Arte Textil en la Contemporaneidad
Para la humanidad la indumentaria y el textil se han transformado en una segunda piel. Su uso, formas y conceptos, cambian de acuerdo a las necesidades ambientales, a los cambios en la concepción del gusto, al desarrollo tecnológico, a los diversos contextos culturales, religiosos, simbólicos y sociales en que brotan. El textil protege, viste y decora, invade todos los ámbitos de nuestra vida de manera omnipresente ¿Será por esto que pasa inadvertido como forma de arte?
Su importancia como expresión estética se evidencia en cómo en las más diversas civilizaciones (egipcia, sumeria, mesopotámica, maya e incaica) las deidades que rigen estas artes tienen al textil bajo su protección en un mismo complejo creativo tanto la escultura, la pintura, la música, el teatro, la escritura. Como ocurren con Chuen, el dios mono entre los mayas. Así, los tejidos del sur de Perú tienen pocos equivalentes en la humanidad debido a su calidad, elaboración y variedad de usos, que van desde formar parte de la indumentaria, tapices decorativos, religiosos y funerarios. Y en diversas culturas tiene un significado cosmogónico y ético, como el caso de los Kogi de Sierra Nevada de Santa Marta, y de los Desana de las selvas tropicales colombianas. Para estos últimos la tierra es percibida como una gigantesca tela de araña, sobre la cual debemos caminar sin perder el equilibrio para lograr la perfección ética.
Para la civilización occidental clásica la visión arquetipal del tejer, se vincula a la personificación del destino y al tiempo. De ahí, la concepción griega de las Moiras (Átropos, Cloto y Laquesis), llamadas Parcas entre los romanos. Concepción presente también en la figura mítica de Penélope, quien teje y desteje el tiempo. Y la diversidad de deidades y rituales que vinculan el textil al origen del universo, al tiempo y al destino.
En la modernidad, si bien el textil no fue uno de los ejes de atención estética, artistas como Matisse pintaron sobre alfombras y otros tejidos, para transmitir un ritmo y crearon un sincretismo entre lo tradicional y lo considerado en ese entonces contemporáneo. De igual manera, artistas rusos como Delaunay, Klee “…amaban el lenguaje textil: primacía de la estructura y del color sobre el dibujo, contenido hermético, serialización, repetición, importancia del fragmento…En las obras de estos pintores los tejidos ya no formaban parte de la composición, es decir, el pachtwork o el bordado ya no estaban en una habitación o en la blusa de una chica: eran el tema. Esto lo hicieron sin apartarse un ápice del arte como meta.”(Lanceta, Teresa. Tomando Caña, Revista Arte y Aparte, N 14, España. Edic. Limón, 1998, p.40)
El textil y la indumentaria están íntimamente relacionados al origen del Collage a principios de siglo XX, pues en él se incorporan materiales tan heterogéneos como hilos, botones, cuerdas, telas, lentejuelas pedazos de vestidos unidos en un mismo discurso visual.
En la contemporaneidad crece el número de propuestas que hacen del textil y el ropaje su eje. En ellas se une el pasado, el presente y el futuro. Propuestas innovadoras que plantean un retorno a las raíces ancestrales, convierten la indumentaria en habitáculo, fetiche, metáfora. Influidas por tendencias plásticas tan diversas como el pop art, el arte conceptual, el arte povera, el arte ecológico, el land art, el neo expresionismo, lo digital, que tienen una fuerte raigambre en lo ancestral y popular. Por tanto, la técnica del textil propicia un arte sincrético o híbrido, crea continuamente un puente entre el pasado y el presente post industrial. Estos lenguajes plásticos parecieran recordarnos que la humanidad está volviendo, a ser una civilización donde la presencia de categorías aparentemente superadas como es la creación artesanal vuelve a estar presente en el arte.
En las propuestas artísticas contemporáneas existe una clara posición ante el destino, sustentada en la metáfora del tapiz como anudamiento del tiempo, como hechizo para transformar nuestro horizonte, que tiene sus raíces en un sentido crítico y utópico. Tanto en el lenguaje plástico como en la moda, las barreras entre lo funcional y lo artístico se empiezan a desmoronar. En este sentido encontramos figuras paradigmáticas como la del diseñador japonés Issey Miyake, quien hizo de la moda una vía de experimentación, llevándola a lo escultórico, al crear texturas, colores y volúmenes a través del tejido; y a la artista Regina Frank, que recrea las diversas connotaciones del vestido como habitáculo e información de la esencia de una cultura. “Relaciono muy de cerca la existencia con la creación de una base intelectual que podríamos llamar hogar. Un vestido es al mismo tiempo una dirección, una forma de identificación, un recipiente para la auto definición. Mis vestidos se convierten en capullos hechos a medida, segundas pieles para protegerme de ser perforada por los mensajes de los medios de comunicaciones modernos.”(Regina Frank)
Janine Antoni relaciona el tejer, la tecnología digital y lo cotidiano, convirtiendo la performance, la instalación y el textil en algo dinámico, destacando su omnipresencia. Su acción instalación Slumber, 1994, es un encefalograma que se va tejiendo al ritmo de los impulsos eléctricos de su cerebro. Una computadora programa a la máquina tejedora que elabora la manta donde quedan tejidas las huellas del ritmo cerebral de la artista mientras duerme. El cerebro crea así la cobija del cuerpo, misma que es del tamaño de los días que duró la acción. Es un tejido dominado por el inconsciente, creando un nuevo tipo de surrealismo. “Me interesan los rituales corporales diarios para convertir las actividades más básicas –comer, bañarse, lavarse- en procesos esculturales” (Janine Antoni).
En Venezuela existe una tradición textil ancestral que algunos creadores fusionan con lo contemporáneo. Un punto intermedio entre los ancestral y lo contemporáneo la manifiesta el artista Oscar Machado en sus series tempranas, al asumir la bases estructural de sus esculturas la trama tradicional o tramadas con hilos de acero, cubiertas de cemento. Para crear esculturas con fuertes latencias orgánicas, pues parecieran semillas sobredimensionadas, pero también tienen una atmosfera apocalíptica, pues su patinas transmite la sensación de tierra y roca devoradas por fuego que transmite el cemento, de ahí su asimilación a ojivas nucleares o a objetos arqueológicos de una olvidada civilización. Estas series son una transición hacia lo textil como arte por sí, como son sus personajes hechos con alambre, es de importancia acercarnos a estas etapas de este escultor, que siempre ha caracterizado su obra por seguir caminos muy personales al dar nacimientos ha propuestas donde se vincula la belleza a lo cósmico, tal como se manifiesta en su serie donde atrapar el espacio a través de tejido de alambre de acero, con elementos cotidianos como serían las lentejuelas, para crear un tapiz tridimensional que se transforma en malla, del universo cósmico. Así, nos acerca a la noción de universos paralelos que nos vincula al espacio y tiempo sideral. Y se afirma la trama como parte de nuestro arte contemporáneo.
El textil hace un acercamiento a propuestas expresionistas contemporáneas que recuperan el intimista universo de lo femenino, al estrechar los vínculos con la vida a través de la recuperación de una arqueología de la cotidianidad, la interacción y una clara toma de posición ante temas tan vitales para nuestra civilización como la crisis ecológica, la necesidad de recuperar una visión religante del cosmos, o la rasgadura a de guerras no declaradas como la violencia contra la mujer tal como se observan en el leguaje visual de Domenica Aglioloro en piezas como de Punta de Blanco, Líbranos de Toda Virtud. En está tendencia se encuentran también las mantas tejidas con diseños de las estadísticas del hiriente desarrollo de los índices de muertes violentas de MariCarmen Carrillo en su obra Manto de dolores. Estas propuestas nacen de las dinámicas interrelaciones que se están dando entre el arte, lo cotidiano, lo intimo, lo privado y lo público de una civilización que busca nuevos horizontes, ante fin de las ideologías que significo la caída del muro de Berlín en 1989 y de la URSS entre 1990 y 1991 debido al estancamiento económico de Estados totalitarios al fracasar sus proyectos de construcción de una sociedad socialista, y el cruel rostro del capitalismo salvaje.