¿Cómo vestirse para tener éxito?
Dicen que no hay que juzgar por las apariencias, pero lo cierto es que la forma en que nos vestimos puede ayudarnos a alcanzar -o no- mejores resultados. Colocarse un traje o una chaqueta para ir al trabajo podría hacer maravillas en la productividad de una persona, ya sea a la hora de entrar en una negociación, realizar una llamada de ventas o incluso participar en una videoconferencia con socios.
Mediante la utilización de una serie de medidas, como reuniones de negocios simuladas en las que los sujetos vestían ropa formal y más informal, un estudio ofreció indicios de que el uso de ropa más elegante puede elevar nuestro nivel de confianza, afectar la forma en la que otros nos perciben y, en algunos casos, incluso aumentar el nivel de pensamiento abstracto que utilizan los líderes y ejecutivos.
Michael W. Kraus, profesor asistente de comportamiento organizacional en la Escuela de Administración de Yale, fue coautor de un estudio publicado en el Journal of Experimental Psychology en 2014 que mostró que la ropa con un alto estatus social puede aumentar el dominio y rendimiento en trabajos competitivos.
En el estudio, 128 hombres con edades comprendidas entre los 18 y 32 años con diversos orígenes y niveles de ingresos, asumían distintos roles en las negociaciones simuladas de la venta hipotética de una fábrica para ver si el uso de determinados tipos de prendas de vestir tenía un efecto en los resultados. El «comprador» en cada caso provino de uno de los tres grupos. Un grupo llevaba traje y zapatos de vestir. Un segundo grupo llevaba pantalones deportivos, camisetas blancas y sandalias de plástico. Un tercer grupo, considerado «neutral», mantuvo la ropa que tenía al llegar. Un «neutral» desempeñó el papel de «vendedor» en cada negociación, pero ningún vendedor hizo de comprador.
Arreglarse
Cada uno de los negociadores recibió un valor razonable de mercado para la hipotética fábrica, junto con otra información que podía influir en sus decisiones sobre las ofertas y los precios que pedían. Al final, los de los trajes resultaron estar mucho menos dispuestos a ceder terreno durante las negociaciones, moviendo su oferta inicial en un promedio de solamente 830.000 dólares, en comparación con 2,81 millones de dólares para los de los pantalones de chándal y 1,58 millones para los neutrales.
Según el profesor Kraus, lo que estos resultados muestran es que en situaciones competitivas en las que solo puede haber un ganador, llevar ropa más elegante puede enviar una señal a otros «sobre su éxito y su confianza en lo que hace». Por otra parte, los que llevan ropa más informal, tienden a dar marcha atrás con mayor facilidad. Los que llevan traje formal se dan cuenta del respeto que reciben y se vuelven más contundentes, dijo el profesor.