Aquiles Nazoa, contado por Laureano Márquez y Claudio Nazoa
Fue escritor, ensayista, periodista, poeta y humorista, pero sobretodo enamorado de las costumbres venezolanas y “las cosas más sencillas”. Hablamos de Aquiles Nazoa, poeta del pueblo y referencia ineludible de todo aquel que en décadas siguientes se aventurara al oficio de hacer sonreír con palabras al público venezolano.
En 2016 se cumplen 40 años de su temprana partida en un accidente de tránsito, pero su “Humor y Amor” y nutrido inventario de anécdotas costumbristas, hermosamente puestas en palabras fragantes y cotidianas, se convirtieron para siempre en legado de cada habitante de la llamada «tierra de gracia».
Humor para pensar
Así lo confirma Laureano Márquez, para quien las citas de Nazoa son ineludibles cada vez que le toca dar cátedra sobre la materia a nuevas generaciones: “Yo la repito siempre, porque de verdad la mejor definición del humorismo es la que nos brindó Aquiles cuando dijo: ‘el humor es una manera de hacer pensar sin que el que piensa se dé cuenta de que está pensando’”.
Quizás por esa convicción es que Márquez asegura no sentirse cómodo cuando la gente define el humorismo como “válvula de escape”, pues para él, el humor y el pensamiento se llevan «de lo mejor».
“Yo no hago humor para olvidarme de la situación. Hago humor justamente para que la gente la entienda y sueñe con transformarla en una mejor. Eso también me lo enseñó Aquiles Nazoa”, expresó Márquez en la más reciente edición de “Esquina de Ideas”, iniciativa cultural de la Alcaldía de Chacao, dedicada esta vez a la memoria del excelso poeta del pueblo.
De tal palo, tal Nazoa
Se conoce su humor y su amor por Caracas, por la libertad, por las tradiciones… pero quizás no es tan difundido su apoyo a las artes y al talento, en cuanto lo detectaba.
“Mi papá era un mecenas… pero pobre” -relataó por su parte el humorista Claudio Nazoa en el mismo evento- “Jacobo Borges, Alirio Palacios, Régulo Pérez, Zapata… Todos ellos pasaron por mi casa cuando aún nadie los conocía. Mi mamá decía: ‘¡Aquiles! Si de vaina podemos darles comida a los muchachitos… ¿cómo hacemos para mantenerlos a ellos?’. ‘¡María, el talento! ¡El talento es lo que importa! Era lo que él le respondía’”.
Claudio Nazoa, quien con su particular bigote y emblemático corbatín de lacito, se ha convertido también referente de humor de a pie, asegura que la gente le suele preguntar que pensaría su papá sobre lo que está ocurriendo en Venezuela. Y aunque aclara que no le gusta pensar por ningún muerto “ni aunque sea mi padre”, no deja sin respuesta a la interrogante.
“Mi papá era un hombre absolutamente libre, que creía en la belleza, que creía en Caracas. Mi papá cría en la democracia, él no soportaba a los militares. Mi papá todo lo que pensaba lo escribió, y eso le costó la cárcel y el exilio. Pero lo más importante es que mi papá aunque murió, no ha muerto, porque aún hoy la gente lee sus poemas y los muchachos en los liceos todavía montan sus obras”, dijo conmovido el hijo del poeta Nazoa.
En el evento también participaron el humorista Reuben Morales, experto en Stand Ups y creador del ciclo «Humor en la Plaza»; Mario Nazoa, hijo de Aquiles y la presencia de Albe Pérez, Directora de Cultura Chacao y el alcalde Ramón Muchacho.
En conmemoración a las cuatro décadas de su partida, les dejamos de cierre este poema en el que el mismo Aquiles se burla y se ríe de la muerte, dejando a sus lectores con una sonrisa nostálgica, que sin duda es el mejor tributo a su ingenio, humor… y también amor.
Amor, cuando yo muera…
Amor, cuando yo muera no te vistas de viuda,
ni llores sacudiéndote como quien estornuda,
ni sufras «pataletas» que al vecindario alarmen,
ni para prevenirlas compres gotas del Carmen.No te sientes al lado de mi cajón mortuorio
usando a tus cuñadas como reclinatorio;
y cuando alguien, amada, se acerque a darte el pésame,
no te le abras de brazos en actitud de ¡bésame!Hazte, amada, la sorda cuando algún güelefrito
dictamine, observándome, que he quedado igualito.
Y hazte la que no oye ni comprende ni mira
cuando alguno comente que parece mentira.Amor, cuando yo muera no te vistas de viuda:
Yo quiero ser un muerto como los de Neruda;
y por lo tanto, amada, no te enlutes ni llores:
¡Eso es para los muertos estilo Julio Florez!No se te ocurra, amada, formar la gran «llorona»
cada vez que te anuncien que llegó una corona;
pero tampoco vayas a salir de indiscreta
a curiosear el nombre que viene la tarjeta.No grites, amada, que te lleve conmigo
y que sin mí te quedas como en «Tomo y obligo»,
ni vayas a ponerte, con la voz desgarrada,
a divulgar detalles de mi vida privada.Amor, cuando yo muera no hagas lo que hacen todas;
no copies sus estilos, no repitas sus modas:
Que aunque en nieblas de olvido quede mi nombre extinto,
¡sepa al menos el mundo que fui un muerto distinto!Aquíles Nazoa