La Voz del Maestro de Ronda
«Cuando aparecía don Francisco -escribe Antonio Machado- corríamos a él con infantil
algazara y lo llevábamos en volandas hasta la puerta de la clase».
Giner de los Ríos era sabiduría, sensibilidad y doctrina, todo ello fundido en un
singular e inolvidable estilo de vida. «Aunque no hubiera escrito nada, como no lo
dejó Sócrates, su obra viviría entera», nos dejó dicho Miguel de Unamuno.
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Francisco Giner de los Ríos nace en Ronda el 10 de octubre de 1839. Se traslada con su familia a Cádiz, cursando en el Colegio de Santo Tomás, su primer año de la segunda enseñanza. Posteriormente su familia se traslada a Alicante, obteniendo el grado de Bachiller en el Instituto de Alicante. Su iniciación universitaria empieza en Barcelona, de donde pasa a la Universidad de Granada. En esta ciudad recibe los grados de licenciado en Derecho y bachiller en Filosofía y Letras. En 1863 Giner se traslada a Madrid, y en la Universidad Central hace estudios de doctorado en Derecho. En 1867, Giner, gana por oposición la cátedra de Filosofía del Derecho y Derecho Internacional en la Universidad de Madrid
Recién llegado a la Corte traba amistad con Julián Sanz del Río, introductor y
principal representante del krausismo en España. Buen número de los krausistas
españoles son andaluces: Canalejas, Salmerón, Castelar, Federico de Castro y Giner
de los Ríos. Sanz del Río, nace en Castilla, pero a los diez años va a educarse a
Córdoba y más tarde estudia Derecho en Granada.
Sorprende leer, hoy que tanto se habla de la Unión Europea lo que Krause escribió en
el Ideal de la Humanidad hace casi dos siglos (la primera edición alemana se publicó
en 1811). Krause preveía que «sobre los Estados existentes en Europa puede venir en
un tiempo, y mediante ellos mismos, una unión superior política…»
Giner, fue sin duda la personalidad más eminente y eficaz del krausismo español. Al
maestro rondeño le toca el mérito de haber transformado toda la filosofía krausista
en una práctica docente. Tuvo una influencia decisiva en toda la vida intelectual
española de finales del XIX, y primer cuarto de por lo menos, del XX. Su actividad
le llevó a cultivar todos los terrenos desde la Literatura hasta la Sociología,
desde la Política hasta la Pedagogía. Fue en todo «hombre moderno», el primer
europeísta español; sus ideas se adelantaron a la llamada generación del 98. Jurista
intentó renovar sin violencia muchas instituciones sociales; sociólogo, estudió
sociológicamente la evolución de la cultura y de las ideas en general. Quizá su
mayor preocupación residiera en la Pedagogía: la formación de un hombre nuevo,
moralmente integro, intelectualmente cultivado, capaz de renovar el país. «Los
nuevos educadores en ningún momento tratarán de ser meros transmisores del saber
-decía Giner de los Ríos-, ni siquiera habrán de conformarse con la mera relación
instructiva, sino que en todo momento será su ideal el formar hombres hombres nuevos
y esto significa atención a todas las facultades del hombre, físicas y
espirituales.»
No es posible citar todas las obras de Giner de los Ríos, entre las más notables:
Estudios literarios (1866), Principios elementales de Derecho (1871), Estudios
jurídicos y políticos (1875), Lecciones sumarias de Psicología (1876), Estudios de
literatura y arte (1876), Educación y Enseñanza (1889), Estudios y fragmentos sobre
la teoría de la persona social (1899), Ensayos sobre Educación (1913) y la
interesantísima y novedosa para la época, Estudios de filosofía y sociología (1904).
Con ser notable toda la obra como pensador nada supera la del pedagogo en acción. En
1875, fue expulsado temporalmente de la cátedra de la Universidad de Madrid, con
muchos otros profesores. Giner es conducido por la guardia civil a Cádiz y recluido,
durante los primeros días de su destierro, en el castillo de Santa Catalina. En
1876, funda la Institución Libre de Enseñanza, primero de enseñanza superior y
después sólo primaria. Giner creía que el español adulto es irreformable y que sólo
tomándolo ab ovo, podía sacarse de él algún partido. Y lo sacó, evidentemente. Por
aquella modesta institución pasaron muchos hombres y mujeres que luego fueron
eminentes en la enseñanza, en la ciencia, en la política y en la literatura: Azaña,
Besteiro, Fernando de los Ríos, Concepción Arenal, Emilia Pardo Bazán, Antonio
Machado, Unamuno, Juan Ramón Jiménez, Zenobia Camprubí, Ortega y Gasset, Américo
Castro, Salvador de Madariaga, María Lejarrága, Victoria Kent, María de Maeztu,
Lorca, Dalí, Emilio Prados, María Zambrano, Buñuel…
A la sombra del Institución Libre de Enseñanza y bajo la inspiración de Giner y sus
auxiliares, señaladamente su segundo, Manuel Bartolomé Cossío, el redescubridor del
Greco, nacieron otras instituciones encargadas de difundir la cultura: la Escuela
Superior del Magisterio, el Instituto Modelo de Enseñanza Secundaria, la Residencia
de Estudiantes y la Junta de Ampliación de Estudios.
Nadie honradamente puede negar que todas estas instituciones creadas e inspiradas
por Giner de los Ríos, hizo mejores a los hombres y mujeres españoles. El espíritu
Giner alienta en cada uno de esos institutos, a saber, la visión de una España
futura, obra de jóvenes generaciones a las que una nueva educación panhumanística
había redimido de la penuria intelectual de antaño. Ese espíritu coincide con el
«ideal de humanidad» del racionalismo armónico, en los decenios anteriores a la
primera gran guerra. Cuando Giner de los Ríos muere en Madrid el 17 de febrero de
1915 ya se ha quebrantado ese ideal, pero, hay motivo más que suficiente para seguir
profesando el de Giner con fe robusta. Y como dijo Machado: «Allí el maestro un día
/ soñaba un nuevo florecer de España».
Francisco Arias Solís
La libertad no la tienen los que no tienen su sed.
XIII Festival Poético por la Paz y la Libertad en memoria de Mario Benedetti.
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