Nuevo fármaco puede retrasar la esclerosis múltiple
El Hospital Vall d’Hebron de Barcelona anunció que un nuevo fármaco puede retrasar la esclerosis múltiple primaria progresiva, en sus fases iniciales, por lo menos 12 semanas.
Hasta ahora no existía ningún tratamiento para este tipo de esclerosis múltiple, pero el estudio de este medicamento abre la posibilidad al primero, aunque hasta principios de 2016 no se presentarán los resultados a las autoridades reguladoras para que tramiten la aprobación del nuevo medicamento (el ocrelizumab).
El estudio ha analizado la eficacia del ocrelizumab en 732 pacientes con la enfermedad y la principal conclusión es que consigue frenar la progresión de la discapacidad que provoca la enfermedad en al menos 12 semanas.
Ocrelizumab es un anticuerpo monoclonal diseñado para atacar selectivamente a las proteínas CD20B, que contienen células con un tipo de inmunidad específica. Se cree que están células tienen un papel clave en el deterioro de la mielina y los nervios, una característica común en los pacientes con esclerosis múltiple.
El medicamento actúa uniéndose a la superficie de estas proteínas para preservar las funciones más importantes del sistema inmune.
La importante aportación de este estudio es que, hasta ahora, estos pacientes no disponían de tratamiento alguno para la enfermedad, y este es el primer medicamento en fase de investigación que consigue resultados efectivos en la evolución clínica de la esclerosis múltiple primaria progresiva.
La esclerosis múltiple primaria progresiva afecta a entre 10% y 15 % de los pacientes con esta enfermedad, y los síntomas neurológicos que provoca aparecen de forma progresiva y empeoran a lo largo de los meses o años.
La forma primaria progresiva de esclerosis múltiple es una enfermedad crónica que afecta a 2,3 millones de personas en todo el mundo y para la que actualmente no existe una cura.
La enfermedad se produce cuando el sistema inmune ataca anormalmente el aislamiento del nervio (mielina) del sistema nervioso central (cerebro y médula espinal) afectando primordialmente al nervio óptico causando la inflamación y el daño correspondiente.
Un daño que se manifiesta de forma constante con diversos síntomas como debilidad, fatiga y dificultad para ver, que con el tiempo pueden derivar en una discapacidad importante.
La mayoría de pacientes experimentan los primeros síntomas entre los 20 y los 40 años, lo que la convierte en la primera causa de discapacidad no traumática en los adultos jóvenes.