instrumento el lugar que hasta hoy tiene en las salas de concierto.
En el siglo XX, el piano se extendió a formas musicales distintas de la académica, empezando por el Ragtime y el Jazz.
Hoy ya entramos en otro reino que consiste en la contraposición del piano acústico con el electrónico. En estos últimos, aparte del teclado, se incorpora un amplificador de sonido y que, en los más costosos –como los Yamaha o Roland–, puede lograrse sonidos parecidos a un piano de cola.
Lo que no se puede discutir es que el piano, sea cual sea, es el instrumento musical más perfecto que ha inventado el hombre, con la excepción del órgano, pero este es definitivamente más aparatoso y su sonido –aunque grandioso– nunca llega al alma de la misma manera que el piano.
A continuación incluimos un video titulado “10 minutos en la historia del piano”.