Intolerancia a la lactosa, más allá de la leche
La mayoría de las personas asocian la lactosa a la leche y a sus derivados como el yogur o el queso, pero este azúcar también es un componente de carnes procesadas, como las salchichas; paté; margarinas; salsas; sopas instantáneas y comidas preparadas; fiambres y embutidos; pescados en conserva; cereales enriquecidos; bollería; gominolas o pan de molde.
Cualquiera de estos alimentos con lactosa, habituales en el menú diario, puede ocasionar intolerancia a quienes tienen predisposición. Antes de los 3 años aparece si es por herencia genética, pero la más común es la intolerancia transitoria o secundaria.
En España un 34% de la población padece este trastorno digestivo, más frecuente en los países mediterráneos (por el tipo de dieta) que en los del norte de Europa (en Finlandia, por ejemplo, solo un 2% de la población está afectada).
La intolerancia aparece cuando existe una incapacidad total o parcial para digerir adecuadamente la lactosa. Y esta imposibilidad se debe a un trastorno relacionado con una enzima, la lactasa, cuya acción en el intestino delgado es degradar la lactosa en dos azúcares (glucosa y galactosa), proceso gracias al cual se permite su absorción, explica la doctora Dolores Cabañas, especialista en aparato digestivo.
Una opción más (y con muy buena pinta) para los intolerantes a la lactosa
«¿Qué fue primero; el snack o el huevo? Snacks saludables sin lactosa a partir de las proteínas del huevo»
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