A los prisioneros políticos y a todos los que sufren por causa de los atropellos de este régimen,
Ni el régimen más oprobioso logrará que mi espíritu deje de ser libre. Lo más valioso es la libertad
Hasta los perros sienten el peligro
cuando los fusiles se apoderan de los destinos de un país.
No espero que aprueben lo que hago. Es mi conciencia quien tiene que aprobarlo.
El que emprende el camino de la verdad
es un tesoro como amigo, amante, padre, hijo y maestro.
No me alabes si vas a exigirme algo a cambio.
Si soy injusto contigo, creo vergüenza para los míos
y odio en los tuyos.
Cuando camino frente al edificio de los legisladores
me pregunto qué nueva regla escribirán para encarcelarnos más.
Qué débil es aquél a quien los otros temen
por causa de sus amenazas.
El poderoso es esclavo de su imagen.
El gobernante es un siervo, depende de aquellos
que le sostienen en el poder.
Sin inteligencia no hay justicia.
El político que ofrece lo que no puede cumplir es un tonto. Pronto será repudiado.
Eleva tu voz en nombre de los que no pueden defenderse.
Admirable es aquél que reconoce
las cualidades de su adversario.
Quien sabe escuchar, reconocer sus errores, respetar a sus críticos y actuar con rectitud, será un buen gobernante.
No confíes a priori en que todo irá bien. Paséate por la posibilidad del fracaso.
Respeto a quien me adversa
para no convertirlo en mi enemigo.
Cuando no estoy dispuesta a actuar con nobleza,
prefiero no salir de casa.
La paz es el fruto de un constante esfuerzo.
Prefiero no decir todo lo que pienso
antes de haberlo pensado bien.
El sabio ofrece con humildad sus descubrimientos
y no se atribuye nada para sí.
Sólo aquél que está en riesgo de perder su libertad
sabe el valor de tenerla.
(Fragmentos del libro La llama incesante, Editorial Diosa Blanca 2008, Caracas)