Hamlet de Laurence Olivier 1948
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El académico francés Marcel Pagnol ha afirmado que Hamlet es la obra cumbre del arte teatral, y que la creación escénica exige del actor una enorme preparación en la actuación y conocimiento profundo de la obra.
En Shakespeare la palabra debe ser exactamente adecuada a la situación, porque él conocía el lenguaje especial de cada personaje en su medio. Es uno de los motivos que hacen de Hamlet una creación psicológica, sumada esta exigencia a una propuesta formal de la pieza cinematográfica que vaya a realizar la obra magna de Shakespeare:
“Que la acción responda a la palabra y la palabra a la acción, poniendo un especial cuidado en no traspasar los límites de la sencillez de la naturaleza…”. (Shakespeare: Hamlet. Escena II, Acto Tercero)
Hamlet, en la creación de Laurence Olivier, ha tomado en cuenta esta necesidad de ser fiel a la obra en cuanto a la acción y su expresión verbal, y sin embargo el cineasta y actor hizo cambios de importancia al texto literario: Para aislar Elsinore del mundo, el director prescindió de los tres personajes más asociados con el exterior del reino en la obra. Hace desaparecer a Fortinbras y, por lo tanto, toda la trama política que va asociada con él, y también elimina a dos personajes tan significativos como Rosencrantz y Guildenstern. La trama política es totalmente secundaria o casi inexistente. No hay relación con el mundo exterior. La historia está más cercana al drama psicológico y se centra básicamente en la relación entre Hamlet, su amada Ofelia, su madre Gertrudis y su tío y padrastro, Claudio.
El protagonista principal está atormentado por esa vida ideal mezcla de realidad y sueño; eso que todo ser humano siente bullir en su espíritu. Víctor Hugo dijo que hay en sus acciones un sonambulismo derramado. Se cruzan en los pensamientos del Príncipe el sufrimiento y la ansiedad, cubiertos con una capa de quimera, y es a través de ese velo de ensueño por donde siente y comprende, sabe y duda, llora o se burla. Un estado psicológico de perturbación alternado con alguna certidumbre adquirida de la confesión recibida por el fantasma de su padre, el Rey asesinado por su hermano Claudio, usurpador del trono y del lecho de la reina, madre de Hamlet.
La obra fue filmada en blanco y negro, una decisión de Olivier que fue criticada por el carácter expresionista que dio a la película, muy parecido al Macbeth de Orson Welles. En cierto modo, lo que quería hacer el director con su Hamlet era llevar la obra al gran público. Sin embargo, la introspección de esta película y su componente psicológico no le dio la popularidad esperada. Fue un éxito de crítica, pero desde luego no obtuvo plena acogida popular.
Laurence Olivier ha hecho de la obra literaria teatral una recreación de su propio genio, sin perder de vista su contenido. Los grandes parlamentos fueron remplazados por unas pocas líneas y otros textos fueron reconstruidos, como en un collage, juntando trozos de diferentes partes de la obra.
Lo mismo ha hecho el cineasta con los monólogos internos de los personajes. En el teatro se expresan en largos soliloquios de los actores, y en la versión fílmica se transforman en voces en off, que recrean sus pensamientos. En este Hamlet se alternan las voces interiores con reales expresiones verbales.
El monólogo “ser o no ser” se propone de igual manera: Hamlet está sobre un acantilado mirando cómo las olas rompen sobre las rocas. En un momento la cámara sólo ve los ojos del personaje mientras declama la oración, y en otro se escucha la voz mientras vemos a Hamlet contemplando el mar.
Hamlet podría llamarse Melancolía, como el grabado de Durero. Laurence Olivier representa con altura el estado sombrío del personaje. Cuando un gran actor representa obras de Shakespeare, su individualidad se convierte en parte esencial de la interpretación. Me atrevo a decir que el Hamlet de Shakespeare no existe como hombre de carne y sangre. Si el Príncipe de Dinamarca tiene el carácter de una obra de arte, es porque posee también los rasgos del actor que le da vida. Laurence Olivier ha logrado crear un personaje con sus atributos de artista de la actuación y gran director.
Hay tantos Hamlet como melancolías.