El apoyo emocional es clave ante la noticia del cáncer
Casi un «terremoto emocional”, donde se conjugan miedo a la muerte, ansiedad, rabia y/o depresión, es lo que experimenta la persona cuando recibe la noticia de que padece cáncer de mama. En este sentido, el apoyo emocional es clave para afrontar la enfermedad, para ajustarse al tratamiento y en consecuencia para superar la adversidad que surge ante la enfermedad.
María Alexandra Báez Gómez, psicólogo clínico y psicooncólogo del grupo Arsuve Oncología Médica del Centro Médico Docente La Trinidad, quien forma parte del equipo multidisciplinario que atiende a personas que han sido diagnosticados con cáncer de mama, afirma que es muy importante el soporte emocional (psicoterapia) desde el momento en que el paciente recibe el diagnóstico, con el fin de acompañarlo en el proceso de duelo y en la adaptación a la enfermedad.
Es esperado que tras recibir el diagnóstico, la persona sufra un desajuste emocional, asociado por un lado al significado que la enfermedad en sí misma pudiera tener para el paciente, y por otro lado, frente al cambio en su proyecto de vida, producto de las frecuentes consultas médicas; a la exposición a innumerables exámenes clínicos y paraclínicos que pueden resultar invasivos; a los efectos secundarios asociados a los tratamientos que reciben y que generan en muchos casos malestar físico, así como cambios importantes en el cuerpo y en la imagen corporal (caída del cabello, pérdida o aumento de peso, hematomas y cambios en la textura de la piel entre otros), y por último también cuenta el posible traslado y mudanza a otras ciudades en búsqueda de la atención médica.
El tratamiento oportuno
Báez Gómez refiere que el manejo del paciente con cáncer es multidisciplinario e intervienen además del psicooncólogo, el oncólogo, el internista, el enfermero con formación en oncología, y los demás especialistas que «entre todos y cada uno en su área de trabajo, ofrecemos abordaje médico y el soporte emocional, de manera que el paciente se sienta acompañado en su proceso de enfermedad».
Explica la especialista, que el objetivo principal de la psicoterapia es crear un espacio seguro, en el cual, el paciente y su familia expresen sus sentimientos, fantasías, preocupaciones, miedos y temores, y en consecuencia facilitar la adaptación a la enfermedad, a los diversos tratamientos y a las intervenciones médicas.
La intervención psicoterapéutica varía de acuerdo al momento en que se encuentra el paciente respecto a la enfermedad.
En la fase diagnóstica, el paciente tiene la vivencia de haber perdido el control de su vida. En esta etapa del cáncer, es importante facilitar que el paciente y su familia se adhieran correctamente a los protocolos médicos y posean la información necesaria para que puedan tener la percepción de control sobre la enfermedad.
En la fase de tratamiento es importante identificar y ayudar al paciente en el manejo sentimientos asociados al tratamiento médico, como lo son la ansiedad, la tristeza, la rabia y temores anticipados.
Báez Gómez comenta casos de pacientes que apenas en el primer ciclo muestran marcada preocupación por la aparición de los efectos secundarios de la quimioterapia (caída del cabello, náuseas, y/o vómitos). En esta etapa es importante promover estilos de afrontamiento que permitan la adaptación al cambio y la adhesión al tratamiento.
En la fase libre de enfermedad, el paciente presenta la preocupación y temor ante una recaída. En esta etapa, la intervención psicológica se centra en promover la reinserción a la vida, el mantener estilos y conductas de autocuidado (asistir a las consultas médicas y psicológicas de control, hacer ejercicio, y tener una alimentación sana), en facilitar la comunicación médico-paciente y en el aprender a identificar entre síntomas sugestivos de enfermedad y “cancerofobia”.
En la fase de recidiva, en la cual la enfermedad reaparece, el paciente tiende a experimentar sentimientos mucho más intensos que los vividos en el momento del diagnóstico inicial. Estados de ansiedad, angustia extrema, desolación, desesperanza y depresión son frecuentes que ocurran. La intervención psicoterapéutica se centra en la reelaboración del duelo, en facilitar la relación médico-paciente y en el fortalecimiento de los vínculos familiares.
En la fase de desenlace, la intervención psicológica se centra en acompañar al paciente y a su familia en la elaboración del duelo y en la despedida.
Volver a la vida, a la rutina
Asimismo, es importante trabajar con los pacientes la importancia de la reinserción progresiva y paulatina a las actividades cotidianas, así como a aquellas actividades que le generaban placer previo a la aparición de la enfermedad. Por ejemplo, caminar, salir a los parques, centros comerciales, leer, escribir, pintar, realizar alguna manualidad, hacer yoga, compartir con amigos y familiares. Estas actividades deben adecuarse a los intereses de los pacientes, y a las capacidades funcionales y/o limitaciones que puedan presentar.
La idea es mostrarle al paciente que la vida no es solamente cáncer.
Actividades como ir a la playa, salir con los amigos, conversar, participar en grupos de apoyo para compartir experiencias y desarrollar algún proyecto que les permita hacer de la adversidad vivida con el cáncer, un espacio de promoción del bienestar emocional para los demás y para sí mismos, resulta beneficioso para la salud mental del paciente.
En cuanto a la familia, Báez recomienda buscar soporte emocional para fortalecer los vínculos, aprender a distribuir las responsabilidades, compartir sentimientos y generar mecanismos protectores para todos los integrantes del grupo familiar. El cuidado del cuidador principal es fundamental, por ser ésta la persona más vulnerable a experimentar altos niveles de estrés y a desgastarse física y emocionalmente.
El acompañamiento psicoterapéutico a la familia de pacientes que padecen enfermedades crónicas como el cáncer, previene el deterioro emocional que surge en cada uno de sus miembros.