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“El futuro no se construye si no tienes referentes firmes sobre el pasado”

Miembro de la Academia de la Historia, Inés Quintero insiste en que no hay manera de construir ni confiar en el futuro si no se tiene referentes sólidos y firmes sobre el pasado. Autora de varios libros que han registrado éxitos de venta, esta doctora en Historia considera que los textos escolares, más que mostrar el lado oscuro o bueno de los personajes históricos, deben otorgarle al alumno la posibilidad de llegar a sus propias conclusiones

¿Para qué sirve la historia en un mundo desesperado por llegar ya al futuro?

–No hay manera de construir ni confiar en el futuro si no tienes referentes sólidos y firmes sobre el pasado. Es fundamental comprender cómo hemos llegado al momento actual, cuáles son nuestras fortalezas y debilidades como sociedad a fin de superar y  enfrentar las carencias y, al mismo tiempo, hacer uso y optimizar las fortalezas. Sin la comprensión de nuestra historia el futuro es como echar palazos a ciega.

–¿Son los venezolanos buenos conocedores de su historia como país?

No me atrevería a generalizar si los venezolanos son o no buenos conocedores de su historia. Puede que haya quienes sí los son y quienes no. Pero, lo que sí me atrevo a afirmar es que existe en la actualidad un interés creciente por conocer la historia, por atender el conocimiento de nuestro pasado y eso puede advertirse en el consumo de bibliografía histórica en nuestro país y en la amplia preocupación respecto al uso y tergiversación de la historia que se ha hecho en los últimos años.

–Además de tiempo ¿qué se necesita para dedicarse a la historia?

–La primera e insoslayable herramienta de un historiador es el espíritu critico: Saber que no puede acercarse a las fuentes, a documentos, a los testimonios, a la información despojado de la critica. También se necesita mucha paciencia, mucha curiosidad, mucha rigurosidad, mucho respeto por el pasado. Entre los mayores peligros que acechan a un

historiador está dejarse llevar por los lugares comunes y ser víctima de los anacronismos.

–¿Es legítimo abordar la historia echando los cuentos de lo que le pasó a tal o cual personaje?

–Un personaje histórico puede ser un pretexto perfecto para abordar una época, un proceso. Creo que una buena biografía permite una aproximación hacia el pasado que puede ser de una enorme utilidad y mucho más accesible para quien no está dedicado por oficio al estudio de la historia. Sin embargo, no se trata de “echar los cuentos” de determinado personaje, sino de narrar, explicar, comprender, analizar a fin de que la historia tenga sentido y no se trate de una colección de anécdotas o episodios descriptivos. El caso de María Antonia Bolívar, por ejemplo, me permitió en La Criolla principal, comprender la Historia de la Independencia desde la mirada y vivencias de una mujer que, siendo hermana de Simón Bolívar, defendió el partido contrario, y entender al mismo tiempo, cuán complejo y contradictorio fueron esos años para los venezolanos de entonces.

¿Por qué la historia que se enseña en la escuela gira prácticamente en torno a Simón

Bolívar?

–La historia que se enseña en las escuelas es una historia épica y descriptiva en donde Simón Bolívar ocupa un lugar predominante. Esto forma parte de un problema bastante complejo que está asociado al proceso de construcción de la Nación y a la necesidad de una Historia Patria en donde tuviesen presencia destacada los padres fundadores, entre los cuales figura Simón Bolívar. Sobre este problema los historiadores hemos hecho numerosas reflexiones. En el caso de Bolívar, por ejemplo, hay importantes trabajos que analizan el culto a Bolívar, su presencia entre nosotros, los usos y abusos que se han hecho históricamente de su discurso y actuación pública: Germán Carrera Damas, Manuel Caballero, Elías Pino Iturrieta, entre otros lo han estudiado con profundidad y solvencia. Hace poco publicamos un libro titulado El Relato Invariable en el cual se discute la construcción de la memoria y la permanencia de ciertos contenidos en el discurso histórico y en la enseñanza de la historia.

¿Fue realmente José Tomás Boves un personaje siniestro?

–Sobre Boves pesa la versión que se construyó como parte del discurso épico de la independencia, en el cual había héroes y villanos: Boves es el villano por excelencia. A ello contribuyo especialmente la novela Boves el Urogallo. Sin embargo se han escrito

estudios bastante serios que dan cuenta de la complejidad social del proceso en el cual surge el liderazgo de José Tomás Boves y también la manera como se fue construyendo el mito. Para ello resulta bastante esclarecedor la biografía que escribió Edgardo Mondolfi y el trabajo de Carrera Damas sobre este personaje.

–¿Es legítimo mostrar los hechos históricos de un país a partir de la pugna entre los buenos y los malos?

–La historia crítica, la historiográfica profesional, el estudio sistemático del pasado, no se hace de manera maniquea, separando buenos y malos. Esto no es historia, es ideología.

–¿Conviene en los textos escolares mostrar el lado oscuro del Libertador y de otros héroes de la Independencia?

–Los textos escolares, más que mostrar el lado oscuro o bueno de los personajes, deben otorgarle a los jóvenes la posibilidad de llegar a sus propias conclusiones. Más que ocuparse de fijar contenidos deben ofrecer herramientas para el debate abierto y critico sobre el pasado. Esto es profundamente exigente, ya que se trata de formar, más que informar.

Hay quienes reivindican la figura de hombres fuertes como Juan Vicente Gómez ¿por qué?

–El trabajo de Laureano Vallenilla Lanz, El gendarme necesario, constituye el referente ineludible para dar respuesta a esta interrogante. Se parte de la idea de que no puede haber orden ni progreso sin una mano dura que lo conduzca. Esto, obviamente constituye la negación absoluta de la democracia y el compromiso ciudadano. No obstante, en la historia de Venezuela es posible advertir prácticas contundentes de signo absolutamente contrario. Si revisamos nuestra historia, podemos identificar numerosas situaciones, momentos y procesos en los cuales de manera individual y colectiva, se les ha puesto la mano en el pecho a los mandones, lo cual quiere decir que existe una fuerte y arraigada tendencia entre nosotros a repudiar al supuesto gendarme necesario.

Un consejo para los jóvenes historiadores.

–A los jóvenes historiadores, mi consejo esencial es que no abandonen jamás la perspectiva crítica. No se puede construir conocimiento sobre el pasado, despojado de la crítica como herramienta fundamental del quehacer historiográfico. Y a los jóvenes que

no son historiadores, que se apropien de su historia, que la conozcan, que la disfruten.

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