Mundo Empresarial

El ejemplo, educación a través de la pasión

«La educación es el arma más poderosa para cambiar el mundo.» Nelson Mandela.

Yo era muy pequeño cuando lo aprendí. No era consciente de ello quizá, sólo vivía. Muy temprano en la mañana me levantaba para ir al colegio y lo primero que preguntaba era: «¿dónde está mi papá?», quien los fines de semana nos despertaba con juegos y algarabía. Pero en días de semana la respuesta era repetida: «ya no está, se fue a trabajar». Muy tarde en la noche, casi listos para dormir, se esperaba con emoción la ceremonia; sonaba la llave y se escuchaba el alarido «¡llegué!» a lo que mi madre nos soltaba como estampida, corriendo a abrazar al héroe de la casa -para los que lo pensaron: sí, yo llegaba de último, pero ese no es el tema-. Eran minutos que valían vidas.

El hecho en sí es que así me hice la idea de que mi padre era trabajador. Le ponía el alma a su trabajo. Nunca recibí de él conversación alguna donde escuchara algo como «la constancia y el trabajo duro son fundamentales para…» o «el que trabaja duro, consigue …». Vi a mi padre trabajar con entusiasmo y pasión siempre, lo vi caerse y levantarse de las más fuertes dificultades con actitud segura y alegre. Ese era mi padre, ese es mi padre, ese es mi héroe y quizá, tomé algo de su maravilloso ejemplo para alcanzar lo que hemos hecho para muchos.

La frase de Nelson Mandela citada al principio de este texto no sólo es cierta, sino que además todos podemos estar de acuerdo con ella. Muchos otros grandes de la historia ya lo han dicho de mil formas. El tema fundamental aquí es poner el foco en qué es verdaderamente educación hoy día o cuál sería la fuente más importante de educación para hacer énfasis en ella e invertir adecuadamente los esfuerzos.

Habrá quienes apunten a la escuela y toda la variedad de educación formal que incluye desde el preescolar hasta los doctorados y post doctorados en las universidades. Sin duda, es fundamental, ya que permite dotar por un lado de espacios de enriquecimiento de información, pensamiento crítico y creativo. Permite ensayar valores en espacios «seguros» y con alguna orientación. Por lo menos, todo esto en su estado ideal.

Sin quitar ni un poquito la importancia a los sistemas e instituciones educativas, sino sumando a ellos, mi apuesta esencial sería otra: el ejemplo personal. Para mí la educación más potente, económica, sustentable y verdadera yace en el ejemplo personal que recibimos y damos a cada quien. Tu vida comunica y forma a quienes te miran porque esa es la más profunda realidad: siempre hay un ojo mirando. Si eres padre, madre, maestro, hermano, primo, profesional, compañero, jefe o simplemente un ser humano trabajador, puedes enseñar, inspirar o contagiar al otro. Como dijera Gandhi: «Debes ser el cambio que quieres ver en el mundo».

Ello nos lleva a varios dilemas y oportunidades tremendas para fortalecer la educación en nuestros pueblos, países, regiones o sociedades. Además, en un mundo en el que, por un lado, el hijo le enseña a la madre a reciclar, y por el otro la hija le enseña al padre a usar la aplicación que le resolverá 25% de las dificultades cotidianas, la aparición de las nuevas tecnologías hace aparecer un elemento de cercanía comunicacional que permite que los seres en formación reciban la mejor y más divertida información de los temas que son de su interés. Por tanto, surge la posibilidad de pasar de una «educación por obligación» a una «educación a través de la pasión», desde los gustos y aspiraciones de los sujetos en formación a través de sus referentes morales.

Referentes morales o esos titanes que marcan la vida de tantos. Referentes morales que hoy día cuentan con, literalmente, millones de seguidores a través de las redes sociales porque la pasión los mueve a ello. Referentes morales que pudieran sumarse intencionadamente a transmitir con su vida los mejores valores, actitudes y acciones de tal forma que contagien abundancia, humanidad, excelencia y solidaridad de los unos para con los otros. En tal sentido, ser los verdaderos héroes transformando el mundo a través de su propia historia de éxito y mejor aún trascendencia en bienestar para otros. Construir la nueva historia, por medio de una historia que adicionalmente es provechosa para el personaje.

En el peor de los casos, de no hacerlo, el mundo seguirá su camino fuera de las aulas y un niño que hace años deseaba ser policía, bombero, futbolista, basquetero o pelotero, hoy puede desear ser sicario o líder de banda, simplemente porque son los referentes que tiene cerca, sintiendo a sus antiguas opciones, justamente antiguas y lejanas. Es necesario cultivar, reconocer y acercar aquellos ejemplos que pueden inyectar progreso, expansión y sustentabilidad en la vida de nuestros chicos, de nuestras semillas de futuro, poniendo en su futuro una posibilidad prometedora.

La madre Teresa de Calcuta tenía una frase fundamental: «Si cada quien barriera el patio de su casa, tendríamos un mundo limpio». Mi invitación es a darnos cuenta que nuestro patio es más grande del que creemos y que incluso conecta ampliándose hasta el patio de otros. Porque todos somos espejos de todos y, por tanto, con nuestras acciones y omisiones estaremos generando educación para el presente y el futuro del mundo que deseamos dejar como legado. Sumemos todos en nuestra posibilidad y seamos en acción para que nuestra chispa se perpetúe en la vida de nuestros hijos.

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