Peter Greenaway honra a S. Eisenstein en la Berlinale 2015
La última película de Peter Greenaway Eisenstein en Guanajuato, presentada en concurso en la Berlinale, rindió un creativo homenaje al genial director ruso Sergei Eisenstein causando gran sensación entre cinéfilos y la crítica especializada.
La película, escrita y dirigida por Greenaway, se centra en la estadía de Eisenstein en Guanajuato en 1931 con motivo de la filmación de su película, lamentablemente inacabada, Qué Viva México! y especula sobre el despertar de su homosexualidad a los 33 años de edad.
Eisenstein (protagonizado por el actor finlándes Elmer Bäck) arriba a Guanajuato, con bienvenida de Frida Kahlo y Diego Rivera, invitado por el escritor millonario Upton Sinclair y su mujer. Ambos estaban fascinados con el cinesta ruso, que para aquel entonces ya había filmado tres de sus obras maestras sobre la revolución bolchevique, La Huelga (1924), El acorazado Potemkin (1925) y Octubre (1928).
Durante el desarrollo de Eisenstein en Guanajuato, Greenaway va insertando escenas de sus películas, dividiendo la imágen en un tríptico siempre cambiante. En el fondo se escucha música de Prokofiev.
Justo en la mitad de la película, después de un proceso de despertar homoerótico, ocurre la iniciación sexual del cineasta ruso por su guía mexicano y asistente personal Palomino Cañedo (interpretado por el mexicano Luis Alberti).
Durante la conferencia de prensa Peter Greenaway (de 72 años), por demás excelente orador y teórico del cine, enfatizó la importancia que tuvo la obra de Eisenstein en el lenguaje cinematógrafico y en el montaje. Esta película es un homenaje a la persona y al director Eisenstein, aunque Greenaway lo muestra aquí como un personaje excéntrico, caprichoso e infantil, con el pelo revuelto y obsesionado por sus zapatos.
La película no gira, sin embargo, en el proceso de filmación de Qué viva México!, sino más bien en el proceso de transformación psiquíca del director ruso. Se trata de una reflexión sobre el sexo y la muerte, temas con los que Eisenstein se confrontó apasionadamente durante su estadía de 18 meses en esa preciosa ciudad mexicana, liberándose del espionaje staliniano y de las represiones del sistema comunista (en el aquel entonces homosexuales eran deportados a Siberia). “Mi cuerpo me era extraño y ahora me es familiar”, dice el personaje de Eisenstein, que cuando no está en la ducha o en la cama con Palomino filosofa con él sobre la muerte y el sexo. La película es sobre Eros y Tanatos, sexo y muerte, principio y fin, puntualizó Greenaway.
Para Eisenstein hubo un antes y un después de México, por ello abandonar Guanajuato y a su amante por la fuerza, sin terminar de filmar su película (se calculan 300 km de cinta filmada), significó para él (quién murió con apenas 50 años) un verdadero golpe emocional.
Sin duda, Eisenstein en Guanajuato, cuyo rodaje duró apenas tres semanas y media, es una película inusual, experimental y nada apropiada para un espectador conservador. Sus diálogos son inteligentes, llenos de humor y politicamente críticos.
Un Oso de Oro para Eisenstein en Guanajuato o un Oso de Plata para su director Peter Greenaway sería una verdadera reinvidicación para el cine innovador y creativo.