La IA y la creatividad: entre la innovación y el dilema ético
ChatGPT vuelve al centro de la polémica por entrenar su modelo con contenido protegido por derechos de autor. ¿Innovación o vulneración?

La inteligencia artificial (IA) ha capturado nuevamente la atención del público general, no solo por sus impresionantes capacidades, sino también por las controversias que la rodean. Esta semana, la generación de imágenes al estilo de Hayao Miyazaki ha puesto en evidencia tanto el potencial creativo de la IA como sus implicaciones éticas y legales, además de saturar unos cuantos servidores en todo el mundo.
Tras un inicio de 2025 en el que los avances en IA parecían dirigidos principalmente a especialistas, la capacidad de herramientas como ChatGPT, Grok o Copilot para generar imágenes con estilos artísticos reconocibles ha revitalizado el entusiasmo popular. La posibilidad de crear imágenes al estilo de Studio Ghibli ha devuelto la fascinación por la IA, permitiendo a los usuarios experimentar y compartir contenido visualmente atractivo. ¿Pero por qué ahora?
Y la respuesta parece ser clara: OpenAI movió sus fichas porque necesitaba recobrar la popularidad estancada tras la aparición de DeepSeek y el lanzamiento de Google Gemini 2.5 Pro, y qué mejor manera que apelar a la creatividad para volver a enamorar a esos usuarios que ya se habían ido.

El efecto, en cambio, no solo regresa a ChatGPT a la mente de todos, sino que también desató una locura de generación de imágenes de todo tipo en herramientas como Leonardo, Midjourney, Ideogram o Kling. ¿Pero cómo pueden hacer imágenes con este u otros estilos? Pues aquí es donde está el detalle: las IAs generativas crean imágenes de un perro porque son entrenadas con millones de imágenes de perros, de diferentes autorías, sin restricciones.
Los creativos se quejan
La industria creativa ha comenzado a reaccionar ante estas prácticas. Un informe encargado por Cisac advierte que la IA podría reducir los ingresos globales del sector musical y audiovisual en más de 20% para 2028, debido al uso no autorizado de obras protegidas para entrenar modelos de IA generativa. Además, se han iniciado acciones legales contra empresas de IA por utilizar contenido protegido en sus procesos de entrenamiento. Por ejemplo, Universal Music demandó a Anthropic por el uso de letras protegidas en el entrenamiento de su chatbot Claude.

Esta tendencia trae nuevamente a la mesa la urgencia de establecer regulaciones claras que protejan los derechos de los creadores en la era de la IA. Es esencial encontrar un equilibrio entre fomentar la innovación tecnológica y respetar la propiedad intelectual, garantizando que los avances en IA beneficien a la sociedad sin menoscabar los derechos de los artistas y creadores.
Para que la inteligencia artificial se integre de manera ética en el ámbito creativo, es prioritario cada vez más fomentar un diálogo entre tecnólogos, artistas, legisladores y la sociedad en general. Solo a través de la colaboración y la comprensión mutua se podrán establecer condiciones legales que permitan aprovechar las ventajas de la IA sin comprometer los derechos y la integridad de los creadores humanos.
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