Indiana Jones y El Reino del Cráneo de Cristal, 20 años después
Veinte años han pasado y ahora, como de la nada, regresa el arqueólogo Indiana Jones con el latigo, el sombrero y la chaqueta de cuero a las pantallas del cine internacional. Steven Spielberg, George Lucas y Harrison Ford lo han hecho nuevamente. Y, aunque Harrison Ford ha envejecido dos décadas completas, su personaje más entrañable, Indiana Jones, consigue emanar, por momentos, el mismo clima de aventura que en las tres películas anteriores.
Nos ubicamos en la década de los cincuenta en los Estados Unidos. La KGB y la CIA multiplican sus estrategias de espionaje en pos de la conquista del mundo y la guerra fria se encuentra en su mayor apogeo. Indiana Jones sigue siendo profesor de arqueología en la universidad y, sin esperarlo, un nuevo caso a resolver, lo devuelve a la acción. Un viejo colega (John Hurt) ha desaparecido en la búsqueda del cráneo de cristal de Akator, le relata el joven rebelde Mutt (Shia LaBeouf). Juntos se encaminan a la misión de hallarlo. El destino será: primero Perú. Después el amazonas. Los sitios de acción, al igual que en las historias anteriores: templos, pirámides, una selva tropical y cementerios antiguos. En el camino se les une una fria espia rusa (Cate Blanchett: extraordinaria en el rol), especialista en métodos parapsicológicos y metafísicos y obsesionada por el conocimiento paranormal y, por supuesto, no faltaría más, su viejo amor Marion (Karen Allen).
La codicia del oro y la sed de los conocimientos ancentrales de los mayas, incas o incluso extraterrestres, los llevará a todos a la selva amazónica, al dorado, donde el conquistador español Orellana, parece haber perdido la vida. Aquí se desarrollan, en su mayoría, escenas que podríamos llamar, politicamente incorrectas. En la sala del cine en Berlin, no parece importarle a nadie de lo que se trata.
Una corta enumeración muestra los exabruptos políticos más resaltantes: caminando Indiana Jones en un mercado indigena en Perú, escuchamos paradojicamente música mexicana. Luego, los incas no deformaban los cráneos de sus habitantes en la América Precolombina, si no que el famoso cráneo de cristal (leit motiv de la historia), pertenecía a un extraterreste, que añoraba reunirse con los otros doce para regresar a marte (?). Talar los bosques sobre sendos tanques de guerra, mientras los dos bandos se disparan y se lanzan en lucha de esgrima, profanar templos, destruir los ornamentos piramidales y masacrar indigenas durante la aventura de la codicia, está bien, es legítimo. Lo más importante es que tanto los rusos como los gringos disfruten de la acción, y todos salgamos para la casa, satisfechos de haber presenciado una vez más, cuánto desprecio las llamadas potencias del norte, tienen sobre los otros, los desposeídos historicamente de sus riquezas. Lástima que a todas éstas, halla sido solamente Cate Blanchett, la unica pulverisada y enviada con la sumatoria de todos los trece caballeros de cráneo de cristal directamente a marte. Y, todo por querer saber más. Más y más.
Indiana Jones no desiluciona, digamos, la expectativa de acción y adrenalina de los espectadores. Se trata de una película de aventura diseñada para toda la familia y, sin lugar a dudas, entretiene a todos y no aburre a nadie. Pero, no es difícil darse cuenta, que les costó un enorme esfuerzo (aparte de dólares) a este gran trio de cineastas, devolverle la gloria y la magia a un personaje mitologizado por los medios, que carece de fantasia y encanto y, más aún, de la fuente de la juventud. Ni Harrison Ford aquí, ni Silvester Stallone en Rambo, son los de ayer. Aunque lo intenten.