Bullying, una realidad que sigue afectando a muchos adolescentes
«Papá, mamá, estos 11 años que llevo con vosotros han sido muy buenos y nunca los olvidaré como nunca os olvidaré a vosotros. Papá, tú me has enseñado a ser buena persona y a cumplir las promesas, además, has jugado muchísimo conmigo. Mamá, tú me has cuidado muchísimo y me has llevado a muchos sitios. Los dos sois increíbles pero juntos sois los mejores padres del mundo. Tata, tú has aguantado muchas cosas por mí por papá, te estoy muy agradecido y te quiero mucho. Abuelo, tú siempre has sido muy generoso conmigo y te has preocupado por mí. Te quiero mucho. Lolo, tú me has ayudado mucho con mis deberes y me has tratado bien. Te deseo suerte para que puedas ver a Eli. Os digo esto porque ya no aguanto ir al colegio y no hay otra manera para no ir. Por favor espero que algún día podáis odiarme un poquito menos. Os digo que no os separéis, papá y mamá, solo viéndoos juntos y felices yo seré feliz. Os echaré de menos y espero que un día podamos volver a vernos en el cielo. Bueno, me despido para siempre. Firmadoiego. Ah, una cosa, espero que encuentres trabajo muy prontoata».
Diego González
Diego era un niño de 11 años que se suicidó debido al grado de acoso que sufría en el colegio. Cada vez que su mamá lo buscaba, él le pedía que por favor se fueran rápido de allí, que no aguantaba más y no le gustaba el lugar, su mamá le preguntaba el por qué, pero Diego no le daba respuesta alguna; un día, cuando los papás llegaron a la casa, se consiguieron con esta carta.
Para nadie es un secreto que con el pasar de los años, el bullying o acoso escolar se ha convertido en una realidad que sigue afectando a muchos niños y adolescentes de todas las condiciones sociales, en colegios públicos y privados, en ciudades y pueblos; estudios han demostrado que por lo menos 62% de los niños y jóvenes estudiantes han sufrido este fenómeno de manera constante y otro 38% lo sufren esporádicamente alrededor del mundo.
El bullying es el maltrato psíquico y psicológico que recibe un niño por parte de otro u otros con el objetivo de someterlo y asustarlo. El acosador lo hace con la intensión de imponer su poder sobre el otro; la víctima sufre callada en el mayor de los casos; el maltrato intimidatorio le hace sentir miedo, dolor, angustia, hasta el punto en que puede llevar a la víctima a suicidarse.
“Un estudiante se convierte en víctima de acoso escolar cuando está expuesto, de forma reiterada y a lo largo del tiempo, a acciones negativas llevadas a cabo por otro u otros estudiantes” Dan Olweus.
Existen varios tipos de acoso escolar, uno de ellos es el físico, que consiste en agresión directa, como patadas, golpes con objetos, empujones; el verbal, que es el más habitual de todos, las palabras tienen mucho poder y afectan la autoestima de la víctima mediante humillaciones, insultos, llamadas, mensajes, etc; el psicológico consiste en amenazas que provocan miedo y llevan a la víctima a hacer cosas que puede causarle daño a él mismo y, en el peor de los casos, suicidarse; por último está el social, que se basa en la exclusión y aislamiento extremo.
Los acosadores impiden que la víctima se relacione con sus amigos, actividades escolares o sociales.
El bullying se caracteriza por diversas razones; entre esas destacan las burlas, amenazas, aislamiento, agresiones, etc. Así mismo está la pérdida de confianza en sí mismo y de los demás, causándole bajo rendimiento en las calificaciones escolares.
Es una práctica que no solo incluye a la víctima y el agresor, sino también están incluidos los espectadores, los cuales, por falta de sensibilidad y empatía, no hacen nada al respecto para evitarlo. La persona que sufre bullying, por su falta de confianza, tiene dificultad para lograr objetivos y esto lo lleva al aumento de problemas a su alrededor.
El bullying ha hecho sonar muchas alarmas, tanto policiales y sociales, como escolares pero lamentablemente no han frenado este fenómeno de la manera correcta. Es importante que los maestros mantengan al tanto a los padres sobre el comportamiento de sus hijos, ya sea la víctima o el victimario, para de esta manera ayudar a que éste disminuya y no sigan muriendo niños por miedo a hablar.