Vaginosis: «Otra víctima de la resistencia bacteriana»
La vaginosis bacteriana por su parte es una de las infecciones ginecológicas más frecuente en mujeres en edad reproductiva y ocurre básicamente por un desequilibrio de la flora vaginal
Actualmente se pueden adquirir tratamientos sin prescripción médica en tabletas, óvulos, gel vaginal, solos o combinados, por lo que la mayoría de las pacientes ante cualquier síntoma vulvar, suelen automedicarse con el primero que encuentran, buscando alivio inmediato. Esta práctica ha generado un abuso en el uso de antibióticos para afecciones que en muchas ocasiones no son de origen infeccioso, como por ejemplo, irritación local por el uso de detergentes, cremas o fragancias que pueden ocasionar reacciones también molestas que no requieren tratamiento antimicrobiano.
La vaginosis bacteriana por su parte es una de las infecciones ginecológicas más frecuente en mujeres en edad reproductiva y ocurre básicamente por un desequilibrio de la flora vaginal, bien sea por una disminución de los lactobacilos o bacterias productoras de ácido láctico o por el sobre crecimiento de ciertas bacterias con aumento secundario del pH vaginal. Este desbalance ocasiona un flujo genital abundante, espumoso, maloliente que es muy molesto.
La Vaginosis es un problema no sólo por los síntomas inmediatos que produce, sino que de no controlarse a tiempo genera una inflamación crónica en el epitelio cervicovaginal, es decir, de la vagina y del cuello uterino que afecta la fertilidad de quien la padece y adicionalmente la pone en riesgo para la adquisición de infecciones por gérmenes de transmisión sexual.
La Dra. Carmen Mantellini, Ginecobstetra nos explica “La vaginosis suele responder a tratamientos antimicrobianos comunes, pero ya se registra resistencia en hasta un 76% de los casos según algunas series. En estos casos, aun cuando cumplas el tratamiento los síntomas no se alivian y por el contrario persisten en el tiempo. De ahí que debemos concientizar sobre el uso apropiado de antibióticos sólo en casos severos que no responden a tratamientos vaginales no antimicrobianos con los que hemos contado desde hace muchos años. Estos tratamientos permiten la acidificación del pH vaginal y fomentan la proliferación de lactobacilos”.
El primero de ellos es el ácido láctico en gel, viene en canulas vaginales junto a glicógeno como prebiótico y a propilenglicol que actúa como humectante, para preservar la integridad de las células vaginales y fomentar el reequilibrio vaginal. Por estas propiedades, se usa también como coadyuvante en casos severos junto al tratamiento antimicrobiano.
Otra de las alternativas no antimicrobianas es el uso de lactobacilos vaginales, y así a través de siembra directa fomenta la colonización vaginal, sumado a las sustancias que estos producen controlan el crecimiento de bacterias anaerobicas responsables de la vaginosis, lo que permite recuperar el equilibrio vaginal perdido. En algunos casos requiere de uso prolongado para evitar recidivas.“Es importante identificar que estamos realmente en presencia de un desequilibrio, porque en caso de sólo una reacción local, evitar el uso de la sustancia que la generó. La aplicación de humectantes locales e incluso petrolato (vaselina) es suficiente para conseguir alivio, por eso la importancia de consultar y no auto medicarse” expone Mantellini