José Vivenes: Falsos Heroes…
Eduardo Planchart Licea
El Expresionismo caribeño de José Vivenes (1977) responde a incisivas reflexiones sobre el día a día, intenta rescatar la dimensión de la verdad en cuadros, dibujos, esculturas, y ensamblajes, ecos visuales del abismo social, de la pérdida de valores, y de la deformación de una Venezuela que desarrollaba una de las democracias más longevas del continente; para mutar en una sociedad cerrada y totalitaria.
“En la pintura figurativa expresiva, la forma de la imagen, lo grotesco, lo feo, lo deforme, lo precario, lo marginal, lo que puede definir su rechazo, perturbación o aceptación por un público. El mirarse sobre el soporte y encontrar fragmentos de vivencias lo que ocasiona la acción de no permanencia o gusto por algunas personas, por este tipo de pintura, es lo que me interesa”. (José Vivenes)
El artista está en una búsqueda de respuestas estéticas que desmonten la mentira, y transformen la forma en catalizador de estallidos emocionales liberadores. Su mirada joven y desprejuiciada se rebela contra las contradicciones socio-políticas y culturales del presente. Dimensión percibida, como ausencia, abandono que se revela en una figuración que evade los paradigmas de belleza del status, para adentrarse en la profundidad de nuestra sociedad entre personajes ensimismados en laberintos. Ante esto responde el artista con un expresionismo: “que usa el poder de la imagen como detonante social… Me interesa más comunicar que complacer”. (José Vivenes)
TEATRO PICTÓRICO, 2012:
La pintura es un medio de comunicación, no sólo para expresar sino para reflexionar el momento y la circunstancia sociales por las que atraviesa el país, esto sin querer ser oportunista de los actos sino que son circunstancias de mí andar como topógrafo e investigador de una saciedad que convulsiona. (José Vivenes)
Muchos de los objetos que integran los ensamblaje y esculturas son objetos expulsados por el mar, como diría el artista, abandonados por el oleaje y las corrientes, despojo de tiempo, tal como se evidencia en el ensamblaje Sinfonía de los Mutilados, 2008-2012. Lo cotidiano se transforma en centro de su investigación visual, y lo ancla al presente, para recordarnos que existimos en un contexto cambiante, y múltiple. Este es uno de los ejes de partida de su indagación, de la que brotan formas inspiradas en el gotear del día a día, reflejado en seres que abarrotan y flotan en el espacio, con rostros hinchados, y cuya palidez pareciera comunicarnos la soledad y el desamparo que los posee. Cuerpos en palpitación angustiosa, impactan y provocan la emoción reflexiva del espectador, en cuadros como Después del Canto, un grito, 2012, torso en el vacío sin extremidades, ni rostro; expresa las huellas de una humanidad que se abandona a las corrientes de la historia.
En el cuadro La pintura el Mismo Discurso, 2014 un ojo ve por una abertura, plantea la necesidad de remirar la realidad, para comprender la dimensión de la miseria y sus moradores. Existencia entre dimensiones abisales. A este espíritu responden los ensamblajes, de la serie el Teatro Pictórico, 2012, donde entre fragmentos de existencia el artista enfrenta al público a una arqueología de la marginación. Acumulación de soledad, cercada entre despojos de mar, que poetizan la arquitectura de la improvisación a través de la asimetría, amarres de telas que unen maderas con patinas de tiempo. Simbolizan espacios urbanos deshumanizados, proyección de los abismos interiores del venezolano, como es la polémica Torre de David. Arquitectura de emociones y sentimientos encontrados, vinculados a las instalaciones del artista chino Ai Wei Wei (1957), quien con sus arquitecturas irracionales, cuestiona el estado Chino, un ejemplo de esto es la instalación de Documenta, 12, 2007 cuyas paredes no llevan a habitaciones, salas; puertas que no comunican a espacios internos; pisos que transmiten inestabilidad, resonancias materiales de la angustia colectiva que generan las sociedades negadoras de la libertad individual, y que destruyen el pasado para manipularlo e ideologizarlo, paralizando el pensamiento creativo de una sociedad.
Cultura de la insurgencia:
Hasta antes del 12F solo conocíamos las implicaciones de la contracultura malandra, a través de los altos índice de criminalidad, secuestros, saqueos, y religiosidades sacralizadoras de la violencia, como la corte malandra y los fundamentalismos revolucionarios. Hasta ese momento el significado de consignas como “Patria, Socialismo o Muerte”, “El pueblo en armas” asumen su verdadero rostro, a través de los grupos de exterminio adiestrados por el régimen, que desbordaron sus fronteras, protegidos por las fuerzas represivas. Antes esta reacción de violencia hacia la sociedad civil, empezó a generarse la cultura insurgente, como resultado de años de transgresión y violaciones a los derechos humanos fundamentales. Este proceso fue investigado por Vivenes en rostros enmascarados, de jóvenes que adaptaron su indumentaria a la violenta arremetido del régimen, cubiertos con máscaras antigás, lentes de protección… Estos personajes dirigen la mirada al espectador, claman por su participación, su cromática elude armonías estridentes para transmitir una carga simbólica y expresiva particular a cada personaje vinculada a Eros. La boca desaparece entre manchas gestuales, en Grito Mueca, 2014 pareciera hacer referencia a la censura impuesta por el estado a los medios y su intento de silenciar las redes sociales. En este cuadro las manos pintadas, y delineadas en trazos negro, parecieran dirigirse a los oídos, por los que escuchamos el murmullo de mar, la respiración de la tierra; pero también los gritos de la deconstrucción del país, de las víctimas asesinadas, y torturadas… La deformación de la boca crea un grito silente. Recuerda el angustiante alarido del cuadro de Edmund Munch, El Grito, 1893. Emoción acentuada en el cuadro de José por la mancha gestual que cubre la mirada, afirmación del aprendizaje ciudadano para aceptar la pérdida de la dignidad y de la soberanía que se está dando en Venezuela, en nombre del Socialismo del siglo XXI. Y aceptar como destino colectivo la vida como esperanza fallida, ante esto, el artista cubre la vista de varios de sus personajes con manchas gestuales, que expresa el dicho popular: corazón que no ve, corazón que no siente…
De esta serie el retrato con gorra ladeada transmite irreverencia, potenciada por las manchas en la cara, que podrían representar los protectores para minimizar los efectos de las bombas lacrimógenas lanzadas contra los manifiestanes. Mirada frontal, cuestionadora, pareciera pedirle al otro una respuesta ante nuestro paradójico contexto. Dentro de la serie hay personajes, que evitan la frontalidad como la especie de Lawrence de Arabia, rostro ladeado que en lugar de tormentas percibe la cercanía de nubes de gases, rolazos, y balas.
Entre pinceladas espontaneas, logra crear una tensión entre la materialización y la desmaterialización en la cara del retrato Intenta Traducir, 2014; joven con cubierta antigás, lentes contra gases representados con trazos redondos que le transmiten un carácter arcaico al recordar, la simbología de los dioses de la lluvia mesoamericanos. El creador incorpora a la historia de las artes visuales latinoamericana esta generación insurgente, expresión de la renovación del país, que luchan por el presente y su futuro.
Acción Plástica: Pedazo de realidad, 24 de marzo 2014
No es negar a Bolívar y menos sus logros, ni criticar sus desalientos. Si no es hacer prácticas del uso del gobierno a la ya precaria figura del Libertador. O una analogía al culto faraónico que se brinda en la moneda, en los espacios públicos, y en cada dependencia gubernamental.
En la plaza Altamira Vivenes creó la acción Pedazo de Realidad, marzo 2104, que irrumpe contra el culto a los falsos héroes instaurado en Venezuela por el gobierno.
La cultura disidente la materializa el artista en su corporeidad, con una máscara antigás, mientras pinta sobre un enorme folio de papel, la figura de uno de los tantos héroes independentistas. La cara ausente, metáfora de un pasado falseado, ideologizado, como vía de legitimar las arbitrariedades de un estado forajido. Las manchas que la cubren tienen formas de moscas, símbolo de la putrefacción, la corrupción y de un pensamiento manipulado y pervertido por las ansias de poder, con el que se desea idiotizar al país. Los espectadores de la acción están a la expectativa, y cuando pareciera estar terminada, el artista sale fuera del área pictórica y toma un pote de pintura roja para cubrir lo pintado. Gesto pictórico negador del culto heroico. Al terminar la mancha, fragmenta la obra para repartirla entre los espectadores y socializar la creación, en una parodia litúrgica a los falsos heroes…
Falsos Héroes:
Esta propuesta se preocupa en el interés por los uniformes, ausencia del rostro. Lo gestual es la provocación al momento de pintar o dibujar, y sustentan el resultado (José Vivenes).
Esta serie se encuentra representada en su diario visual, y expresa la necesidad de desechar a los falsos héroes, para asumir el destino de manera pragmática, y no cegados por la manipulación ideológica, el populismo y el fanatismo.
¿Por qué la imagen de Bolívar? La Máscara para manipular, para sostener el poder bajo un discurso de falso socialismo. Una imagen que no fue lo que se pregono por la independencia, sino como ese hombre que hizo uso de su poder, y fue llevado al olvido por el expresidente”. (José Vivenes)
En las hojas de su diario dibuja y pinta torsos uniformados de héroes independentistas, por los cuales se pueden reconocer sus rangos e identidad. La ausencia del rostro, metáfora de la manipulación e irrespeto a la memoria de los próceres para legitimar el régimen, interviene este vacío con manchas, puntos, moscas. En estos folios el rostro del Libertador es pintado, pero esta enmascarado, como recurso para representar la manipulación que se hace de su iconografía, y de su pensamiento para convertirlo en un fundamentalismo socialista. Las moscas que sustituyen los rostros, asocian esta tipología militar al pecado, y lo demoníaco y a las plagas bíblicas que han significado esta desviación en nuestra historia contemporánea, destructora de la voluntad creativa de un país, a través de una pedagogía para la mansedumbre. En esta serie las formas son representadas entre trazos, taches y reflexiones sobre el proceso investigativo que lleva a ellos. Es un rechazo expresionista al militarista, que se desarrolla en la pequeña Venecia, y que está generando un retroceso en nuestra psiquis colectiva, al anclar la sociedad en arquetipos y personalidades que enfrentan los obstáculos sociales e individuales por medio de la violencia, o el malandrismo ideológico.
Es una crítica a las fuerzas castrenses por no mantener principios éticos ante la situación del país. (José Vivenes)