¿Existe una Filosofía Iberoamericana?
(%=Image(6310209 ,»L»)%) I
El proyecto para conocer si efectivamente ha habido filosofía en nuestra lengua, pensado el término filosofía desde sus primeros conceptos, nos descubre que en la lengua hispana no hemos tenido un sistema filosófico propio, como el de Aristóteles, Kant, Heidegger y otros pensadores creadores de un pensamiento orgánico en filosofía. Al decir esa palabra siempre recurrimos a la idea etimológica: Búsqueda desinteresada de la verdad, pero tal planteamiento no satisface a la disciplina filosófica como tal.
Sabemos, es cierto, que el filosofar es una aspiración del hombre por alcanzar algo universal, lograr una concepción universal de la realidad y sus principios, y sin embargo no alcanzamos la totalidad del concepto.
La cultura filosófica ha tenido en el tiempo objetivos distintos. En la antigüedad, el problema del pensador era la naturaleza o el Ser de las cosas, en su dimensión teórica y práctica y en sus dos vertientes: lo Real y lo ideal, representadas en Aristóteles y Platón. La Edad Media centró su pensamiento en el problema de Dios, diversificado en la presencia de múltiples tendencias: 1.- La Revelación divina propuesta por Tomás de Aquino y expresada como filosofía confesional: Todo lo recibimos de Dios por revelación. 2.- La separación entre razón y fe, pensada por San Agustín, de Hipona. 3.- Entrambas, el misticismo, cuya síntesis es el tema de la comunicación directa entre Dios y el hombre. La filosofía moderna se plantea el problema del conocimiento, el juego de los sentidos y la razón, el saber, la experiencia. Descartes y Kant son los más relevantes filósofos de esta época, creadores de sistemas filosóficos propiamente dichos. Por último. la actualidad del pensar filosófico centra su interés en la existencia del hombre, el hombre ante su realidad mundanal. Heidegger fue el iniciador de esta inquietud denominada existencialismo, seguido por Husserl y su teoría de la Fenomenología; Sartre, Ortega y Gasset, Nietszche, Leibnitz, entre otros filósofos europeos.
Tal es la visión general de la filosofía en la historia de las ideas.
II
¿Es posible hablar de una filosofía con sistema propio de origen iberoamericano?
Suelen confundirse los términos doctrina y sistema, y no guardan ninguna relación orgánica. Doctrina y adoctrinar sugieren enseñanza u opinión sobre alguna materia, mediante la contraposición de los autores que han tratado esa materia en particular. La palabra doctrina significa un conjunto de creencias, reglas y preceptos, estén o no ordenadas. Por el contrario, el sistema es la forma en que se expresa y organiza el conocimiento de alguna disciplina, científica o artística. Las ideas en torno al punto central que hace de objeto de conocimiento pueden sistematizarse y constituir un conjunto formal: el sistema como forma del conocimiento organizado.
Al ver la disciplina filosófica como un sistema complejo con reglas propias de pensamiento, estaríamos tentados a decir que no hay tal filosofía en nuestra lengua española. Nombrar a Miguel de Unamuno es mirar hacia el existencialismo ya proclamado por Heidegger, Husserl y Sartre. Don Miguel escribió ensayo literario, novela, poesía, teatro, pero nunca propuso un sistema filosófico. Toda su obra está teñida del pensamiento existencialista. Y no obstante, la tendencia a fijar como necesidad inexcusable de la filosofía la de expresarse en un sistema, ha encontrado en Unamuno la defensa del pensamiento filosófico ajeno a la rigidez de un sistema, tal cual lo exige la ciencia. “Es prejuicio llamar filosofía solamente a la filosofía sistemática. Es preciso decirlo: los alemanes no son más que constructores de sistemas. Pero se encuentran en Goethe mucho más que en Herbart. El pensamiento español hay que buscarlo en Cervantes, en Calderón, en Íñigo de Loyola. ¿Vamos a buscarlo en Balmes? Se comete, por eso, un absurdo cuando se quiere tratar la filosofía medieval aparte de la teología. ¡Pero si toda ella es una justificación del dogma!” 1
José Ortega y Gasset basa su obra en el análisis de la existencia humana. Tampoco el pensador español se ciñó a un sistema propio para su filosofía. Por ejemplo, expuso el concepto de “perspectiva” en su ensayo Verdad y perspectiva, un concepto que tiene resonancias en la obra de filósofos alemanes como Husserl, Leibnitz y Nietzsche. Y aunque esas ideas tuvieron en la obra de Ortega un tono original, su pensamiento se ubicaba en el tema del conocimiento y el existencialismo, en acertada conjunción.
Para Ortega, la realidad se ofrece a los individuos en una gran variedad de perspectivas singulares: el Perspectivismo. Cada una de ellas es una forma de realidad y forma una posibilidad de conocimiento de lo real. Es decir, una perspectiva supone siempre la combinación realidades individuales, y la realidad total equivaldría a la suma de las perspectivas posibles en que se presenta y según las que puede analizarse. La perspectiva es semejante a un punto de vista o a la comprensión parcial de algo. ¿No hallamos aquí la presencia de la Fenomenología de Husserl? Se descarta el acceso inmediato a una realidad inmutable. La realidad es la del ser que soy yo mismo y mi propia circunstancia: “Yo soy yo y mi circunstancia”.
El pensador Ortega también desarrolló un concepto de razón: el “racio – vitalismo”. Esta combinación supuso una de las más notables aportaciones de su pensamiento y se convirtió en uno de los rasgos esenciales de su filosofía. La vida es la verdadera realidad radical, de la que surge cualquier problema que pueda ser relevante y cualquier sistema filosófico posible: Otra mirada al existencialismo.
De hecho, la vida es una realidad radical y última. Esa realidad radical tiene en sí misma su propia finalidad, y no hay realidad alguna que pueda trascenderla. Por ello, la vida de cada ser humano es, para él, su propia finalidad y debe vivirla por sí mismo.
España ha dado pasos importantes en la creación de un sistema filosófico que tenga vida propia, pero no ha concluido esa tarea. La influencia cristiana a través del Neo-Tomismo o Neo-Escolástica es predominante, mediante la aplicación de la exégesis de los textos cristianos para la defensa de la tesis Tomista frente a las corrientes modernas de la filosofía, especialmente de Alemania y Austria, en el proceso de la filosofía moderna que terminó en Hegel. Mientras tanto, España fundó la llamada Escuela de Cervera, representada en el pensamiento de Jaime Balmes, y en ella prevaleció la escolástica con sus formas rígidas de enseñanza. No puede olvidarse que la filosofía de Descartes influyó en la divulgación en España de una filosofía más racional y psicológica, cercana al sentido común como objetivo de su estudio.
Fue Balmes quien trató de renovar el concepto Tomista predominante, y asumió una actividad crítica con la adopción del Cartesianismo y el idealismo post-Kantiano. Pero no hubo la creación de sistemas filosóficos originales en España, y tampoco en la América española.
Nada de lo dicho niega la filosofía como pensamiento autónomo, aunque no se ajuste a un sistema de conocimiento racional propio.
En nuestra América hispana hemos tenido pensadores con ideas originales, pero de un pensar filosófico que no ha llegado a constituir sistemas: José Enrique Rodó, en Uruguay, José Vasconcelos, en México; Carlos Cossio, en Argentina. La filosofía tiene un lugar cada vez más importante en la formación cultural latinoamericana, y se desea participar en el desarrollo de la filosofía con creaciones originales, pero se admite que aún existen limitaciones. Así como el positivismo fue una reacción contra el racionalismo, después de aquél se ha visto un rechazo a la prolongada influencia de Augusto Comte y sus teorías acerca del positivismo.
Dijo Alfonso Reyes que nuestra América vive saltando etapas y apresurando el paso. De ese modo nada madura en forma completa y se llega a la improvisación. En sus “Notas sobre la inteligencia americana”, nos dejó este apotegma: “Llegamos tarde al banquete de la civilización europea».