Harvey Weinstein, el hundimiento de un imperio empresarial y cinematográfico
De ser un intocable de Hollywood a convertirse en un apestado en la industria por las decenas de acusaciones de agresión sexual en su contra, la venta de The Weinstein Company el pasado lunes puso punto final al imperio empresarial y cinematográfico que levantó Harvey Weinstein.
Si su vida se contara en una película, algo posible dado el gusto del cine por las historias «basadas en hechos reales», el «biopic» de Weinstein tendría tres actos: el ascenso al altar «indie» con Miramax, la ambiciosa fundación de The Weinstein Company, y su hundimiento convertido en un depredador sexual a los ojos de la sociedad, a la espera de que los tribunales dicten sentencia.
Aunque el productor fue despedido de su propia compañía en octubre, al poco tiempo de conocerse sus escándalos sexuales, The Weinstein Company continuó con su hermano Bob Weinstein al frente, pese a que para entonces ya estaba herida de muerte.
Tras unas negociaciones tumultuosas con muchas idas y venidas, el fondo de inversión Lantern Capital Partners desembolsará 289 millones de dólares para hacerse con The Weinstein Company.
Los dos copresidentes de Lantern Capital Partners, Andy Mitchell y Milos Brajovic, no tienen experiencia previa en Hollywood, pero en un comunicado de prensa mostraron su interés por «pasar página y empezar de nuevo».
Ambos formaban parte de un intento de compra fallido por 500 millones de dólares que lideró Maria Contreras-Sweet, quien fue responsable de la Administración de Pequeños Negocios entre 2014 y 2017 con el expresidente de EE.UU. Barack Obama.
El fracaso en marzo de este plan está en la base de la denuncia que el millonario Ron Burkle, a través de su fondo Yucaipa, presentó esta semana contra Lantern Capital Partners, a quienes acusó de fraude e incumplimiento de contrato en la adquisición de The Weinstein Company.
La productora de los hermanos Weinstein se declaró en bancarrota en marzo y, según las estimaciones de los medios estadounidenses, ahora cuenta con entre 40 y 50 trabajadores de una plantilla que llegó a tener alrededor de 150 empleados.
La vida y carrera de Harvey Weinstein no se han derrumbado como un castillo de naipes, ya que ni las cartas han quedado sobre la mesa tras semejante colapso.
Aunque parezca difícil de creer, no han pasado ni diez meses desde que se desvelaran las primeras acusaciones en contra de Weinstein, que darían pie a todo un terremoto feminista en Hollywood que, articulado posteriormente bajo el movimiento «Me Too», señaló a otros presuntos agresores y acosadores sexuales como Kevin Spacey, Brett Ratner, Louis C.K., John Lasseter o Bryan Singer.
Las decenas de acusaciones en su contra ya han llevado a Weinstein a los tribunales de Nueva York, donde enfrenta seis cargos, pero el productor también tiene abiertas investigaciones por agresiones sexuales en Los Ángeles o Londres.
Con incontables frentes abiertos con la justicia, Weinstein pidió esta semana al Tribunal Superior de Los Ángeles que desestime la demanda que presentó contra él la actriz Ashley Judd, quien le responsabiliza, entre otros delitos, de acoso sexual y difamación.
Pero mucho antes de su descenso a los infiernos, Weinstein fue una figura fundamental para entender el cine estadounidense de las últimas décadas.
En 1979, Harvey y Bob Weinstein crearon Miramax, compañía que capitanearía el ascenso del cine independiente desde finales de los años 80 y que descubrió a genios del séptimo arte como Quentin Tarantino, un cineasta cuya carrera ha estado totalmente vinculada a los Weinstein.
El catálogo de Miramax podía presumir de cintas como «Sex, Lies, and Videotape» (1989), «Pulp Fiction» (1994) o «Clerks» (1994).
Miramax fue vendida a Disney por 60 millones de dólares en 1993, pero, tras diversos desencuentros con sus nuevos dueños, los Weinstein abandonaron Miramax para enfocar toda su ambición en The Weinstein Company, que fue creada en 2005.
Los problemas financieros y los tropiezos en la taquilla fueron algo más que puntuales en The Weinstein Company, que, no obstante, consiguió dos Óscar consecutivos a la mejor película gracias a «The King’s Speech» (2010) y «The Artist» (2011).
Entre los restos del naufragio de The Weinstein Company, que todavía debe dinero a artistas como Quentin Tarantino o Bradley Cooper, han quedo varadas y con grandes interrogantes sobre su futuro películas ya terminadas y pendientes de estreno como «The Current War», protagonizada por Benedict Cumberbatch y Michael Shannon.