Leandro Area y su Mía Poesía
Miro de
reojo
en la foto del diario
Manos de papel
suben por los escombros
a recoger trazos de humo
que quedan del incendio
Volteas de pronto
y me golpeas el rostro
con tus ojos de guerra»
(%=Image(3052076,»R»)%) Acaba de aparecer editada por «Huella Editores», una
antología del trabajo poético del Embajador y
profesor Universitario Leandro Area. El autor bajo su personal
albedrío, toma de su lírica versos contenidos en
tres de sus poemarios: «Henry Morgan Lo
Sabe»(Panapo»;1986); «Exceso de Presente»(UCV;1997)
y su trabajo más reciente «La Casa
Extraviada»(Huella;2000).
El diseño del texto, de excelente calidad gráfica,
constituye ya una atractiva invocación que exime de
excusas para evadirla a un género que como la poesía
es objeto de adulación, con frecuencia sobrestimada
hasta la exageración en lo formal, pero esquiva y
fugaz en el transitar cotidiano de la gente que
rehuye, quizás inducidos por ese pesimismo
patológico de la modernidad, de no asumirse con compostura ante
ella.
Lectores y en general el hombre de a pie, vuelca su
gusto por los versos contundentes, descriptivos,
fáciles. Dicho de otro modo, «preferencia por la
música bailable a la que no lo es», prestos para la
declamación sin exigirse mayores esfuerzos de
participar en la composición y construcción de la
imagen, que no otra cosa es la poesía.
Tal asunto no puede estar mal, la poesía de aliento
popular resulta además de válida, necesaria. No
obstante, la persistente banalización de lo popular,
erigido a los modos de lo despótico, tiende a
acorralar, sin dirección deliberada desde luego, a
universos poéticos más complejos, donde la voluntad
>> poderosa de la palabra explayada, arbitraria e
indetenible sea capaz de derrumbar lo convencional
bajo el vuelo del vértigo y el escalofrío.
Leandro Area, con esta muestra de su poesía, exhibe
sin atenuantes esa capacidad expresiva para la
ironía y el frenesí, la melancolía, la pasión, y el
recuerdo,auxiliado convenientemente en una metodología
estética de fértil ruptura con el lenguaje lineal, sin que
pierdan sus versos en su vehemencia, a veces
soterrada y quieta, la sensibilidad y encanto que distingue la
obra singular reservada a poetas que sobreviven al
monólogo de su propia oscuridad y olvido.
Es una obra labrada con el cincel del que domina el
oficio, donde no existe un eje central temático;
todo lo imaginable en la experiencia del poeta tiene
significación, desde los hits de Vitico Davalillo a
la rebeldía de la madre ausente pergueñado de metáforas
y vivencias subjetivas que exasperan por momentos al
lector urgido de un desenlace; por aquello que
Carlos Gottberg, uno de los dos calificados presentadores
de la obra(el otro es el Poeta Willian Osuna), ha
señalado con acierto»:han sido escritos como en
medio de un personal huracán. De allí esa sintaxis
fracturada, esos verbos y adjetivos de su invención,
esos finales abruptos, esa belleza honda que luego
corta en un muro de ironía o con la risa inesperada
de quien parece decir a su propia sombra:¿que te creías
tu, que te iba a dar la llave;o que te iba mostrar
mis lágrimas como si fueran perlas cultivadas?»
Con convicción, estoy persuadido que la obra poética
de Area, alejada de una inexcusable desatención por
parte de los poderes mediáticos y de buena parte de
nuestra critica, que atribuyo más que a otra cosa a
la flojera y a la indolencia, ocupa un territorio
estelar y trascendente en la lírica contemporánea
venezolana.
El libro entiendo, está ya disponible en la librería
El Buscón(Centro Paseo Las Mercedes) y en la
Macondo(CCChacaíto) lugar este último en que a
mediados de febrero será bautizado en derredor de
unas buenas viandas, vinos y mejor compañía. Empújese
para allá si le provoca. Invito sin que el autor me haya
autorizado para ello; pero entre poetas y los amantes
de ella, todo se vale, ¿o no?.