“Estamos en una nación en ruinas, y eso que somos un petroestado”
Para César Miguel Rondón, el rompecabezas del país no se ha podido armar todavía, porque hace falta al menos un cambio de actitud en el gobierno, “y eso no se ha dado”. El periodista y hombre de radio estima que con la escasez de alimentos y la resignación en las colas “nos estamos pareciendo cada vez más a Cuba”.
Dice que más que una revolución, lo que quedó tras la muerte de Hugo Chávez es un estado teocrático, donde Nicolás Maduro invoca al presidente fallecido cada vez que se tropieza con la realidad.
Y en ese pensar en el país y verlo con una mirada aguda, la periodista Tal Levy publicó, auspiciado por la colección de Libros El Nacional, “Despierta Venezuela. Conversaciones con César Miguel Rondón”, en una suerte de acercamiento a un hombre de medios que tiene más de 25 años despertando a las 6 de la mañana, a través de su programa de radio en Éxitos de Unión Radio, a los venezolanos.
–Hace un año publicó las entrevistas que hizo a actores de la vida nacional. Apelando al título del libro, ¿sabe cómo quedó armado el rompecabezas del país?
–El rompecabezas no se ha podido armar todavía. Para armarlo hacía falta un cambio de gobierno o al menos un cambio de actitud en el gobierno. Nada de eso se ha dado. Las dificultades de ese país que se presentan en el libro, están intactas. Peor, la situación se ha agravado de forma dramática. Cuando escribo «Armando el rompecabezas de un país», proyecto para el cual consulté ex profeso –porque lo asumí con una función específica– a especialistas de casi todas las áreas, era para buscar, en conjunto, soluciones a la crisis que vivimos. Todos esos problemas se han agravado de forma terrible e inexorable. Los condicionantes eran que el gobierno entendiera cuál era el problema, y que para salir del drama debía convocar a lo que antes llamábamos al país nacional, es decir a todos los sectores. Pero no fue así. El problema fundamental de este gobierno es que todo aquel que no está con él, que no forma parte de su esfera, es visto como enemigo al que se debe exterminar, borrar, quitar y, si no se puede: insultar, o se les maltrata, se les ignora. Y así no se construye un país.
–Pero hay una a favor del Gobierno: llamó a la oposición a dialogar, aunque digan que lo último fue un monólogo…
–Hay cosas puntuales, positivas. Maduro llamó al diálogo, pero días después comenzó a insultar a las personas que estuvieron allí. Cuando uno va a dialogar no es para imponer su verdad. Voy a dialogar, porque yo sé que la verdad que yo tengo no es la única y que es susceptible a ser mejorada. Cuando voy a dialogar, yo voy a enriquecer el concepto con el cual estamos dialogando. Si no partes de ese principio, eso no es dialogar. Como decía el Papa: hay que tener ese espíritu para dialogar. Si no vas a dialogar es porque quieres imponer tus ideas. Es lo que sucede con Maduro. No se puede dialogar y salir después a insultar.
–Leemos los diarios o salimos a la calle y vemos que esta Venezuela es otra a la que diseñó el candidato Chávez en 1998, y para añadir más al drama, Maduro pareciera no saber qué hacer en la presidencia. ¿Cuál cree que haya sido el peor legado que les dejó el Comandante a los venezolanos?
–La lista es muy larga, pero el peor legado es haber detenido lo que era la evolución que traía el país, con sus aciertos y errores. Su peor legado es que este aborto de la historia, esta trampa que nos puso, es habernos puesto esa cuña de odio de resentimiento, donde los venezolanos nos cuesta cada día más vernos, encontrarnos e identificarnos. De allí para abajo, todas las consecuencias están a la vista.
–Del otro lado, vemos una oposición adormecida o desarmada para dar respuestas políticas a los desaciertos del Gobierno. ¿Son estos los tiempos que los analistas llaman la desesperanza aprendida, o de conformarnos con lo que hay?
–La oposición ha tenido una tarea muy dura y no es correcto echarle la culpa. Ha tenido aciertos y errores, es verdad. Por ejemplo, desacertado fue el golpe, el paro petrolero, lo de Plaza Altamira, que fue una posición infantil. Siento que no se fue a las elecciones parlamentarias en 2005. Entonces uno ve que se logra un nuevo discurso a través de la MUD, que empieza a dar frutos. Capriles ha hecho un esfuerzo importante, titánico. Entonces, después del fracaso del 8 de diciembre, la gente empieza a ver que la oposición ha perdido su norte y dentro de la oposición empieza a surgir el desespero. El quítate tú pa’ ponerme yo. Creo que esas mezquindades, en un momento como el actual pueden resultar tremendamente contraproducentes. La oposición no ha estado a la altura de las circunstancias, quizás. Pero la pregunta que yo me hago es ¿hemos estado todos los venezolanos a la altura de las circunstancias?
–Usted ha tratado el tema de las colas, que ya se han hecho tan frecuentes como ver a gentes con una bolsita en la mano. ¿Cree que en verdad Venezuela se está pareciendo a Cuba o ya somos un territorio asociado a la voluntad de los hermanos Castro?
–Nos estamos pareciendo, y a pasos agigantados. Y me refiero a un comentario que hicieron dos jóvenes cubanos que venían a Venezuela –no sé si es un chiste– y alguien les preguntó ¿a qué van a ese país? “a ver como comenzó esto”. Sí, nos estamos pareciendo a Cuba y creo que es la mayor irresponsabilidad o el peor legado de Chávez, aparte de la siembra del odio en los venezolanos, el haberle regalado Venezuela a Cuba. Hoy somos un apéndice de ese país. Porque Maduro es el heredero, y no tiene otra opción que parecerse más a su mentor, a su padre político, a su padre espiritual. Maduro no hizo ruptura. Además le falta identidad política. No tiene perfil político propio. Entra a ejercer un mandato pero con camisa de fuerza. No inventa más nada. Cuando se ve ahogado, apela al padre. Chávez vive, etc, son palabras esotéricas que se plantea, absurdas, anacrónicas, penosas. Esto no es una revolución, sino un estado teocrático.
—El caso de las telenovelas, como uno de los detonantes de la violencia, parece ser un libreto mal escrito. ¿Qué valores positivos transmiten las telenovelas, más allá de que el chico bueno se queda con la chica más bonita?
–El problema es que cada día estamos haciendo menos telenovela, fruto de esta crisis. Y cada día hacemos telenovelas peores, porque se hacen en un marco de autocensura muy rígidas. Son novelas al margen de la realidad. Si antes nos ufanábamos por las novelas que reflejaban lo que vivía el venezolano, y eran tan populares; hoy en día son cada vez menos eso y por eso no son tan populares. Primero no se puede acusar a las telenovelas de nada. Eso que dijo Maduro es absurdo. El año pasado solo se filmó una telenovela y de mal gusto. Siento que a Maduro le salió bien la jugada. Le echó la culpa a las telenovelas y empezamos hablar de telenovelas ante que la tragedia del país: la inseguridad, la escasez de alimentos y otros.
–¿Qué tanto le afectó el asesinato de Mónica Spear y de su pareja? ¿Cuál fue su primera reacción al enterarse de la noticia?
–Estupor, que fue lo que le pasó al país con ese asesinato. Mónica era muy conocida, muy querida, muy popular. Las figuras de la TV, como Mónica Spear, son parte de nuestras familias, y de repente te enteras que la han asesinado. Que mataron a alguien a quien conocías. Alguien que te visitó 6 o 7 meses antes, en tu casa. Sencillamente, perdiste a un ser querido. Por eso la gente se asusta más ante la ola infernal que estamos viviendo. No que fue un acto para robarla. Fue acción morbosa, se gozaron cada una de las balas. Salvajemente los asesinos se gozaron un acto de verdad terrible, imperdonable, un acto que se repite todos los días. Es la marca de la Venezuela actual. Porque hasta en Holanda, Noruega, Europa, África ese crimen fue noticia de primera página, evidenciando que no es la Venezuela chévere que quiere vender el Gobierno, con una oferta turística débil y engañosa. No. Con este crimen se reflejó la verdadera Venezuela. La que ha quedado tras 15 años de revolución. Los asesinos son parte del “hombre nuevo” que ha creado la revolución.
–Cada mañana, usted enfrenta la realidad, que obviamente no se parece a la que desea dejarles a sus hijos. Más allá del asombro ¿ha tenido instantes de flaqueza cuando debe leer una noticia como esta con el mismo tono de voz con el que da la hora?
–No. Yo hago pausa, porque leo titulares que me conmueven, no soporto y muchas veces las pausas son los “¡coño!” que me trago. Saldrían muy fuertes y espontáneos pero me los trago por respeto al escucha.
–¿Piensa como decía Carlos Baute “me quedo en Venezuela porque yo soy optimista”?
–La vida nuestra es mucha más corta lamentablemente. Quisiera que los que se quedan en Venezuela lo estén haciendo por optimistas. Estoy seguro que se quedan porque no se pueden ir. Nos estamos quedamos sin país. Estamos en una nación en ruinas, y eso que somos un petroestado.
–Hombre del medio, se ha topado con casos de artistas, como Winston Vallenilla y Roque Valero, por citar los más notorios, que de un día para otro resetearon sus ideas y hoy son “enchufados” del régimen. ¿Qué pasó ahí?
–Me reservo mi opinión porque lo que sé es muy feo. Y que Si te digo la verdad, se termina la entrevista. A Vallenilla le deseo mucho éxito, porque va a dirigir un canal que lo hizo famoso, y que se recuerde de todo lo que le enseñó RCTV.
–Usted despide el programa con una música que ayude a la gente llegar relajada a su trabajo pero ¿cómo queda después de recitar ese montón de noticias?
–Salgo muy agotado, pero aunque no lo creas: muy esperanzado. Siempre esperanzado.