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El venezolano que no estuvo en ataques de Bruselas por “cambio de planes”

Cada día de su vida, o al menos de lunes a viernes, Carlos Corao –venezolano, 40 años, comunicador social– sale de su casa, deja a sus niños en el colegio y se va a su trabajo, saliendo de la estación Maelbeek (Bruselas). Así es su rutina. Pero este martes, la agenda cambió: su hijo varón debía ir al médico, por lo que tuvo que dejar a la hembra en la escuela para regresarse al hogar y llevar al pequeño a la consulta.

Justo cuando se preparaba para salir de nuevo, se enteró de la noticia a través de la televisión: “Atentado terrorista ataca la ciudad”. No solo eso: “Bomba estalla en la estación Maelbeek” –la misma por la que él transita para dirigirse a su oficina y que está a dos paradas de metro del colegio de los niños–. “Salí corriendo a buscar a mi hija y nos encerramos todos en la casa”, dice.

Corao no se considera un sobreviviente; más bien prefiere que le llamen “afortunado”. ¿Afortunado por qué? Por no haber estado en el lugar de los hechos, porque su familia está sana y a salvo, por tener una lista distinta de actividades justo el día en que Bruselas fue víctima de la falta de tolerancia de una minoría.

“Todos acá están bastante tristes y golpeados, porque esta es la ciudad en la que vivimos, a la cual queremos y en la que están creciendo nuestros hijos. Esto afecta la percepción de seguridad y de bienestar. Además, es un acto de maldad que atenta contra la calidad de vida”.

Pero a pesar de eso, Corao siente alivio, pues ninguno de sus seres queridos se vio afectado directamente con esta situación.

Ayuda social

Según este criollo, la situación que vive actualmente la metrópoli europea ha despertado un apoyo incondicional de la población, “tanto a los familiares de las víctimas como a las autoridades, pues todos queremos que se resuelva este problema, que se logre capturar a los responsables de los atentados y que se hagan las investigaciones pertinentes para poder desmantelar a la red terrorista que está detrás de todo”.

Aunque este miércoles la ciudad funcionó a media máquina, en sus aires se respira esperanza: “Los colegios no han cerrado, buena parte de los comercios estuvieron abiertos y la mayoría de las personas hizo un esfuerzo por llegar a su trabajo, a pesar de que el metro estaba cerrado”.

Para este venezolano, más allá de la tristeza, el impacto y el miedo, la actitud de las personas es de coraje para continuar con sus vidas y no permitir que este tipo de actos les dobleguen y cambien su forma de vivir.

“Más pronto que tarde estaremos marchando, nuevamente, con normalidad”.

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