Caminar 10 mil pasos al día no supone beneficios para la salud
En 1964 previo a los Juegos Olímpicos de Tokio, una empresa japonesa comenzó a comercializar un podómetro que contaba los pasos dados al día, hasta un límite de 10.000. Su nombre Manpo-Kei (medidor de 10.000 pasos» en su traducción litera).
La invención, que buscaba incentivar a la población a realizar más ejercicio y su creador limitó su estudio científico a estimar que la media de la población caminaba 4.000 pasos cada día y que doblar la cifra supondría la quema de unas 500 calorías extra.
Esta semana esa proclama fue cuestionada por el periodista y médico Michael Mosley en medios británicos, quien aseguró que no se ajusta a análisis con rigurosidad científica, pese a que a lo largo de estos años se han desarrollado otros dispositivos con el mismo fin como Fitbit o Garmin.
Mosley puso en tela de juicio la teoría con un experimento desarrollado por el profesor Robert Copeland, especialista en el efecto de cambio de hábitos en salud pública de la Universidad de Sheffield Hallam (Inglaterra), en el que comparó los efectos de aumentar el número de pasos con los de introducir tres paseos de 10 minutos a intensidad moderada al día.
Copeland observó las analíticas de actividad de un grupo de apenas seis voluntarios, al cual dividió en dos equipos, uno con el objetivo de incorporar los 10.000 pasos en su rutina y el otro con el de dar tres paseos a un ritmo «que permitiera hablar pero no cantar» mientras caminaban.
Resulta que dar tres paseos de unos diez minutos suponen caminar unos tres kilómetros, según estimaron los profesionales, alrededor de 3.000 pasos, considerablemente menos que los sugeridos 10.000.
Los resultados, según Copeland, evidencian que aunque la distancia recorrida sea menor, el tiempo dedicado a la actividad física «de intensidad moderada» es mayor, y es este tipo de ejercicio el que tiene beneficios para la salud probados científicamente.