Mariángeles Gómez, la antigua voz “común” que ahora canta con Plácido Domingo
Definitivamente, cada quien decide si ve el vaso medio vacío o medio lleno. Hace siete años, la cantante lírica venezolana Mariángeles Gómez recibió unas palabras que determinaron el rumbo de su carrera musical: “Voce comune! Ma, sei giovine” (¡Una voz común! Pero eres joven). Para ese entonces estaba de gira por Italia con el Orfeón Universitario de la UCV y tuvo la oportunidad de audicionar en el Conservatorio Giuseppe Verdi de Milán. “Las palabras de la profesora que me escuchó me marcaron para toda la vida, pero yo me quedé con el hecho de que era joven, que tenía mucho qué hacer con mi instrumento y que me tocaba trabajar durísimo si quería llegar a ser una gran profesional del canto”, cuenta desde España.
En la actualidad, esta joven soprano recuerda con gracia aquella experiencia. Claro, es que luego de protagonizar en su país la ópera “Madama Butterfly” (de Giacomo Puccini) y cantar recientemente con el gran Plácido Domingo –y esto solo por mostrar unos pocos botones–, ella puede decir con propiedad que el esfuerzo de años ha valido la pena y que ya su voz no parece ser tan “común”.
El primer acercamiento de Gómez con la música ocurrió a los once años en su natal Barquisimeto. “Comencé estudiando cuatro; siempre me gustó el canto y tocar instrumentos, porque siempre que veía a mis tíos y a mi mamá tocando y cantando quería estar allí con ellos divirtiéndome, pues yo veía que se gozaban muchísimo”, comenta.
Al tiempo empezó a relacionarse con el canto lírico “por casualidad”, como ella misma dice. Dado que venía de cantar en distintas agrupaciones corales, pudo conocer a Margot Parés-Reyna, profesora de la cátedra de Canto Lírico en el Instituto Universitario de Estudios Musicales (Iudem) –actual Universidad de las Artes–, quien la aceptó como alumna. Más adelante audicionó en la mencionada casa de estudios “y así fue como comencé esta travesía hermosa”. Egresó en 2013 como licenciada en Música, mención Canto Lírico.
Durante su largo camino ha pasado por el Orfeón Universitario de la UCV, “Patrimonio Artístico de la Nación”, y la Coral Nacional Juvenil Simón Bolívar de Venezuela. Con esta última agrupación recorrió varias ciudades de Alemania, Estados Unidos, Austria, Reino Unido, Portugal y Francia, entre otras naciones; con esta misma institución participó en el Teatro Alla Scala (Milán) en 2015, durante las presentaciones de “La Boheme”, de Puccini, dirigida por el maestro Gustavo Dudamel.
—En Venezuela, las corales ejercen una influencia importante en la vida de muchos cantantes. Más de uno tuvo su primer contacto con la música en un coro. ¿Qué aprendiste del movimiento coral en todos los años que cantaste allí?
—La música coral fue mi vida. Por ella llegué al canto lírico, por ella conocí la música de mi país. Los coros en los que canté forman parte de mi formación como músico, ya que en esas agrupaciones aprendí a ser solista y a acompañar como instrumentista (con el cuatro).
—¿Qué tal la experiencia de ser Madama Butterfly (2015) acá en Venezuela?
—Ese fue mi debut en un rol principal. Confieso que fue meterme en camisa de once varas, pero también dicen que las oportunidades las pintan calvas. No puedo dejar de decir que hasta fue atrevido de mi parte aceptar ese rol, sin embargo, no me arrepiento de nada porque lo que aprendí preparando a Madama Butterfly, me acondicionó para lo que venía después. Para mí, en la vida nada es casual y esto no es la excepción. Aunque “me las vi canutas” (como dicen aquí en España), esa experiencia de haber cantado en una de las salas más importantes del país me dio seguridad para afrontar otros retos en mi vida.
¡Que viva España!
En 2016, Gómez se mudó a Madrid (España) tras haber obtenido el 100% de una beca para estudiar en la Escuela de Música Reina Sofía. El alto sentido del humor de esta criolla la ha ayudado a meter a más de un español en su bolsillo. “Pienso que mi espontaneidad es uno de mis ‘ganchos’ y es lo que me hace diferente a los demás”.
El pasado 14 de mayo, en el marco del 25° aniversario de la institución musical, la Orquesta Sinfónica Freixenet brindó un concierto bajo la tutela de Plácido Domingo. Durante la ceremonia, Gómez interpretó la zarzuela “El dúo de la africana”, junto al tenor argentino Pablo Sánchez.
“Aún no sé explicar lo que sentí al momento de ver pasar a Plácido Domingo al lugar del ensayo. Recuerdo que a partir de ese momento fue que me dije a mí misma: ‘Es verdad, ¡voy a cantar con Plácido Domingo!’ Ya lo demás fue disfrutar, porque la verdad que el dúo que me tocó hacer era de mucho carácter. Pablo y yo nos llevamos súper bien y bajo la batuta de Plácido, que la verdad es un ser humano increíble, fue un sueño hecho realidad. Escuchar los aplausos del Teatro Real fue lo más hermoso y más cuando después que salimos de escena, Plácido nos dijo: ‘Vuelvan a salir para que sigan recibiendo sus aplausos’. Eso, sencillamente, fue la cerecita del pastel”.
—A propósito de tu estancia en España, ¿has compartido nuestra música con ellos?
—Pero por supuesto. Yo no pierdo la oportunidad de cantar la música venezolana a donde voy. De hecho, el pasado 27 de abril, en la escuela se hizo un concierto que llaman “Afterwork”; allí, con otros venezolanos instrumentistas del instituto, ofrecimos un programa de canciones venezolanas y gustó tanto que lo vamos a repetir el 27 de mayo en otra jornada. Eso me hace sentir muy feliz y emocionada, pues veo que nos toman en cuenta no solo para lo académico, sino para que demostremos qué tan rica es la cultura y la música en Venezuela.
—¿Extrañas algo de Venezuela?
—¡Demasiado! Extraño mi clima, mi gente, mi familia, hacer música con los míos, echar broma con mis amigos… en fin, he dejado toda una vida pero que llevo en mi corazón a donde voy.
—Por último, ¿qué mensaje le envías a tus coterráneos en medio de la situación que atraviesa el país?
—Que no se rindan. Sigamos adelante con nuestros sueños, no los abandonemos, hagamos posible lo imposible porque así es el venezolano: luchador y soñador, que no pierde las oportunidades, y si las llega a perder pues busca otras, porque no nos quedamos con lo malo. No hay sueño sin realizar, somos nosotros los que nos encargamos de que se cumplan; no existe varita mágica que los haga realidad, lo que existe es el trabajo que forjemos para alcanzar cada objetivo. Aunque muchos no estamos en Venezuela, seguimos luchando desde donde nos encontramos y a lo mejor no es en una marcha, pero ponemos el nombre de nuestro país en alto y demostramos que en Venezuela existe gente maravillosa que anda por el mundo mostrando la maravilla de país que somos.
