La pérdida de un ser querido
La violencia, las enfermedades y causas naturales cobran miles de víctimas. El duelo es la reacción natural del que queda por el impacto emocional que implica la pérdida de un ser querido. Hay acontecimientos emocionales por las que transcurre un ser humano cuando se ve enfrentado a una pérdida. Con la muerte traumática puede surgir la represión de las emociones. Lo inesperado a veces no permite tomar conciencia afectiva del hecho. Vivir este momento con plena conciencia emocional de lo que ha ocurrido es muy importante porque la negación de las emociones o la supresión o represión de los afectos de tristeza y dolor puede dejar huellas latentes que se expresan en el tiempo en forma de trastornos psicológicos por no haber vivido lo que se debe que vivir.
Hay que permitirse sentir dolor, la tristeza de la pérdida y expresarla en llanto o palabras. Solo o acompañado resulta sano vivir lo que se está sintiendo. Los que están alrededor deben permitir esa expresión y acompañarla si es necesario. Es preferible llorar ahora cuando se debe y se puede, a arriesgarse a una depresión futura o un duelo mal elaborado. Eso de ser «fuerte» no es recomendable, el dolor se mitiga con el tiempo, y no destruye a nadie. La culpa por lo que hicimos o dejamos de hacer en la relación con el otro es frecuente compañera en el tránsito del duelo. Podemos torturarnos con el hecho irreparable de haber podido establecer una mejor relación con el ausente. Quedarse en el lamento no es sano, lo sano es corregir eso con nuestros afectos vivos. Si queda culpa , a lo mejor es conveniente buscar ayuda profesional.
La rabia es otra reacción frecuente durante el proceso de duelo…… Que derecho tenía esa persona en dejarnos?. Que tipo de Dios puede castigarnos de esta manera?. Que rabia causa la injusticia de la vida!!. Lamentablemente cuando no se maneja apropiadamente alimenta la culpa. La rabia con frecuencia es el producto del miedo y la frustración. Como enfrentaremos el futuro sin el apoyo de la persona que nos dejó?. El temor al futuro y la frustración de las expectativas que se tenían con el fallecido pueden alimentar la rabia. Tenemos que aprender a llenar la vida de nuevos significados y nuevas metas.
Recordemos que es una tarea difícil pero no imposible. Toma su tiempo. La compañía de otros y la revalorización de nuestros vínculos afectivos familiares y de amistades siempre es útil.
El duelo normal toma tiempo. Según los expertos para reponer y recobrar la paz interior pasan varios meses y hasta un año. El tiempo para disfrutar de nuevo la vida es variable pero siempre llega. El duelo normal no tiene porque interferir significativamente en nuestras vidas. Durante este proceso podemos necesitar ayuda y no debemos ser mezquinos en darnos la oportunidad de recibirla.
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