“Roadhouse” es un ejemplo de que “a veces menos es más”

Para hablar de “Roadhouse” es necesario aclarar que es un clásico ochentero que consta de tres películas; la original de 1989 con Patrick Swayze, una secuela que solo Dios sabe por qué se hizo y no tocaremos en estas líneas, y el remake de este año con Jake Gyllenhaal que salió directo para Amazon Prime Video.

Esta película se conoció en América Latina con un particular título, “El Duro”, y tan extravagante como su nombre, el film reflejó toda la esencia del cine de acción en 1989 con ingredientes como artes marciales, chicas rubias, gargantas cortadas y puñales voladores en medio de una trama similar a un western. La trama giraba en torno a Dalton (Patrick Swayze), un guardia de seguridad contratado para un bar en Jasper, Misuri, amenazado por la ambición de un hombre de negocios corrupto (Ben Gazzara) que se dedica a la extorsión de los pobladores.

Con todo y esta descripción, la versión original de “Roadhouse” funcionó, se convirtió en un clásico de culto del género por distintos factores; buenos actores como Swayze, Gazzara y Sam Elliott junto con un buen guión que, a pesar de su trama simple, dejaba una buena sensación, pero, sobre todo, contó con personajes bien construidos.  Dalton (Swayze) estudió filosofía, evitaba la violencia, entendía que en una pelea nadie gana, sin embargo, recurría a ella para sobrevivir y el villano Brad Weasley (Gazzara) era tan detestable como efectivo en el rol antagonista.

Punto aparte merece la música que sirvió para darle identidad propia al film con rock y blues de la mano del gran Jeff Healey quien, por cierto, también participa en el film como músico de la banda del bar que, como detalle curioso, va evolucionando con la trama y se convierte como en otro personaje.

En fin, “Roadhouse” de 1989 fue una buena apuesta, sin pretensiones de gran cine, pero que logró el cometido, taquilla, trascendencia y, para el momento, reflotó la carrera de Patrick Swayze que vería después otros grandes papeles en cintas como “Punto de Quiebre” y “Ghost”.

Ahora, para 2024, Amazon y el productor original Joel Silver echan mano de la historia para revivir “Roadhouse” con algunas modificaciones. Dalton, ahora interpretado por Jake Gyllenhaal, es un ex campeón de UFC que huye de su pasado y es contratado para cuidar un bar en Florida mientras el hijo de un criminal busca, junto con su pandilla destruirlo para construir un complejo inmobiliario.

En primer momento, es innegable el carisma de Gyllenhaal en el rol, parece ser un personaje que va por la misma línea de filosofía y pacifismo, alguien consciente de su propia violencia interna y capaz de controlarla, pero en algunos momentos de la película, este personaje se va perdiendo y rompe el esquema del libreto lo que molesta y hace que se note una clara inconsistencia en la trama general.

En cuanto al rol antagonista, realmente es muy flojo el aporte de Billy Magnussen quien más que un villano pareciera tener un papel cómico carente de firmeza para enfrentar al protagonista. Afortunadamente, la producción contrató al peleador Connor McGregor para interpretar a Knox, un psicótico criminal que será la peor pesadilla de Dalton y que, en tono de comedia y drama, dinamiza el film al punto de destacar favorablemente.

Punto a favor de “Roadhouse” de 2024 es la cinematografía, vaya que se esmeraron en estupendas tomas de acción, secuencias de pelea, colorización y sonido; aplauso de pie por eso, aunque no tanto por la extensa duración del film que con dos horas luce muy largo para una trama sencilla.

La nueva versión de “Roadhouse” o “El Duro” es buen cine de entretenimiento, sin profundidad, pero que busca, y logra, distraer a la audiencia a pesar de su larga duración que nos lleva a recordar ese viejo refrán que reza “A veces menos es más”.