“El hombre de los sueños”, una ensalada bien aderezada
La película podría pasar por un retrato de la crisis de la edad madura vista desde el punto de vista surrealista. También podría mostrar la fragilidad emocional de la sociedad actual y su hambre por “cancelar” todo aquello que tenga sospecha (que no culpabilidad comprobada) de ser malvado
El psiquiatra y autor Carl Jung planteó que la sociedad cuenta con un inconsciente colectivo, una suerte de memoria común que está llena de arquetipos e instintos universales inherentes a nuestra especie y que esta trama define mucho de nuestra acción como constructo de individuos agrupados en una comunidad, de allí se han desprendido distintas teorías de comportamiento y de análisis social, incluidos estudios sobre nuestros sueños.
“El hombre de los sueños” del director noruego Kristoffer Borgli aborda la vida de Paul, un profesor de edad madura sumergido en una existencia conformista con un matrimonio tenso, relaciones sociales muy flojas y con la frustración de ambiciones no perseguidas, pero todo empieza a cambiar cuando, sin explicación, muchas personas en todo el mundo sueñan con Paul en distintas situaciones en un fenómeno que lo hace viral y una suerte de estrella de los medios.
Esta masificación de su rostro, su fama y atención, hacen que Paul sienta un revivir, una suerte de segunda oportunidad muy al estilo “Belleza Americana”, pero todo cambia cuando la gente deja de soñar y comienza a tener pesadillas con él como protagonista de imágenes sumamente violentas volviéndolo víctima de la cultura de la cancelación solo por esas visiones irreales.
La cinematografía de “El hombre de los sueños” es estupenda, sobre todo por el uso de los segundos planos para ampliar la primera perspectiva de algunas tomas, el dinamismo visual, la colorización y porque no tiene el típico estándar de película americana; sí, el film tiene sabor a Europa y no teme mostrarlo, no oculta su carácter vanguardista y atrevido que se condimenta con una duración mínima de 1 hora 40 minutos en un momento donde casi todos los films lucen como epopeyas maratónicas.
Creemos que no había mejor elección para interpretar a este personaje que Nicolas Cage, quien sabe cómo reflejar las emociones profundas de nuestro protagonista: ira contenida, amor, lujuria, ternura; todo en un coctel que nos hace mantenernos al filo del asiento tratando de deducir cuál será la próxima acción de este hombre que de estar en el pico de la fama pasa al abismo social sin razón lógica. La actuación es tan buena que el espectador puede llegar a sentir empatía por Paul, a querer estar de su lado en determinadas ocasiones e incluso a temer sobre la posibilidad de caer en la red de la cancelación.
La película podría pasar por un retrato de la crisis de la edad madura vista desde el punto de vista surrealista. También podría mostrar la fragilidad emocional de la sociedad actual y su hambre por “cancelar” todo aquello que tenga sospecha (que no culpabilidad comprobada) de ser malvado y para otros espectadores, simplemente sería un Thriller que ahonda en el intrincado y misterioso mundo de los sueños. Para quien escribe, todas estas interpretaciones con perfectamente válidas, porque la comunión del espectador con la obra cinematográfica es una y se vale de lo subjetivo, de nuestras propias experiencias para tender puentes hacia que quien está en el asiento.
No podemos dejar de lado un aspecto interesantísimo del film, la crítica a las redes sociales, los avisos comerciales en sueños y el transhumanismo que, lejos de ser una fantasía, ya es real, como movimiento intelectual, empresarial y filosófico que busca unir la tecnología para llevar la raza humana un paso más allá (¿al cielo?, ¿al abismo?, es una interrogante por resolver).
Con todas estas capas, esta ensalada, bien aderezada, que es “El hombre de los sueños” nos hace pensar, pero no llega al punto del sermón, se moja los pies con elegancia en el lago de la crítica social y de paso, resulta sumamente entretenida en un producto que apunta un nuevo éxito a la productora A24.