Cine

Homosexualidad protagónica en el cine, por Aquilino José Mata

Estamos en el Mes del Orgullo Gay, por lo que es oportuno recordar cómo el cine ha abordado históricamente la homosexualidad. No se trata de un recuento exhaustivo, por cuanto sería muy largo. La idea es pasearnos por varios de sus ejemplos más destacados, sobre todo a partir de los años 60, cuando se comienza a tener un mayor grado de permisividad en torno al tema.

Basil Dearden dirigió en 1961 Víctima, con Dirk Bogarde en el rol de un hombre que a pesar de amar a su esposa sentía una pasión incontrolable por un joven, trama muy similar a la de Reflejos en un ojo dorado (1967), de John Huston, con Elizabeth Taylor y Marlon Brando en el papel de un oficial homosexual de la armada.

En l968 surge Teorema, del italiano Pier Paolo Pasolini, cuyo universo  llevó a la homosexualidad a la categoría de lucha política. El realizador concibió su historia como la de “un dios que llega a una familia burguesa; bello, joven, fascinante, ángel y/o demonio, que ama a todos, desde el padre hasta la criada”. Terence Stamp, el actor que lo encarnó, 25 años después interpretó magistralmente a un travesti en Las aventuras de Priscilla, reina del desierto, de Stephen Elliot, que le valió una nominación al Oscar.

En 1969 vio la luz El conformista, de Bernardo Bertolucci, una excelente película en la que se cruzan dos de los temas centrales del director: política y sexo. Es una mirada introspectiva de la tragedia de un hombre (Jean Louis Tritignant) que reniega de su homosexualidad, se casa con una dulce mujer y se afilia al partido fascista. Los paralelismos entre la decadencia del fascismo y la del personaje central quedan expuestos con claridad.

Imposible eludir a uno de los largometrajes más exquisitos bajo la dirección de un cineasta gay. Basado en la novela de Thomas Mann, Muerte en Venecia, Luchino Visconti filma en 1971 su adaptación a la gran pantalla, recreando la pasión de un compositor, Gustav von Aschenbach (Dirk Bogarde), por un adolescente de catorce años llamado Tadzio.

Uno de los filmes gays más emblemáticos es Querelle (1982), obra póstuma de Rainer Werner Fassbinder, uno de los cineastas alemanes más provocadores. Se basó en la novela Querelle de Brest, de Jean Genet, uno de los autores más significativos de la literatura y el teatro de tinte homosexual.

Paralelamente, películas como Tacones lejanos, de Pedro Almodóvar; Orlando, de Sally Potter; M. Butterfly, de David Cronenberg; Adiós a mi concubina, de Chen Kaige; El juego de las lágrimas, de Neil Jordan y Ed Wood, de Tim Burton, reflexionan, no ya sobre la homosexualidad masculina, sino sobre el lado femenino de la masculinidad.

Los años setenta y ochenta fueron una explosión de películas donde la homosexualidad es el tema central y determinante: El ansia (1983), de Tony Scott; La jaula de las locas (1978),  de Edouard Molinaro; Trilogía de Nueva York (1888), de Paul Bogart y El beso de la mujer araña (1985), de Héctor Babenco, son algunos de sus títulos imprescindibles, al igual que el policial de William Friedkin, Cruising (1980), donde el policía interpretado por Al Pacino comienza su particular búsqueda a la caza de un asesino de homosexuales. Finalmente descubrirá, no sólo al criminal, sino también su propia sexualidad.

En los ochenta aparece un nuevo factor que se incluye en la temática gay: el Sida. A partir del descubrimiento de esta enfermedad, el cine se hizo eco, muy especialmente en Hollywood. De esos años fue Juntos para siempre, de Norman René, la historia de varios amigos que pasaron de vivir años muy felices y entretenidos a verse envueltos en la peor de las tragedias: la de una enfermedad desconocida que mataba a las personas cruel y rápidamente.

También resaltan Los amigos de Peter (1992), del británico Kenneth Branagh; y Philadelphia (1993), del norteamericano Jonathan Demme, que incluyen al Sida, la primera como una forma de celebrar la vida cuando se está al final de ella, y la otra la manera como una sociedad ignorante le declara la guerra al personaje que contrae la enfermedad.

Más recientemente, el director estadounidense Sean Baker causó sensación en el Festival de Sundance con Tangerine (2015), una comedia inteligente de prostitutas travestis, clientes, drogas y mafiosos, que tiene la particularidad de ser el primero realizada con dispositivos iPhone. La película no sólo pone de manifiesto el interés creciente alrededor del colectivo transgénero, descubriendo una actriz transexual debutante (Kitana Kiki Rodriguez), sino que además asume nuevos modelos de producción a bajo costo.

Esta es solo una apretada, pero significativa lista de películas del universo gay. Cada una en su género, plantea inequívocamente que la esencia del amor es independiente del sexo.

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