Francis Bacon (1561-1626)
(%=Image(2303181,»L»)%) Francis Bacon, filósofo, político y ensayista inglés, se creyó siempre destinado a realizar en el mundo una gran misión que lo revolucionaría, y para poner en práctica su ideal, no pensó más que proporcionarse la riqueza que le parecía imprescindible. Tal preocupación llegó a destruir en él su sentido moral, aunque acaso influyera también no poco en ello la lectura de las máximas de Maquiavelo, aquel que, según él, escribió “acerca de lo que los hombres hacen, no acerca de lo que debieran hacer”. Así adoptó como norma de su conducta que hay que evitar siempre lo que pueda repelernos, y no bogar nunca contra la corriente; que en la fama y la reputación conviene mucha publicidad, pero en las costumbres gran secreto; que hay que saber disimular a tiempo y fingir cuando no hay más remedio; que la falsedad es semejante a la aleación en las monedas de oro y plata: ayuda a dar resistencia al metal; que el mejor procedimiento para triunfar en el mundo es acercarse a los grandes hombres, entregándoseles uno atado de pies y mano. Esto y más practicó él en su vida de perpetua adulación al fuerte, sin perjuicio de que luego fuera desleal y traidor con su protector Essex, cuando le vio caído. Oportunista en política, su falta de escrúpulos le llevó a ser destituido de su cargo de Lord Canciller, bajo la acusación de haberse dejado sobornar, lo que él mismo reconoció renunciando a defenderse.
Si en el concepto moral Bacon, ocupa bajísimo lugar, en el concepto intelectual y literario se le asigna el más alto después de Shakespeare, en la época del Renacimiento en Inglaterra. La tendencia de su labor científica y filosófica es lo que le ha dado importancia ante la posteridad; pero sus cualidades literarias han contribuido también a ello.
Francis Bacon, barón de Verulam, nació en Londres el 22 de enero de 1561 y falleció en su ciudad natal el 9 de abril de 1626. Perteneciente a una ilustre familia, pues su padre era Lord encargado de la custodia del Gran Sello y su tío el primer ministro de la reina Isabel. Estudió en el Trinity College de Cambridge, ejerció la abogacía y fue miembro del Parlamento a partir de 1584. Fue el agregado diplomático más joven que había en la Embajada inglesa de París, lo que le aficionó a la vida diplomática y ayudó a su precoz experiencia y ambición. Pocas veces se han visto en un hombre tan firmemente enlazadas como en él, desde su juventud, el más práctico materialismo y el más soñador idealismo. Se le otorgó el título de barón de Verulam y gozó de la absoluta confianza de Jacobo I, quien en 1621 le nombró vizconde de Saint Albans; pero ese mismo año fue acusado de venalidad y sancionado, aunque el hecho tuvo como única consecuencia el fin de su carrera política.
Bacon escribió en latín y en inglés, lamentándose de esto último, porque el latín era, en su concepto, el único que conducía a la inmortalidad. Ante la ciencia, representó la convicción de que la verdad no puede ser hija de la autoridad de ningún sabio, sino de la experiencia y de la experimentación humanas. Su principal objeto fue derribar los métodos deductivos de Aristóteles y de los escolásticos medievales, que él halló triunfantes, y por cuyo medio se probaban teorías preconcebidas, sin apoyarlas en hecho. Se erigió, pues, en campeón del método inductivo en Inglaterra, y sólo lo que la fría luz de la razón iluminaba existía para él. Promovió así un movimiento intelectual, que impulsó, principalmente, el estudio de las ciencias de aplicación.
Sus obras capitales en inglés son: Essays, ensayos sobre la enseñanza, los estudios, la vanagloria, etc.; The Advancement of Learnign, traducida como El avance del conocimiento, The New Atlantis (Nueva Atlántida), novela filosófica que dejó sin terminar y que fue publicada en 1627, en la que proyectó un estado utópico científicamente organizado. De sus obras latinas la principal es su célebre Novum Organum (1620), en la que se expone la nueva lógica o método de su filosofía, en oposición, con el Organum aristotélico. Y como dijo el célebre escritor inglés: “El conocimiento se adquiere leyendo la letra pequeña de un contrato; la experiencia, no leyéndola”.