Venezuela en agonía
Atiborrados de carísimos equipos rusos de combate, ataque y defensa, los militares venezolanos de hoy han cambiado la ya vieja pero siempre gloriosa historia de forjadores de libertades por la vergüenza de patria despedazada entre ocupantes invitados con los brazos abiertos y codicias egoístas para las cuales la patria es una emoción falsa usada como pretexto para llenar bolsillos.
La república sólo tiene de bolivariana el adjetivo ignorante de la verdad, los venezolanos hemos terminado siendo simples revisores de viejas fotos y protagonistas de adjetivos sin sustantivos, mendigos de bolsas de comida barata y de bonos consolidadores de la miseria, con militares que saben desfilar, maestros del orden cerrado, pero que no tienen la preparación para derrotar a los bandidos y políticos que prefieren la foto o el video y algunas palabras en los medios a la difícil grandeza del compromiso con el país.
Bolívar murió ahogado por la decepción envuelto en una camisa prestada porque su motivación fue siempre la libertad de todos y a esa gloria sacrificó dinero y posesiones, los dirigentes de ahora se envuelven en el dinero y las posesiones y se apagan luces con mentiras que los venezolanos toman por verdades en desarrollo.
Bolívar es un fantasma como una película de ayer, la Venezuela de hoy es sólo la agonía del enfermo terminal que se muere, lo siente y no quiere, pero no sabe cómo revivir. Ya no somos un pueblo de forjadores de libertades sino de sostenedores de tiranías.
El concepto de paz ha evolucionado desde la segunda guerra mundial, pues no es solo ausencia de conflictos o guerra, sino es un fin, un objetivo imprescindible para ejercer y disfrutar los derechos humanos, en otras palabras, la paz, es sinónimo de promoción y respeto de derechos fundamentales.
La paz, valor universal, anhelado y necesario en el mundo, no se ha cristalizado y es precaria, debido a las constantes amenazas producto de la violencia impuesta por un Estado depredador, que se manifiesta en conflictos armados, en actos terroristas, en los hogares; por el armamentismo y las armas nucleares enviadas por países que respaldan a la tiranía, por el antagonismo entre los Estados, por las divisiones ideológicas y religiosas, por la injusticia, la represión, la explotación económica y en general, por el menosprecio de la dignidad del hombre.
Si apreciamos con objetividad la realidad de nuestro país, nos enfrentaremos ante el túnel que conduce a la desviación de los Principios Universales.
Realmente trágica la situación de Venezuela, si.
No podemos darnos por vencidos. Seguimos trabajando por la recuperación de la democracia.