Supervivencia y adicciones
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Los humanos hemos desarrollado mecanismos de supervivencia cada vez más sofisticados y adaptados a las exigencias del medio ambiente. En épocas primitivas las exigencias obligaban a desarrollar destrezas como la caza y la pesca para sobrevivir, y los métodos de apareamiento con el sexo opuesto para la reproducción estaban adaptados a la época y la circunstancia. El hombre de las cavernas utilizaba el garrote tanto para obtener comida como para obtener pareja y aparearse.
A medida que el ser humano ha evolucionado y sus circunstancias han cambiado, también se han modificado sus técnicas de supervivencia.
El cerebro es el órgano del cuerpo humano encargado de desarrollar mecanismos de supervivencia. Es el órgano que controla las relaciones entre las necesidades del organismo y las exigencias del medio externo. Cuenta con un sistema denominado sistema de recompensa que responde a las necesidades naturales de supervivencia básica como hambre, sed y sexualidad.
Antes se pensaba que el hambre y la sed ocurrían solo cuando el organismo tiene necesidad de comer o beber, y esas sensaciones eran los motivadores de la acción de búsqueda de satisfacción de las necesidades básicas. Estos estados de urgencia, falta o vacío denominados estados aversivos (porque producen displacer) eran capaces de motivar la conducta en un modelo simple de estimulo respuesta donde ocurrida la sensación desagradable de hambre o sed, la necesidad insatisfecha era saciada y con ello se reforzaba la conducta de búsqueda.
Hoy sabemos que estos mecanismos se han vuelto más complejos que las sensaciones de los seres humanos primitivos, y que la sensación de placer que ocurre al saciar una de estas necesidades ha creado mecanismos cerebrales que son capaces en si mismos de motivar la conducta de búsqueda para satisfacer necesidades sin que exista una sensación de vacío o falta.
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Es posible entonces comer sin necesidad de la sensación displacentera de hambre, sino por el puro placer de comer. Igual ocurre con la sed o el sexo. Por ejemplo, la sola fantasía de un plato delicioso puede producir la necesidad de comer, sin que haya hambre previa.
Estos mecanismos cerebrales de supervivencia más evolucionados, que producen placer al satisfacer una necesidad se denominan circuitos de recompensa.
Los circuitos están localizados en zonas específicas del cerebro que están conectadas entre si, y forman un gran circuito que se conoce como circuito meso-cortico-lìmbico que se ha estudiando muy exhaustivamente en el presente.
Lo importante de estos circuitos de recompensa o de placer, es que el ser humano no sólo los utiliza para sobrevivir sino que en su evolución también lo usa para procurarse otros tipos de placeres más sofisticados y a veces más riesgosos o potencialmente dañinos.
La sofisticación de comer se ha desarrollado más allá de satisfacer el hambre. No sólo se come para alimentarse sino por el placer de ingerir un plato delicioso. Lamentablemente esto puede llevar a la obesidad con sus riesgos.
Otro giro negativo de estos mecanismos evolucionados de supervivencia ha ocurrido cuando el ser humano se dio cuenta de que era posible estimular estos circuitos de placer con sustancias como el cigarrillo, el alcohol y las drogas.
La tendencia hedonista a obtener placer sin medir consecuencias crea el riesgo de desarrollar adicción a sustancias.
Lamentablemente la búsqueda de placer como mecanismo de supervivencia ha creado un riesgo de destrucción.
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