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Entrevista a Frank Marcano: El Plan Rector y la Ciudad Universitaria, patrimonio de la Humanidad

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Caminar por los espacios de la Universidad Central de Venezuela, de la Ciudad Universitaria, es adentrarse en una atmósfera única. Cada vez que uno recorre sus pasillos, sus plazas, sus edificios y aulas, descubre un sinnúmero de detalles que hacen de ese recinto un monumento vital. Hoy esperamos que la UNESCO se pronuncie a favor del nombramiento de la Ciudad Universitaria, proyectada por Carlos Raúl Villanueva, como Patrimonio Cultural de la Humanidad y, quizás, esto sea el detonante de una actitud que mucho se ha postergado: la auténtica valoración de la Ciudad Universitaria de Caracas como obra de arte, como propuesta de la modernidad y, sin duda, como un logro nacional.

Hoy por hoy, muchas son las irregularidades que presenta la universidad ante el descuido de las autoridades, pero un conjunto de profesionales, entre los que se encuentra el arquitecto Frank Marcano, se proponen, a través del Plan Rector, devolverle e la Ciudad Universitaria su esplendor característico y protegerla como testimonio de un pensamiento que refleja y trasciende: el pensamiento de la modernidad.

¿Qué es el Plan Rector y cuándo comienza?


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El Plan Rector comenzó en 1994. Se ha trabajado por etapas en él y se han
ido completando algunos aspectos. La gestión principal de un Plan Rector es
tratar de organizar las acciones que, sobre un área urbana, un pedazo de la
ciudad, se deben tener previstas. Se hacen planes rectores para un pedazo de
ciudad o para nuevas ciudades.

Había una gran preocupación entre los años 1993-1994, cuando comenzamos a
trabajar, porque veíamos que la Ciudad Universitaria tenía una altísima
calidad desde el punto de vista arquitectónico, de sus obras de arte y de su
importancia al nivel mundial como ejemplo de arquitectura y urbanismo de primera
categoría de los años 50. La Universidad tenía que ver cómo hacer para
preservar este legado.

El objetivo que llevó a hacer el Plan Rector era proteger el legado
patrimonial de la Universidad. Una de las primeras cosas que había que hacer
era un plan rector que organizara lo que hay que hacer. Por supuesto, eso tiene
que estar acompañado por recuperación de obras, restauración, cuidado y
mantenimiento y un adecuado uso. Posteriormente, se avanzó la idea de que
podíamos nominarla como patrimonio de la Humanidad frente a la UNESCO. Y en
noviembre ya parece que van a dar el veredicto.

 

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¿Se han presentado obstáculos para este nombramiento?

El proceso ya tiene dos años con la UNESCO y se han ido cubriendo etapas. En
cada una de ellas hay que cumplir con los requisitos. Ya se ha pasado el más
fuerte de todos, que es determinar si un patrimonio de la humanidad puede ser un
monumento tan moderno como éste.

Es muy claro cuando uno va a Coro, por ejemplo, que es una ciudad antigua, o
a una catedral, o a Canaima, decidir qué es un patrimonio… Pero nunca se
había nominado algo que estuviera, en la parte arquitectónica, tan cerca de
nosotros. Sería el primer conjunto moderno que es aceptado como patrimonio, no
sin discusión, porque conservar lo antiguo es ya una convención, mientras que
lo moderno no lo es.

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Justamente, esa es una de las dificultades que notamos, porque la Ciudad
Universitaria no sólo es moderna, si no que está viva, es decir, es una
edificación "en uso". Además, es una obra inconclusa, residencias,
facultades… etc. El Plan Rector tendría que abarcar también la remodelación
y "completación" de ciertas obras de la UCV. Se han levantado
discusiones, incluso, por el levantamiento del mural de Zapata, que es un cambio
reciente. ¿Cuál es el criterio para coordinar el carácter dinámico de la
Ciudad Universitaria?

El Plan Rector comenzó con un proceso de discusiones sobre lo que se iba a
realizar con personas altamente calificadas como Posani, llamados para trabajar
con nosotros en el Plan. Llegamos a la conclusión de que esto no es un conjunto
de restos arqueológicos: es un tejido vivo en constante uso, es una
"universidad" –aunque suene lógico-, lo que significa que tiene que
estar dispuesta a los cambios tecnológicos necesarios para la búsqueda del
conocimiento, por lo que en el Plan se tenía que tomar en cuenta que no es una
obra terminada, ni algo que se pueda tratar con carácter museístico para la
contemplación sin más, sino que es una obra en la cual la gente vive, pues se
trata de una comunidad de 50 mil personas… Es una ciudad pequeña que no puede
verse como algo estático, fijado en el tiempo.

Partimos de que la universidad tiene, además de lo ya dicho, un aspecto
físico de vital importancia, conformado por todo lo que hizo y concibió
Villanueva para el diseño de sus instalaciones. La Ciudad Universitaria
también fue parte de la filosofía del siglo XX, que se planteó la
construcción de un mundo nuevo, dejando atrás el pasado y tratando de tomar
como paradigma la búsqueda de la perfección, con una tecnología que le
permitía (de acuerdo a aquel pensamiento) al hombre creer que podía cumplir
todas sus metas. En ella se encajaron los sueños más importantes de la
modernidad, no sólo en Venezuela, sino en la esfera internacional también.

Se planteaba entonces la creación de unas ciudades perfectas que no tuvieran
vuelta al pasado y donde el futuro sólo pudiera estar bien. Todo esto era pare
del imaginario de la modernidad. Por eso aquí se planteó la creación de una
ciudad nueva, en las afueras de Caracas, aunque hoy esto se ha convertido en el
centro de la ciudad. Otra de las búsquedas filosóficas del arte y de la
modernidad en general, estuvo referida a la integración de las artes. Se dejó
de lado al arte como elemento estático confinado en los museos y al servicio de
los grupos más poderosos de las sociedades del mundo, y se empezó a trabajar
en el sueño de un arte para todos, del arte en la calle, del arte de la calle,
el arte integrado a lo cotidiano.

Ese sueño, que fue planteado por artistas de los años 20 y 30 y los
filósofos del siglo XX, no se ha dado nunca en ninguna parte… Quizá, el
único ejemplo, o uno de los ejemplos mejores, es la propuesta de Villanueva.

Por eso es que, además de los valores arquitectónicos que efectivamente tiene,
se convierte en uno de los paradigmas de ese sueño, pues ya el arte no es un
cuadro que se cuelga en una pared, sino que forma parte de la vida cotidiana y
modifica el ambiente que le rodea.

Antes, lo único que se planteaba como salida estética era la estatuaria en
el pedestal, el arte de salón y el arte conmemorativo. En nuestra ciudad
universitaria se planteó lo que el mismo Calder dijo sorprendido: que nunca una
obra suya se había integrado de tal manera a un ambiente como el que se logró
en el Aula Magna. No se trata de que el Aula Magna es lo que es por la obra de
Calder, sino que es un sumo de altísimo nivel de arquitectura y de una
capacidad de diseño impresionantes, donde las obras de arte no son simplemente
elementos agregados, sino que son elementos insustituibles de la obra. El Plan
Rector tenía que tomar esto en cuenta.

La universidad del año 2000 no es la misma universidad de los años
cincuenta. Tiene que adaptarse a los tiempos de la investigación científica,
pero todo lo que venga deberá subordinarse a las líneas estéticas de la
Universidad para lograr un balance apropiado. Se determinó, por tanto, que se
podía intervenir en un número determinado de áreas y edificios con unas
características específicas en cuanto a tamaño, colores, modo de
implantación, etc., sin alterar lo ya existente. También comprendimos que, a
partir de ese tope, había que hacerle ver a la comunidad universitaria que
cualquier necesidad de ampliación que requiera la UCV, deberá realizarse fuera
de las instalaciones, porque si el crecimiento es desmedido, se arruinaría el
proyecto inicial.

 

¿Cuál es la propuesta del Plan Rector con las edificaciones provisionales
como los galpones y el edificio de trasbordo, por ejemplo?

El Plan Rector clasificó en tres niveles los edificios existentes:

a. Los que forman parte del diseño original, que tienen que ser rescatados,
que tienen que ser tratados como un edificio antiguo, recuperados al costo que
sea necesario. Por ejemplo, la plaza del rectorado, que es una de las cimas de
la universidad. Allí no se puede hacer ningún cambio. El Aula Magna, el
Edificio Central, todo lo que es el área de Odontología, la Facultad de
Arquitectura y Urbanismo en sus plantas bajas -magníficos espacios que deben
ser protegidos- entre otros.

b. Las demás edificaciones que permiten intervenciones para adecuarlas a
nuevos usos y funcionamiento, como son la parte interna de todos los edificios y
las torres, con elementos que puedan ser retirados posteriormente, no
definitivos, que permitan movilizarlos de acuerdo a la necesidad, y dejar los
elementos que no deben ser tocados porque forman parte de los valores estéticos
de la UCV, como las fachadas. Es necesario recuperarlos progresivamente, por
ejemplo, quitando los aires acondicionados, porque la Ciudad Universitaria tiene
un criterio de conjunto, que rescata un espacio fluido.

c. El tercer grupo son las edificaciones provisionales. Ellas deben
desaparecer. Su desaparición, en algunos casos, estaba prevista para hacer
nuevos edificios. La escuela de Artes no existía, por ejemplo, y ahora se debe
ubicar en un espacio definitivo.

Hay un elemento importantísimo que tiene que ver con la reconsideración de
los espacios del peatón. Los arquitectos Posani y Gorka trabajaron con
Villanueva y, por tanto, sabían que es lo que Villanueva quería desarrollar.

Por ello se quiso recuperar en lo posible la situación del peatón, que tanto
le preocupaba a Villanueva (prueba de ello son los pasillos techados que son un
emblema de la universidad). Ocurre que en los años 70 se saturó de tal manera
el espacio de la universidad con los carros dentro de ella, que ya ni nos
recordamos casi de esos espacios originales que fueron dispuestos para los
estacionamientos. Como ejemplo de los espacios recuperados está lo que es hoy
el jardín de arquitectura, que antes era un estacionamiento. Pero aún nos
quedan muchos por recuperar.

El Plan Rector se suma a este movimiento, y para eso fue recuperado el
estacionamiento techado de la UCV, el de los estadios, y propusimos una
solución para la movilización interna, que es un medio de transporte, como un
trencito ligero, que no haga ruido y no contamine, que traslade a la gente desde
el estacionamiento hasta la universidad, y que la gente tenga que dejar sus
carros en los estacionamientos externos. Eso se está haciendo. En los
estacionamientos que se eliminarán, se harán otras edificaciones que faltan.

 

¿Se le ha dado viabilidad a estas propuestas? ¿Ha respondido el Rector de
la Universidad?

Sí. La UNESCO, por ejemplo, pedía un plan rector y nosotros ya lo
teníamos. El Rector actual ha nombrado a una serie de personas que van a tratar
de desarrollar el plan y estructurarlo mejor, y si las autoridades competentes
nombran a la Ciudad Universitaria patrimonio, entonces deberá someterla a
exámenes anuales para seguir gozando de este nombramiento, por lo que se debe
demostrar que está siendo conservada. Esto marca las pautas para poder
organizar las acciones.

 

Muchas personas han planteado que después de la renovación universitaria,
la comunidad de la UCV ha entrado en un proceso de letargo en todo sentido. Yo
misma he observado que algunas áreas de la universidad que se encuentran
deterioradas ¿Ustedes creen que este proyecto pueda reavivar de alguna manera a
la comunidad universitaria?

Yo diría que la comunidad universitaria vive a veces de espaldas y sin saber
el privilegio que tienen de estudiar en este lugar. Yo creo que uno de los
objetivos del Plan Rector no es que la comunidad recupere su valor, pero
evidentemente va orientada en los esfuerzos para el mismo objetivo. Creo que eso
es una labor de todos.

Ahora, como patrimonio de la humanidad, la universidad tiene que rescatar su
valor turístico, incluso porque es un museo al aire libre. En Caracas no se
encuentra tal magnitud de obras reunidas en un solo lugar como se consiguen
acá.

El altísimo nivel de la Ciudad Universitaria obliga a que sea muy cuidada,
porque ella será a partir del 2050 un elemento turístico de gran importancia.

Cuando el hombre voltee a ver el siglo XX tendrá que venir a Caracas y tendrá
que conocer la Ciudad Universitaria. No se podrá comprender la arquitectura del
siglo XX sin pasar por aquí.

Se deben organizar las visitas turísticas a la universidad. No es que el
Plan Rector va a lograr eso. Yo creo que el Plan Rector es <i>una
más</i> de las acciones que va a lograr esa conciencia. Tantos centros de
estudiantes, el rectorado y las autoridades de esta universidad tienen que ser
los impulsores de estas ideas. Un estudiante debe saber, desde el primer año,
en dónde se encuentra y conocer el valor de la UCV. Nadie cuida algo, al menos
que sepa su valor.

En los años 70 el deterioro de la universidad era gigantesco. Pero aunque
ahora está mucho mejor que antes, todavía nos falta un trecho para poder
devolverle su rostro. La universidad, como centro de formación, tiene la
obligación de "educar" en ese sentido.

 

¿Han tomado medidas para integrar los sectores de representación de la
universidad (centros de estudiantes, decanatos, autoridades mayores)?

Eso no se ha hecho bien. Creo que es muy importante que la oficina que se
encargue de este nuevo patrimonio ahora, empiece a plantearse esa interconexión
para que todos participen en educar a los nuevos estudiantes al respecto de la
Ciudad Universitaria. La facultad de arquitectura y la Escuela de Artes están
obligadas a participar en esto activamente.

 

¿Qué significa para usted la Universidad?

Es muy difícil para mí responder esta pregunta, porque yo entré a esta
universidad en 1964 y nunca he salido más. He pasado más tiempo aquí que en
mi propia casa. Además, como he sido arquitecto, he estado educado para leer el
valor que ella tiene, y por otro lado, tengo la gran oportunidad de trabajar en
el Plan Rector. Yo creo que la Universidad es una riqueza cotidiana que nosotros
perdemos.

En arquitectura siempre decimos que el que no tenga dinero para comprarse un
libro costoso de diseño, que pasee por la Ciudad Universitaria y conseguirá
las mejores imágenes de calidad arquitectónica. Pero creo que ya eso va más
allá de los arquitectos, porque la Ciudad Universitaria le da uno la capacidad
de estar en contacto con una dimensión que se escapa de la dimensión reducida
de un salón de clases.

La Ciudad Universitaria te da una clase sobre lo que es el pensamiento, lo
que es una actitud frente al conocimiento. Aquí aprendes eso a partir de lo
"físico", cuando en otros lugares del mundo te lo enseñan a través
del pensamiento. Esto es un sitio "físico" de conocimiento, hay una
lección de conocimiento "físico", entra por los ojos a la mente y se
queda como una imagen. Hay entonces una correspondencia entre el conocimiento
abstracto, el conocimiento real y el conocimiento físico. Ese es el gran valor
de la Ciudad Universitaria.

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