El dilema ético de Abreu y Dudamel.
(%=Image(9564167,»L»)%) El director de un orfelinato en La Victoria ha tenido graves problemas para financiar su institución. Un vendedor de autos se le acerca y le ofrece una camioneta nueva gratis, la cual vale Bs. 60.000 fuertes (unos $15000) si él le informa al Impuesto sobre la Renta que recibió una donación de una camioneta que valía Bs 120.000 fuertes (unos $30.000). El buen hombre necesitaba dessperadamente ese vehículo, el cual podía vender para alimentar a sus niños. Debeaceptar la oferta?
Usted se encuentra en la playa y ve dos personas ahogándose. Una es su papá, de 70 años. La otra es el científico quien está a punto de perfeccionar una vacuna contra el cáncer. Usted puede salvar a uno de los dos. A quién?
En los libros sobre ética he leído acerca de estas situaciones extremas, de estos dilemas a los cuales el ser humano se enfrenta en momentos de su vida. Y le doy gracias a Dios por no haberme tenido que enfrentar jamás con ellas. Mi vida ha transcurrido placidamente. Nadie me ha ofrecido jamás un soborno y tengo la convicción de que no lo hubiera aceptado. He renunciado a tres o cuatro posiciones importantes en mi vida por cuestión de principios pero ello nunca me ha condenado a pasar hambre. Al contrario, cada vez que lo hecho he encontrado casi de inmediato una alternativa satisfactoria. Goethe lo decía: “Cuando uno toma la decisión, todo parece alinearse en nuestro favor”.
La inmensa mayoría de los seres humanos no somos héroes. No se nos puede pedir sacrificar una porción significativa de nuestra felicidad personal o de nuestra hacienda para darla a los demás. Nadie está moralmente obligado a ser héroe. Yo estoy moralmente obligado a contribuir cun una porción razonable de mis ingresos o de mi tiempo para ayudar a otros. Pero nadie me puede obligar a dar el 70 por ciento de mis ingresos o de mi tiempo para ayudar a otros. Hay quienes así lo hacen, recordemos a la Madre Teresa. Esos son los héroes, pero la inmensa mayoría de los seres humanos no nacimos para ser héroes sino, idealmente, buenos ciudadanos.
Lo que complica aún más los dilemas éticos es que su resolución nunca será perfecta. Si uno salva a su padre de ahogarse habrá condenado a la muerte a millones de personas que hubiesen podido salvarse del cáncer con la vacuna del científico ahogado.Si uno salva al científico se sentirá culpable el resto de su vida por haber dejado morir a su padre y muchos nos verán como un hijo desnaturalizado. El director del orfelinato puede darle de comer a sus niños pero se convierte en cómplice de un fraude. O, al permanecer moralmente impoluto, condena a los niños a pasar hambre.
Por supuesto, la existencia de un dilema ético es solo posible en personas morales, dignas, con auto-estima. Si la persona que ve ahogarse a otros es un bandido no tomará acción alguna, como no sea robarle la cartera a los dos que se ahogan. Uno no espera que un Arné Chacón o un José Vicente Rangel puedan tener, alguna vez, un dilema ético.
Decimos todo esto para comentar la reunión de Abreu y Dudamel con Chávez, con fotos que nos recordaron otros momentos tristes, como las reuniones de Chamberlain con Hitler, Ezra Pound con Mussolini o Fernández Morán con Perez Jiménez, políticos, intelectuales y cientificos capturados en una situación semejante a la de un pez fuera del agua.
Esa reunión de Abreu y Dudamel con Esteban tiene dos lecturas: una, la búsqueda de recursos para mantener una obra maravillosa, otra, la identificación de estos hombres con un déspota ignorante que ha arruinado material y espiritualmente al país. En la primera lectura los hombres van a la fuente de recursos con un pañuelo en la nariz, se muestran correctos pero no melosos, rien poco y sus declaraciones son las estrictamente necesarias y de corte muy institucional. En la segunda lectura se muestran atentos con el dictador y saben que su presencia allí significa un endoso de un sistema político mucho menos loable que el sistema musical para el cual ellos necesitan ayuda. En cualquier caso deben sentirse como el Director del orfelinato, es decir, si no los agarra el chingo Chávez, los agarra el sin nariz de la opinión pública.
Tienen razón? No la tienen? Son héroes o villanos? No me siento capaz de dar una respuesta, a pesar de mi afición a Kant y del apego que tengo a su imperativo categórico, No puedo darla debido a la gran admiración que siento por lo que Abreu y, ahora, Dudamel, han estado haciendo por la sociedad venezolana. No son solamente Abreu y Dudamel quienes están expuestos al dilema ético y a la tormenta de opinión que su visita suscitará. Seremos también, por control remoto, todos quienes admiramos el sistema musical de los visitantes tanto como despreciamos el sistema político del payaso visitado.