Israelíes y palestinos se enfrentan, pero esta vez por diversión
Un centenar de israelíes y palestinos se enfrentan en las tablas reales (backgammon), un juego de mesa muy extendido en Oriente Medio por el que sienten pasión. El ambiente es relajado, algo poco común en Jerusalén.
Juegan bajo una carpa, al son de un concierto de música árabe, entre platos de sandía, horchata y cerveza, y el vapor del narguilé.
Abud, un palestino de Belén, en la Cisjordania ocupada, no había pasado una velada como la del miércoles «desde hacía años».
«Recuerdo cuando pasaba aquí la noche, en Tel Aviv o en Haifa. Tenía amigos israelíes, venían a verme a Belén, a comer hummus o falafel (dos platos a base de garbanzos)», cuenta con nostalgia este comerciante palestino cristiano de unos 50 años que no quiere dar su apellido.
Frente a él está sentado Baruj Meiri, un jubilado judío originario de Irak. Está contento de poder hablar en árabe, su lengua materna.
«Este ambiente, la música, el idioma, el juego, es todo lo que sueño» para Israel, dice.
Abud y Baruj no habrían podido juntarse sin este torneo, que ha servido de pretexto. Una excusa para saborear de nuevo la sensación de «vivir juntos» que conocieron, uno en su Irak natal, y el otro antes de la construcción del muro de separación entre Israel y Cisjordania, de los atentados y de la desconfianza recíproca.
Jerusalén Doble
Jerusalén es el corazón del conflicto israelo-palestino. Israel anexionó la parte palestina de la ciudad y proclamó que Jerusalén es su capital indivisible. La ONU lo condena. Los palestinos también quieren convertir a Jerusalén Este en la capital de su futuro Estado.
No hay visos de solución e israelíes y palestinos viven en Jerusalén en medio de fuertes tensiones.
Un grupo de jóvenes activistas israelíes y palestinos decidió recurrir a uno de los juegos más viejos del mundo para restablecer un vínculo.
Se desafían para ver quién será el primero en retirar las fichas del tablero, durante cuatro noches al aire libre en la parte árabe o judía de la ciudad, en casa de particulares o en lugares públicos. No hay policía.
La iniciativa «Jerusalén Doble», en referencia a la jugada que permite tirar los dados dos veces seguidas, se ha convertido en una atracción.
Alrededor de las mesas se ve a palestinas con velo, a judías religiosas, a ultraortodoxos con kipá negra, a jóvenes de barrios árabes y a un montón de niños alborotados.
«Para muchos es lo máximo de interacción que pueden tener con un árabe o con un judío», confirma uno de los organizadores, el judío Zaki Djamal.
Reunir a gente distinta
«La primera noche éramos 150. La segunda aún más, con un nuevo perfil de participantes: los que conocieron los viejos tiempos, en los que Jerusalén era un hervidero de judíos, musulmanes y cristianos «, declara Mahmud al Rafai, uno de los organizadores palestinos.
El éxito de «Jerusalén Doble» demuestra que la realidad no es en blanco y negro, al contrario de las fichas de las tablas reales. «La situación no es como los políticos intentan vendérnosla», afirma Mahmud al Rafai.
En árabe y en hebreo, el juego se llama «shesh besh», una mezcla de turco y de persa para decir «6» y «5». Los hombres se juntan para jugar a él en las cafeterías de Ramala o de Tel Aviv.
Los organizadores del torneo han descubierto que los palestinos juegan una variante llamada «mahbusa», desconocida para los israelíes.
Los israelíes quitan las fichas cuando llegan al borde del tablero y los palestinos las apilan. Esta diferencia hace que Abud y Baruj se enzarcen en debates interminables. Uno activista se propone como mediador. Ellos se desternillan de la risa.