La Feria del Libro de Fráncfort celebra el centenario del nacimiento de Rulfo
La Feria del Libro de Fráncfort, la mayor cita editorial del sector, celebró este jueves el centenario del nacimiento del genio literario mexicano Juan Rulfo, con un emotivo acto en el que participaron el escritor español Xuan Bello y la traductora de sus obras en Alemania, Dagmar Ploetz.
Patrocinado por el Instituto Cervantes de Fráncfort y la Embajada de México en Alemania, decenas de personas asistieron en la feria a un debate sobre el gran escritor latinoamericano, «una de las cumbres de la narración universal del siglo XX», en palabras de Bello.
«La brevedad de su obra confirma que el mundo es más profundo que extenso», sugirió el narrador y poeta asturiano, autor de «Historia universal de Paniceiros» y el único escritor español que ha acudido este año a Fráncfort, una cita centrada más en la comercialización de derechos editoriales que en las presentaciones literarias.
Bello destacó que en el puñado de cuentos que escribió Rulfo y en su magistral novela corta «Pedro Páramo» se encuentra «la mejor descripción de México y toda una formulación de la hispanidad».
Explicó que su descubrimiento de Rulfo con la lectura del cuento «Diles que no me maten» del libro «El llano en llamas» a los 14 o 15 años fue «una iluminación» que le llevó a traducir enseguida ese relato al bable (la lengua de Asturias) y a leer toda su producción.
«Su obra es muy breve pero abarca toda la eternidad», dijo Bello evocando las palabras del poeta portugués Fernando Pessoa, quien consideraba que «el mundo es más profundo que grande».
«Siempre que lo he leído he encontrado algo mío, pero algo muy familiar», recalcó.
El escritor español destacó que Rulfo «se empeña en descubrir la verdad de las cosas, a través de un milagro, una semilla que se llama poesía», a pesar de que «se acerca mucho a la poesía sin tener ningún rasgo lírico».
Bello confesó que pudo conocer al genio mexicano y tomó un vino con él en un bar de Oviedo, donde ambos se quedaron callados sin pronunciar una sola palabra durante cerca de media hora.
«Rulfo tiene una simpatía por el débil evidente, todos sus personajes sufren una desgracia, no son héroes solitarios, el castigo, la desgracia es de muchos, desde sus antepasados a sus futuros», dijo y consideró que con ello confiere además «una dimensión ética a su escritura».
En este sentido resaltó que el mexicano participa de «esa visión campesina que es la de los clásicos, la de Virgilio, la de Horacio, que piensa que en algún tiempo debió de existir alguna edad de oro en la que todo era justo; la pregunta es cuándo se estropeó todo esto».
Por su parte, Dagmar Ploetz, que realizó una segunda traducción de «Pedro Páramo» al alemán hace cerca de cinco años, reconoció que «traducir lo poético de Rulfo es difícil» pero subrayó que «hay que fiarse del autor, intentar trasponer lo que hizo él».
Ploetz destacó su «sencillez, que no es nada sencilla» y ese «reino de la vida y la muerte en el que está todo dentro» que domina su obra y que le vincula con el poeta alemán Rainer Maria Rilke, a quien Rulfo tanto admiraba.
Además, dijo, describe «una violencia que está en las cosas» y que «hace pensar en el presente y en el México actual».