El encanto del caos dominicano
Después de una dura espera en Maiquetía (6 horas de retraso porque justo había una tormenta en el Caribe) y luego de pasar por 4 «peines» de la Guardia Nacional estaba un poco asustada de que en algún momento me dijeran: «¿Para qué se llevará su título y antecedentes penales si va de viaje de turismo?» Finalmente, estoy en el avión rumbo a República Dominicana. Un país que nunca pasó por mi mente visitar hasta que conseguí un boleto en promoción por Bs 40.300 (todo el dinero ahorrado durante un año entero como maestra) y así como ese pensamiento se hizo presente, miles de sensaciones se adueñaron de ese… El viaje más largo que decidí tener…
El avión no tenía ni un puesto vacío, las botellas de whisky compradas en el duty free por algunos pasajeros (dominicanos) llegarán vacías a sus destinos. En esa sala de espera todo el mundo se contó la vida entera. Yo sentada entre un maracucho y una chica dominicana me trataba de distraer porque ya una de las trabajadoras de Laser había salido a decir que la compañía no cubre ni hospedaje ni comida en caso de que se presente algún imprevisto que haga que el avión no salga.
El maracucho llevaba gorras, chocolates y un sinfín de cosas para vender. La chica dominicana está feliz de que va de visita a su país (debe regresar en unas semanas a continuar su postgrado en algo del colon).
Un poco perdida en mis pensamientos me doy cuenta de que hora y media después la turbulencia anuncia la pronta llegada al famoso lugar.
Este país me recibe con los brazos abiertos (aunque con mucho calor y una humedad superior a 70°) Me subí al taxi que fue a buscar al maracucho y el señor -tan amable que asustaba- me dejó en la casa de un amigo (del bachillerato) que hacía, por lo menos 10 años, que yo no veía y amablemente me recibió en su casa por un mes. Costo del taxi del Aeropuerto de Las Américas a Santo Domingo $50 (más o menos una hora y media de viaje), cada dólar equivale a 45, 428 pesos.
Mi primera impresión… tranquilidad y aunque todo estaba muy solo estaba feliz de haber llegado a mi destino. Gracias a la tormenta no había luz, pero eso no impidió una tertulia con «Fer» de más de una hora. El sábado me fui caminando a conocer el barrio y comencé desde ese mismo instante a sentir mucho agrado por los centros comerciales (por el aire acondicionado).
El domingo fui a conocer el casco histórico y me subí a bordo de los peores medios de transporte jamás vistos. Los llaman «conchos» son una especie de taxi ,por puesto, muy pequeño, no tienen aire acondicionado, en el asiento de atrás van sentadas CUATRO personas y en el puesto del copiloto dos personas. Sumando bien siete personas en un Chevette del año de quién sabe cuánto y el precio del viaje varía éntre los 25 y 35 pesos. Yo pagaba dos puestos y me sentaba en el puesto del copiloto y también me subí al Metro (ese si es muy moderno y cómodo por 20 pesos cada viaje)…
Como mi objetivo es conseguir empleo desde el mismo lunes me fui a la calle a entregar CV.
Santo Domingo es una ciudad con mucho tráfico, la mayoría de la gente tiene su vehículo propio, hay mucha desigualdad social. Se observa a muchos extranjeros (haitianos) vendiendo en las calles, gente pidiendo dinero y limpiando vidrios en los semáforos. Asombra la forma de manejar y tal como me lo dijo un taxista: «Hay que manejar a la ofensiva».
A pesar de estas cosas muy notorias me encontré cada día con gente muy amable, que me tendió la mano para irme enamorando de este lugar cada día más.
El dominicano es una persona muy alegre, siempre está escuchando música, les gusta bailar y comer mucho. En Santo Domingo fui a varias entrevistas de empleo (después de secarme el cabello me di cuenta de que esto es obligatorio para conseguir empleo). Se fijan mucho en tu imagen, en el cabello y yo que amo mis rizos he tenido un chock cultural.
Los mejores colegios pueden pagarle a un docente entre 30.000 y 40.000 pesos, obligatoriamente debe ser bilingüe, cosa que se me dificulta. Fui a los mejores colegios, luego a los preescolares, luego a las tiendas, después a sitios de comida rápida. A la par, a todo el que conocía le daba mi CV y en un mes (gracias a los contactos de mi amigo del bachillerato) conseguí empleo en un club deportivo y en un colegio (apoyada en los contactos de un cubano que conocí entregando CV en una feria de comida). En cada uno me ofrecían 10.000 pesos. El sueldo mínimo va entre 8000 y 10000 pesos.
Gracias a que entregué muchos CV y me encargué de regar la voz (vía Wassapp) entre amigos en Venezuela de que estaba buscando empleo me contactaron de un colegio .
Me mudé de ciudad y me recibió la prima de unos amigos merideños a los que agradezco su hospitalidad y por echarme la mano que todo inmigrante necesita para aterrizar.
Hoy, gracias a la gente que he conocido en este par de meses, pude alquilar un apartamento de una habitación por $250, aquí la vida es súper más tranquila. Cualquiera puede alquilar un apartamento siempre y cuando tenga el dinero del mes de depósito más el mes adelantado.
Hay unas bodegas que les dicen colmados, a los que uno llama por teléfono y te traen de todo hasta la puerta de tu casa… Sobre todo el garrafón de agua puede costar en tre 45 y 65 pesos.
Hay varios supermercados y realmente como venezolana ir de compras en otro país te puede costar por lo mínimo 3 horas de tu tiempo. Obviamente la mezcla de sentimientos es tan fuerte que hay que dejarse llevar por la felicidad de encontrar los productos que uno desea y nos podemos dar el lujo de elegir marcas y ofertas y se gasta un promedio entre 2.000 y 3.600 pesos, según la zona y calculado para una sola persona.
Siempre se encontrará gente con ganas de ayudar, simplemente hay que dejarse ayudar y permitirle a la intuición actuar. Yo perdí mi celular justo antes de subirme a un autobús. En mi camino se apareció un muchacho y su primo Pedro, quienes movieron cielo y tierra para ayudarme a conseguir a la persona que me recibiría en la ciudad a donde me mudé porque había perdido toda mi información. Gracias a otra amiga recuperé mi celular. Moraleja: anotar todo en la agendita, el celular se puede perder en cualquier momento.
He afianzado mi fe y de la mano de Dios sé que podré lograr lo que en mi país no he podido hacer en 10 años de ejercicio docente.
Geraldine Rivero