Cultura

A 28 años de su muerte, Salvador Dalí aún persiste en la memoria

El 23 de enero de 1989 el pintor surrealista Salvador Dalí dejó luchar contra las manecillas de los relojes que él mismo plasmó y murió a consecuencia de un paro cardiaco a la edad de 84 años, en el hospital comarcal de Figueras, España, donde había estado ingresado desde días antes, tras sufrir una crisis por la muerte, 7 años antes, de Gala, su esposa y musa.

Dalí tuvo una muerte «tranquila y digna», declaró el abogado Miguel Doménech quien, junto al entonces alcalde de Figueres, Mariá Lorca, y Arturo Caminada, el fiel mayordomo y hombre de confianza del pintor durante los últimos 37 años, lo acompañaron en sus últimos momentos.

Luego de conocerse la noticia, se decretaron tres días de luto en Figueras, ciudad natal de Dalí. Durante esos días, miles de personas, incluidos políticos y familiares, fueron a visitar la capilla ardiente donde yacían los restos del pintor.

Dalí creó un mundo de poesías y paradojas y nos lo ha pintado admirablemente. Fue un catalán apegado a su tierra, un español apasionado y sobre todo un artista consciente de su valor simbólico y provocador en medio de las tendencias homogeneizadoras de nuestra era

La última voluntad del genio del arte no dejó de perder la esencia excéntrica que lo caracterizó, pues había dejado escrito que su cara fuese cubierta porque no quería que nadie viese la decrepitud de su rostro y el sufrimiento de sus últimos años.

Sin embargo, eso no ocurrió. El cuerpo fue embalsamado y se intentó dejar la imagen de la cara que tenía en los años 80. Por supuesto, se mantuvo su icónico y alargado bigote, y su vestimenta fue una túnica blanca grabada con la inicial “D”.

Polémico hasta después de muerto, dos días después fue enterrado en su pueblo. Una decisión también contraria a su voluntad.

Caminada contó que él quería haber sido enterrado junto a Gala en el Castillo de Púbol, que el pintor había comprado, rehabilitado y decorado en 1969 para su musa y donde estaban construidas dos tumbas en la cripta para Gala y Dalí.

Pero Mariá Lorca dijo que unos días antes de morir, Dalí cambió de opinión y le pidió ser enterrado en Torre Galatea, en la cúpula del edifico que alberga su casa-museo.

Por eso allí se instaló la capilla ardiente y allí se enterró. Rodeado de su obra, pero solo, y a 30 kilómetros de quien fuera su compañera de vida.

Genial, polémico, cautivador, sublime, sorprendente, irreverente, creativo, cálido, vivaz, egocéntrico, irritante, anticomunista e incluso simpatizante franquista, y rebelde, Dalí fue todo eso y más. Pero sobre todo fue un artista que cautivó al público y que hoy, 28 años después de su muerte persiste en la memoria, como su más célebre pintura.

El nombre y la obra de Dalí perdurarán durante muchos siglos; no sólo en los libros sino en la mente de la gente

Persistencia de la memoria, Salvador Dalí
Persistencia de la memoria, Salvador Dalí
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