Ya nada escandaliza
Pareciera que nos hemos hecho inmunes frente a las decisiones judiciales internacionales en las que personalidades del régimen, o cercanas a este, son imputadas por el delito de lavado de dinero y de apropiación indebida de dinero público. Las sumas son cada vez más escandalosas, llegando incluso a superar el millardo de dólares.
Es público y notorio ver a funcionarios civiles y militares desplazándose en vehículos cuyo costo supera los 100.000 dólares, escoltados en muchos casos por guardaespaldas en vehículos de igual valor.
Si uno pasa por las más importantes urbanizaciones de la ciudad capital podrá observar la construcción o renovación de mansiones cuya característica común es el uso del mármol en sus muros perimetrales y surge la pregunta, ¿quiénes en este país pueden permitirse semejante despliegue de lujo?
Y qué decir de yates, aereonaves, casas en los Roques, o en los ranchos de Chana, cuyos actuales dueños hace 20 años no tenían, como se dice en criollo, maíz que asar.
Esto representa lo que Milovan Djilas denunció en los años cincuenta como el surgimiento de la “nueva clase” en el comunismo, y que en nuestro país de manera folclórica denominamos «los enchufados», pero que no son otra cosa que la nomenclatura que sirve de base de apoyo a toda autocracia.
La corrupción administrativa siempre ha existido, pero, al menos en Venezuela, nunca fue a esos niveles. Lo que asombra es la desfachatez con la que exhiben la riqueza mal habida.
