Un recorrido por la geografía erógena
El cerebro es la zona erógena por excelencia, pero no la única. El cuerpo humano pone a nuestra disposición un conjunto de enclaves altamente receptivos al placer en los que, con frecuencia, no reparamos.
Un hecho que el barómetro “Los jóvenes españoles y el sexo” de Control pone de manifiesto. Según este estudio, en el que participaron jóvenes de entre 18 y 35 años, “el 64% reconoce no tener ni idea o tener mucho camino por descubrir” en lo que a zonas erógenas se refiere.
Para remediar estas lagunas en el terreno sexual, la empresa de preservativos y la psicóloga y sexóloga Nayara Malnero han diseñado este mapa que identifica las áreas más sensibles de hombres y mujeres.
¿Por qué olvidamos algunas zonas erógenas?
A la hora de identificar estas áreas, el estudio apunta que el 80% de los encuestados se decanta por los genitales, seguidos del cuello (73%) y el pecho, especialmente en el cuerpo femenino.
Mientras que otros puntos altamente sensibles figuran como “desconocidos”, entre ellos, el cuero cabelludo, las piernas y las manos, que solo fueron consideradas como zona erógena por el 8% de los entrevistados.
La sexóloga sostiene que este desconocimiento se debe a la falta de educación sexual y al hecho de que la sociedad actual está centrada en el coito y la genitalidad. Asimismo, “la mayoría de los jóvenes no dedica tiempo a explorar su cuerpos de otra manera o a tener relaciones sexuales que no lleven al orgasmo inmediato”, afirma Malnero.