La fusión musical de Alfonso Terán
Porta jeans y camiseta negra. En su antebrazo izquierdo destaca el tatuaje de un tigre. Su barba, cuidadosamente al descuido, y el cabello, peinado de lado. Bebe un sorbo de té frío, toma su guitarra y comienza a tocar. “Si haces este tranca’o te suena country, ¿te das cuenta?”, comenta mientras conjuga ritmos con su instrumento. Él es Alfonso Terán y le canta al amor –como muchos–, pero su propuesta musical tiene influencias del pop, del country y hasta de lo venezolano –como pocos–.
“A mí siempre me encantó esto –dice el cantante–. De hecho, cuando era niño, colocaba el reproductor, apagaba las luces de mi cuarto, me sumergía en la atmósfera de lo que estaba escuchando e imaginaba que era yo quien cantaba”.
Y esa afición por el arte sonoro no se quedó en simples sueños: desde pequeño lo inscribieron en el Colegio Emil Friedman, donde recibió clases de distintos instrumentos. Pero de todos, en el que más se destacaba era en el cuatro. Incluso, llegó a tocarle una serenata a Irene Sáez cuando ella era alcaldesa del municipio Chacao.
Pero a Terán le atraía en gran manera el rock, y a su modo de ver, este género no iba muy de la mano con el cuatro. “Fue así como me di cuenta que existía la guitarra, aunque le tenía un poco de miedo, porque la veía más complicada. Sin embargo, empecé a tocarla poco a poco”.
Con el fin de conocer mejor a su amiga –la guitarra–, aplicó un pensamiento bastante millennial: no hay nada que Google no pueda enseñar. Así que comenzó a consultar tutoriales y páginas de acordes y, sin darse cuenta, ya se defendía en sus interpretaciones. “Luego, un amigo me enseñó algunas cosas, como la escala pentatónica, que se usa mucho en el blues”.
El sueño americano
A Terán le gusta el diseño gráfico. Tan es así, que en un momento de su vida pidió una visa de estudiante, tomó sus maletas, compró un pasaje de avión y se fue a la ciudad de Charlotte (Carolina del Norte, Estados Unidos) a profesionalizarse en el área. Pero los planes que Dios tenía para él seguían inclinados hacia la música.
“Me hice full amigo del hijo de la familia con la que me estaba hospedando. Recuerdo que un día me encerré en mi habitación y comencé a tocar la guitarra, pero el ‘toc, toc, toc’ de la puerta me hizo detener”. A manera anecdótica, explica lo que aconteció:
–¿Eres tú el que está tocando o es el equipo?–, me dijo mi amigo.
–No, ese soy yo–, le contesté.
–Chamo, tienes demasiado talento. ¿Quieres tocar en bares?
–Yo mismo soy.
Así fue como este joven dejó de lado la carrera de diseñador y comenzó su historia musical en Norteamérica. En 2005 se alió con otros compañeros y juntos fundaron la banda de country Dear Carolina. Al principio solo los dejaban presentarse lunes y martes –días que son de poco movimiento en locales nocturnos–, pero después “vino la locura”, como él mismo dice. “Llegamos a ser una de las bandas más exitosas de Carolina del Norte”, y no miente, pues tuvieron más de 350 shows en 2 años y ganaron el segundo lugar del concurso Battle of the Bands.
Por razones personales, el conjunto se separó en 2006 y Terán creó su segunda banda: Bellow The Belt, con la que realizó más de 400 presentaciones, varias de ellas en el Time Warner Arena of Charlotte para los juegos de la NBA y en fiestas privadas para los jugadores de Nascar.
Cierre forzado de un ciclo
Aunque todo iba bien con el arte, en 2009, Terán tuvo que regresar a Venezuela, pues su visa de estudiante se venció. Sus planes eran solicitar una renovación para seguir tocando con su grupo. Pero, nuevamente, el propósito del Creador era distinto al que este criollo había diseñado. Esto fue lo que sucedió:
–¿Qué fuiste a hacer a los Estados Unidos?– me preguntó la chica de la embajada.
–Yo estaba estudiando–, le respondí.
–Pero, ¿por qué hiciste cinco años y ni si quiera terminaste la escuela?
–Bueno… lo que pasa es que el inglés se me hizo muy difícil–. Obviamente era mentira, y ella se dio cuenta.
Lo cierto es que a Terán no le renovaron la visa. “Chamo, sentí que se me caía el mundo, no me hallaba en Venezuela. Mi vida estaba en Estados Unidos, había una gran necesidad de volver y seguir haciendo música allá. Pero, bueno, debía continuar con mi vida, ¿no?”
Aceptó la realidad y se enfocó en crear arte en estas tierras. Pero sus años en Norteamérica lo alejaron un poco de las canciones en español, así que comenzó a nutrirse del estilo de los latinos para componer y buscó la manera de integrar sus conocimientos previos a lo que se hacía en este lado del orbe. Así fue naciendo un estilo ecléctico, caracterizado por la incorporación de varios géneros.
Zombi enamora’o
El video promocional con el que este criollo se lanzó al ruedo como solista se llama “Mi único adiós”, producido por Compostela Films & Art y dirigido por Nuno Gomes.
En la pieza audiovisual, una pareja de jóvenes está huyendo de la invasión zombi, cuando se dan cuenta que el protagonista –Terán– ya fue infectado con el virus de los muertos mutantes. “Cuando Nuno me hizo la propuesta, simplemente me encantó. Accedí y lo filmamos en San Antonio de los Altos (estado Miranda)”. Hasta la fecha, tiene cerca de 290 mil reproducciones en Youtube.
La letra de la canción surgió cuando Terán estaba saliendo con una chica. “Ella me contó sobre su novio, quien falleció. Su testimonió me inspiró para componerle este tema”.
La relación no continuó, pero este caraqueño no perdió la oportunidad de sacarle provecho a la historia.
Fuera de Venezuela
“Aunque acá hay mucho talento, siento que las condiciones del país no están dadas para crecer en la industria del entretenimiento”. Por eso, y aprovechando que toda su familia materna es mexicana, este cantante se fue para la tierra de los chilangos a probar suerte.
Ya tiene dos años en esa nación y desde allá trabaja en la producción de su álbum debut. Por ahora, puede disfrutarse de un EP, que contiene cuatro temas: Mi único adiós, Elígeme a mí, Me fallaste y Tú. Este último tema será su segundo promocional.
“Te voy a confesar algo: yo soy muy enamorado. Puedo ver a una chica y ya siento que la amo. Así me pasó con una muchacha que conocí en unas clases de teatro, allá en México. No aguanté y le escribí Tú”.
El EP fue producido por Arturo Cabrera y el ingeniero de grabación fue Vladimir Quintero. Los encargados de la mezcla fueron Adrián “Rojo” Treviño, Brent Hendrich y Adrián Noroña Merki, mientras que la masterización estuvo a cargo de Adam Ayan.
Un chico abierto
Este artista no tiene problema con las críticas. De hecho, alega manejarlas “de forma positiva. A mi modo de ver, todos tenemos cosas buenas y malas. Cuando alguien hace un comentario sobre mi trabajo, sea positivo o negativo, me gusta analizar el porqué lo dijo y trato de mejorar”.
Y ha sido esa amplitud la que le ha permitido abrirse camino en la industria musical. Aunque está comenzando, ya la tarea más difícil –emprender– la hizo con éxito.
Además, es una persona que se moldea fácilmente a los cambios. Primero fue del cuatro al rock, luego del rock al country, después del country al pop… ¿qué vendrá después? No se sabe. Por ahora, lo mejor es sentarse a disfrutar su música y seguirle los pasos para constatar el momento en que llegue su próxima metamorfosis.